Análisis

Bonos naranja

Instrumentos para movilizar los cimientos de la economía creativa de la próxima década

En Colombia, este mecanismo de financiación sostenible ha dinamizado el potencial del sector y se espera que genere el 7% del PIB en la próxima década, convirtiéndose en un gran motor de desarrollo, productividad y crecimiento económico.

Elaborado por Claudia Restrepo, socia de Sostenibilidad y directora de Finanzas Sostenibles en Deloitte Spanish Latin América

La volatilidad de los precios y la demanda de los productos son factores que afectan la economía de las naciones, especialmente de aquellas en vías de desarrollo que dependen, principalmente, de la explotación de recursos no renovables. Ante este escenario, la industria naranja representa una oportunidad de crecimiento económico y de diversificación de los ingresos de los países de América Latina.

Para ello, es necesario promover el desarrollo de aquellos sectores que conjugan creación, producción y comercialización de bienes y servicios basados en contenidos intangibles de carácter cultural. Entre ellos, la música, el área editorial, audiovisual, las artes visuales, las artes escénicas, el turismo, el diseño, la publicidad, los contenidos multimedia, los softwares, la moda y las agencias de noticias.

No obstante, generalmente las empresas que integran la economía naranja son emprendimientos, empresas en etapa inicial o simplemente un proyecto. Muchas de éstas prometen rentabilidades interesantes, pero también suponen riesgos altos. En consecuencia, resulta difícil encontrar instrumentos de crédito para financiar iniciativas relacionadas con la economía naranja, dado que los bancos comerciales no suelen otorgar estas financiaciones.

Para contrarrestar esta situación cada nación debe establecer estrategias que favorezcan el crecimiento de la industria creativa. Una de las experiencias regionales más exitosas en este ámbito ha sido la emisión de los bonos naranja en Colombia. Esta iniciativa del Gobierno nacional es un instrumento de deuda para contribuir exclusivamente al financiamiento de empresas culturales y creativas, a la vez que ofrece a los inversionistas una alternativa rentable que aporta al desarrollo económico y social del país.

Para establecer los parámetros de esta iniciativa, el Banco de Desarrollo Empresarial y Comercio Exterior (Bancóldex) asumió el rol de brazo ejecutor de la política pública, así como articulador entre el Ejecutivo nacional y el sector empresarial que hace parte de la economía naranja. Asimismo, la iniciativa contó con el respaldo técnico del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la revisión externa de Deloitte y el apoyo de diversas instituciones gubernamentales.

Una apuesta al desarrollo

De acuerdo con la ONU, la industria naranja aporta el 7,4 % del PIB mundial y emplea al 14 % de los trabajadores. Por su parte, en Colombia este sector genera alrededor del 3 % del PIB y tiene aproximadamente 550.000 personas laborando en esta industria, según el Tercer Reporte Anual de Bonos Naranja 2021, elaborado por Bancóldex.

A través de la implementación sostenida de los bonos naranja se espera posicionar a este sector como un gran motor de desarrollo, productividad y crecimiento económico en Colombia. Dicho reporte destaca que el sector generará, en la próxima década, al menos el 7 % del PIB nacional y que duplicará la cantidad de empleos que se ofrecen actualmente.

Impulsar las exportaciones

El informe de Bancóldex reveló que, hasta agosto de 2021, el saldo de la cartera de los bonos naranja de Colombia ascendía a COP404.317 millones. De este monto, el 60 % se ha destinado a financiar a microempresas, 38 % a pymes y 2 % a grandes empresas.

El estudio también señaló que, entre agosto de 2020 y julio de 2021, las empresas de este sector lograron un aumento de sus exportaciones en un 35 %, en promedio, frente al mismo período anterior. En este sentido, el grueso de los créditos de este informe fue destinado a solventar las necesidades de las empresas en momentos en los que su desempeño se vio minimizado por la pandemia.

Las principales actividades que recibieron recursos (83 % de la cartera vigente) están relacionadas con la fabricación de calzado de cuero, desarrollo de sistemas, actividades de impresión, publicidad, alojamiento de hoteles, actividades profesionales, comercio al por menor de libros, arquitectura e ingeniería, tejeduría de productos textiles y confección de prendas de vestir.

Gracias a estos esfuerzos, Colombia fue catalogada por el BID como el segundo país que más promueve el desarrollo de la economía naranja en América Latina, después de México. Sin duda, estos aprendizajes invitan a buscar instrumentos integrados y consistentes que movilicen los cimientos de este tipo de economía en América Latina, así como a la creación de un Fondo Latinoamericano para la Industria Creativa, que promueva alianzas, finanzas y, en definitiva, el crecimiento y desarrollo de este sector en la región.
 

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