Los próximos objetivos del sector asegurador

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Los próximos objetivos del sector asegurador

En el último año, el sector asegurador español ha empezado a notar el incremento de la demanda interna, especialmente en aquellos ramos más ligados al consumo.

Artículo de opinión escrito por Francisco Celma, socio director de Deloitte para el Sector Financiero en España y codirector para EMEA, y Jordi Montalbo, socio responsable de Deloitte de Seguros en España.

Hace un año comentábamos desde esta misma tribuna que España había conseguido salir de la UVI tras seis años, pero que la coyuntura global seguía siendo inestable y que las vacunas tradicionales parecían estar agotando sus efectos paliativos. Un año después, el crecimiento de nuestro país ha ido cogiendo fuerza, la demanda interna sigue al alza y el turismo está batiendo récords. A pesar de esta mejoría, no hay que dejar de lado que en el horizonte sigue habiendo dificultades por resolver tanto dentro como fuera de nuestro país.

En este contexto, el sector asegurador español ha empezado a notar el incremento de la demanda interna, especialmente en aquellos ramos más ligados al consumo. Por ejemplo, los seguros de autos, que tras muchos años de caída crecen en el primer semestre del año un 0,89%. Por su parte los multirriesgos crecen al 1,09% y los diversos lo hacen al 3,39%. Sin duda, el mayor incremento se produce en los seguros de salud, con un 4,61% en la primera mitad del año, siendo además el ramo que mejor comportamiento ha experimentado durante toda la crisis. Sin embargo, en este mismo periodo, la caída en las primas de vida ha sido del 11,81% (con un descenso incluso en el ahorro gestionado de un 0,63% en base anual). Esto se produce como consecuencia de la anormal situación de los tipos de interés, así como al incremento de consumo de capital que determinados productos tendrán ante la llegada de Solvencia II. El próximo 1 de enero de 2016 entra en vigor esta normativa y, de momento, ya ha forzado un cierto arbitraje hacia otros productos. Han sido los fondos de pensiones quienes han recogido buena parte de este decremento.

Por otra parte, y aun con niveles de rentabilidad muy aceptables, el beneficio neto de las aseguradoras ha decrecido un 24,3% en el primer trimestre, según datos de ICEA. Se ha producido un empeoramiento del ratio de siniestralidad en no vida de más de 1,1 puntos frente al mismo trimestre del año anterior, y un resultado de la cuenta técnica de vida que se reduce a tan sólo al 0,19% de las provisiones (frente al 0,38% a marzo de 2014). 

Incertidumbres

Las incertidumbres para los próximos meses se mantienen. En términos macro parece que vuelven a aparecer señales que invitan, desgraciadamente, a la revisión a la baja en las previsiones de crecimiento mundial. En este sentido, el inicio en la recuperación de los tipos de interés (anunciado hace poco como algo casi inmediato en Estados Unidos) parece que volverá a posponerse. Además, a nivel mundial, seguiremos con un escenario de tipos bajos por un periodo aún prolongado de tiempo, lo que, siendo positivo para otros aspectos, lo es bien poco para el seguro, especialmente el de vida ahorro. En definitiva, todo parece confirmar que, por el momento, vamos a tener que seguir viviendo el día a día, sin margen para demasiadas alegrías. En este sentido, deberemos concienciarnos a atravesar un periodo de contribución marginal (y esperemos que no negativa) del resultado financiero a la cuenta de resultados del seguro español. Un resultado diferente a su importante contribución, positiva, en los últimos años.

Con todo ello, no nos queda otra opción que seguir actuando en la maximización y defensa de los ingresos, por un lado, y en la siniestralidad y los gastos de gestión internos por el lado de los costes. Y, en paralelo, profundizar en estrategias de ahorro de capital que permitan mantener unos ROE’s aceptables (que han tenido ratios muy positivos durante toda la crisis) tras la entrada en vigor de Solvencia II.

Respecto a los ingresos y ante un mercado que ha decrecido en los últimos años, la lucha sigue centrada en arrebatar un pedazo de tarta al competidor y mantener la propia, o en recurrir a las operaciones corporativas para ganar volumen. Lo cierto es que el nivel de concentración del seguro español se ha incrementado progresivamente en los últimos años, siendo destacable el empujón del primer semestre de este ejercicio. En esos meses hemos visto cómo los cinco principales actores de este mercado han pasado a representar el 43,9 % del total del seguro español (casi dos puntos más que un año atrás). Sin embargo, y en contra de lo que podría preverse hace unos años, el nivel de operaciones corporativas (más allá de las derivadas de la reorganización de acuerdos en bancaseguros, fruto del proceso de reestructuración bancaria) ha sido realmente limitado y no parece que la situación vaya a cambiar en el corto plazo. 

Siniestralidad

Por el lado de los costes, el repunte de la siniestralidad –en buena parte debido al incremento de la frecuencia por el mayor uso del vehículo y a la mayor actividad comercial con la remisión de la crisis- es uno de los aspectos que más preocupa en un entorno como el actual, en el que la defensa de la cartera obliga a ser muy selectivo en los incrementos de primas (tras muchos años de disminución de prima media) para readecuar el equilibrio técnico. Además, el pasado 7 de septiembre finalizó su trámite parlamentario la nueva ley del baremo de autos, que entrará en vigor el 1 de enero de 2016. Aun suponiendo un hito muy positivo para el seguro español -por todo lo que representa en términos de mayor transparencia, objetividad, homogeneidad y contribución social-, esta nueva normativa conllevará sin duda un aumento en el coste siniestral del seguro de automóvil (con un incremento medio de las indemnizaciones del 50% en el caso de muerte, un 35% en el caso de secuelas o un 12,8% en el caso de lesiones).

Por su parte, la actuación sobre los costes de gestión ya ha sido abordada en estos años de crisis, pero, probablemente, debe ser aproximada con una visión más profunda y estratégica. El sector asegurador es uno de los que de forma más profunda vivirá un proceso de transformación disruptiva de su modelo de negocio. Los cambios en la esencia de algunos elementos asegurados (como puede ser el vehículo autopilotado), en los comportamientos de los asegurados (con el crecimiento de la economía cooperativa), en la distribución digital o en la mayor interconexión a través del Internet de las Cosas o los sensores avanzados son, sin duda, aspectos que incidirán de forma definitiva en el sector y en su forma de hacer. No cabe duda, sin embargo, de que son también una gran oportunidad para transformar radicalmente modelos y procesos, ya sea de forma paralela o alternativa a la actual, y obtener ventajas competitivas. 

El reto, la rentabilidad

El reto para seguir haciendo del sector un modelo de rentabilidad sostenible es relevante. En enero veremos la entrada en vigor de una normativa de solvencia más exigente que busca adaptar requisitos de capital al perfil de riesgo de cada aseguradora. Si bien los márgenes de solvencia del seguro español son muy buenos, no cabe duda de que los nuevos requerimientos serán más exigentes, no sólo en términos cuantitativos, sino también cualitativos. Y aunque solo falte un trimestre para la entrada en vigor, queda todavía mucho camino por recorrer, especialmente en lo que se refiere a modelos internos y a sus procesos de aprobación y aplicación. Sin rentabilidad no hay atracción por la inversión en el sector y, sin un sector fuerte, se hace más complicada la correcta ejecución de la función social intrínseca al seguro. El sector ha demostrado su capacidad de resistencia durante esta crisis y tiene la fortaleza y el talento suficientes para liderar un nuevo proceso de adaptación progresivo a estas nuevas realidades. 

Este artículo se publicó por primera vez en El nuevo lunes el 7 de octubre de 2015. 

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