Análisis

Bancos al servicio del planeta

Financiamiento para proteger la biodiversidad en Colombia y en la región

Elaborado por Gema Sacristan, socia de sostenibilidad y Cambio Climático de Crecimiento de Mercado en Deloitte Spanish Latin America y por Eduardo Atehortua, socio de Sostenibilidad y Cambio Climático de Deloitte Colombia

En los últimos años, el sector privado se ha enfrentado a crecientes exigencias de inversionistas, reguladores, grupos de interés y la sociedad en general, quienes piden integrar principios de sostenibilidad a los modelos de negocio, para generar así valor compartido en la comunidad, en la economía y en el medio ambiente. En este contexto, el sector financiero cobra un rol preponderante, ya que habilita el desarrollo, el crecimiento y la perdurabilidad de las empresas, mediante la correcta gestión de sus interacciones con la naturaleza.

En el ámbito internacional, se ha identificado que la pérdida de biodiversidad y degradación del capital natural1 están estrechamente ligadas al cambio climático y a otras problemáticas como la pobreza, la desigualdad y la pérdida de oportunidades laborales, entre otras. Por esta razón, un elemento fundamental para el sector privado es evaluar los impactos, los riesgos, las dependencias y las oportunidades de sus operaciones, con la finalidad de crear estrategias que mitiguen la exposición y/o las consecuencias relacionadas con estos asuntos.

 

Riesgos para el sector financiero, relacionados con la naturaleza

Unos de los desafíos más importantes que enfrenta el sector bancario en Latinoamérica son la identificación y la gestión de los riesgos relativos a la naturaleza2, los cuales pueden clasificarse en tres categorías: físicos, de transición y sistémicos.

  • Riesgos físicos: surgen de la degradación de los ecosistemas y de la pérdida de los servicios ecosistémicos, como la polinización o el control de plagas. Por ejemplo, la deforestación en Colombia no solo amenaza la biodiversidad, sino que también puede tener un impacto devastador en sectores como la agricultura y el turismo, al aumentar el riesgo de pérdidas financieras significativas para los bancos que financian a estos sectores.
  • Riesgos de transición: están relacionados con cambios en las regulaciones y preferencias de los consumidores hacia prácticas más sostenibles. A medida que diferentes países adoptan políticas ambientales más estrictas, las empresas que no logran adaptarse a las mismas corren el riesgo de quedar obsoletas. Es particularmente relevante en Colombia, donde el Gobierno ha empezado a implementar políticas más rigurosas en temas de conservación, lo que podría afectar sectores como la minería o la producción agrícola intensiva.
  • Riesgos sistémicos: se derivan del colapso parcial o total de ecosistemas clave. La pérdida de bosques tropicales o la disminución de los recursos hídricos en el Amazonas, por ejemplo, podrían generar una cadena de impactos que desestabilicen economías locales y nacionales, al afectar la estabilidad del sistema financiero de la región. En Latinoamérica, donde más de 60% del PIB depende de la naturaleza, estas amenazas son especialmente graves.

En Colombia, la degradación de la naturaleza impacta de manera diferente a las poblaciones más vulnerables, especialmente en áreas rurales y zonas de alto valor ecológico como la Amazonía y la región Andina. Las comunidades locales, que incluyen a los pueblos indígenas, dependen directamente de los recursos naturales para su sustento, por lo que, las afectaciones a dichos ecosistemas no solo son para el medio ambiente, sino también para el bienestar social y económico de millones de personas. En ese sentido, preservar los ecosistemas representa una oportunidad fundamental para avanzar hacia una sociedad más sostenible y responsable.

 

Oportunidades innovadoras para los bancos

Actualmente, las finanzas sostenibles ofrecen una oportunidad significativa para la innovación, como son la creación de bonos, créditos y otros mecanismos que contribuyan a la protección y conservación de la naturaleza. Los bancos tienen la posibilidad de liderar esta transformación, no solo mediante la financiación de proyectos, sino también al fomentar modelos de negocio que integren interacciones más responsables, conscientes y sostenibles con la naturaleza.

De acuerdo con un informe del Foro Económico Mundial (2022), se estima que las oportunidades económicas relacionadas con la biodiversidad y las soluciones basadas en la naturaleza podrían generar beneficios de hasta 10 billones de dólares anuales en el ámbito mundial y crear 395 millones de empleos para 2030.

En Colombia, esto podría materializarse en préstamos e inversiones dirigidas a sectores como la agricultura regenerativa, el ecoturismo y la restauración de ecosistemas. La implementación de estas innovaciones ya ha empezado a materializarse en el país mediante alianzas, proyectos e iniciativas que van dirigidas a la preservación de ecosistemas estratégicos en la región.

 

Iniciativas internacionales y su aplicación en Latinoamérica

Con el ánimo de contribuir a las evaluaciones integrales de los asuntos relacionados con la naturaleza, por parte de sectores como el financiero, se han desarrollado varias iniciativas con lineamientos, buenas prácticas y métricas que permiten monitorear el estado actual y, posteriormente, el avance de las acciones planteadas.

Una de las más destacadas es el Taskforce on Nature-related Financial Disclosures (TNFD), lanzado en 2023. Este busca ayudar a las empresas a reportar sus impactos y dependencias en la naturaleza, de forma transparente. Asimismo, la Corporación Financiera Internacional (IFC, 2024) publicó la “Guía de referencia de finanzas para la biodiversidad”, que consiste en un marco detallado para orientar a los inversionistas en la identificación de proyectos y actividades que protejan, mantengan y mejoren la biodiversidad. Aunque la adopción de estas pautas en Latinoamérica ha sido lenta, su implementación es crucial para mitigar los riesgos mencionados y atraer inversiones internacionales a la región.

En Colombia, varios bancos ya han empezado a adoptar criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) en sus decisiones de inversión. Sin embargo, aún existe una brecha considerable en la implementación de estándares globales, y muchas instituciones siguen expuestas a industrias de alto impacto en la naturaleza, como la minería y la agricultura extensiva.

En ese sentido, es posible que, en el transcurso de los próximos años, los marcos, los lineamientos y las herramientas disponibles aumenten, considerando las lecciones aprendidas por parte del sector privado, así como las preocupaciones de los grupos de interés y la identificación de nuevos retos asociados a estos asuntos.

 

Conclusiones

El sector financiero en Colombia y en Latinoamérica tiene una oportunidad única para liderar el cambio hacia una economía consciente de la importancia del capital natural, siendo responsable en sus interacciones con la naturaleza y resiliente frente al cambio climático.

Ciertas iniciativas demuestran que es posible e imperante avanzar hacia modelos que cuenten con un enfoque integrador entre la conservación de la naturaleza, la generación de desarrollo y la vinculación de las comunidades con estos proyectos. En este camino, se requiere de constante innovación y colaboración entre los bancos, los gobiernos y las comunidades locales para asegurar que las inversiones no solo protejan la biodiversidad, sino que también generen prosperidad económica y social.

El futuro del desarrollo económico y el equilibrio de los ecosistemas en la región dependen de la capacidad de diversos sectores como el financiero, para reconocer el valor del capital natural y movilizar los recursos necesarios para su conservación. Las instituciones financieras que adopten este enfoque no solo mitigarán los riesgos asociados con la degradación ambiental, sino que también se posicionarán para aprovechar las oportunidades económicas que surgen de la creciente demanda global por soluciones sostenibles.

Este texto fue elaborado con la participación de Camila Orduz, consultora senior de sostenibilidad de Deloitte Colombia.

 

Fuentes:

 

1De acuerdo con el BID (2019), “por capital natural se entiende el conjunto de los recursos que ofrece la naturaleza al hombre, incluyendo suelos (con sus tierras fértiles, minerales, petróleo, etc.), aire, agua y todos los organismos vivientes, que pueden utilizarse para la producción de bienes y servicios, comúnmente llamados servicios ecosistémicos”.
2Los riesgos relacionados con la naturaleza son aquellos que surgen por un cambio o alteración en los ecosistemas, lo que puede reducir o cambiar los servicios ecosistémicos percibidos por parte de la sociedad. Por otra parte, los climáticos son aquellos que se materializan debido eventos extremos que afectan el clima y una transición hacia una economía baja en carbono. La materialización de estos riesgos relacionados con la naturaleza puede implicar el aumento de los mismos relacionados con el cambio climático y la disminución en la capacidad de resiliencia y/o protección de ciertos territorios y comunidades.

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