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Hacia la esperada inversión de capital extranjero en el sector inmobiliario

El mercado inmobiliario colombiano ha venido experimentando un notable crecimiento durante los últimos años. Son varios los motivos que producen este hecho: el aumento de la actividad económica, industrial y comercial en el país, lo que ha provocado la necesidad de un mayor pipeline de proyectos de uso de oficinas y retail dada la escasa oferta de años anteriores. A lo que se suman, ayudas desde el Gobierno por exenciones fiscales para segmentos como el hotelero o logístico, además de otros aspectos como, una mayor seguridad jurídica, el incremento en inversión extranjera, así como nuevas regulaciones o entes de control, que favorecen la inversión en el sector inmobiliario.

A lo largo de la última década se han creado diferentes fondos de inversión con carácter inmobiliario dentro del panorama colombiano, principalmente en los últimos 5 años, ya sea dentro de una estructura institucional, como pueden ser bancos, fondos de inversión, carteras colectivas, etc, o a partir del nacimiento de una identidad de inversión con vocación única de finca raíz.

El objetivo inicial durante estos años para los fondos inmobiliarios ha sido, en la mayoría de los casos, la adquisición de inmuebles en rentabilidad, localizados en zonas prime y estabilizados en cuanto a la inclusión de arrendatarios de calidad dentro del edificio. Bogotá, como capital del país, ha focalizado la mayor parte de inversión para este tipo de activos. Sin embargo, en base a aspectos como la incertidumbre urbanística de la ciudad o el nivel tan alto de precios identificados en los últimos tiempos, fundamentalmente en el precio de la tierra, imposibilita el ofrecimiento de una rentabilidad atractiva en la creación de nuevos proyectos, por lo que la tendencia ha evolucionado con perspectivas de inversión hacia ciudades secundarias donde es más factible obtener un mayor retorno de la inversión.

Ciudades como Barranquilla, Bucaramanga, Cali, Pereira, etc, están experimentando una profunda transformación de sus centros históricos y de su extrarradio, y por tanto presentan una mayor oferta de inversión y desarrollo que la localizada en Bogotá, Medellín o Cartagena, ciudades con mayor asentamiento pero ya un menor recorrido en el mediano plazo. La renovación de los principales centros financieros de estas ciudades viene motivada por la falta de espacio ante una mayor actividad, igualmente ocurre con superficies comerciales. Las expectativas generadas por un mejor nivel de infraestructuras, unido a aspectos tan relevantes como la creación de zonas francas y las facilidades tributarias que ofrecen, también  ha provocado un gran apetito por parte de los fondos de inversión para desarrollar nuevos proyectos logísticos.

Con todo ello, se produce una visión diferente a la inicial a partir del desarrollo de proyectos desde su origen y estructuración conceptual y financiera, partiendo del desarrollo urbanístico de un suelo y su posterior edificación, que producirán, por tanto, un mayor retorno en la inversión.

Si bien, la reciente caída del precio del crudo y la revalorización del dólar americano suponen un nuevo escenario, además de una potencial amenaza, los factores comentados anteriormente hacen estimar un buen diagnóstico sobre la situación actual de los fondos de inversión inmobiliarios colombianos, algunos de ellos a la altura de los más importantes en cuanto a relevancia no solo dentro del mercado latinoamericano sino también con respecto al norteamericano. Si a eso unimos datos macroeconómicos del país como el crecimiento económico, la buena situación del mercado laboral o el crecimiento de las clases medias, Colombia se posiciona como un país significativamente atractivo para la inversión de fondos extranjeros que están percibiendo que es el momento de estructurar y desarrollar proyectos en Colombia, ya sea de forma individualizada o bajo un perfil de coinversión junto a los fondos colombianos.

En ese sentido, ha sido muy positiva la labor que han mantenidos algunos de los fondos y desarrolladores colombianos en los últimos años; identificando, en primer lugar, óptimas oportunidades; en segundo lugar, ejecutando un buen análisis primario de las mismas, y por último, presentándolas a fondos extranjeros, fundamentalmente norteamericanos, que además de la rentabilidad del proyecto, observan con atención las bondades del impacto tributario y fiscal que ofrece Colombia a la hora de desarrollar producto inmobiliario.

Colombia presenta por tanto un panorama actual y un futuro a mediano plazo interesante. Aprovechando el actual interés que proviene de fuera de nuestras fronteras, las alianzas que se produzcan entre capital colombiano y extranjero permitirán un mayor desarrollo de proyectos de gran envergadura tanto a nivel de superficie como de monto de inversión. Este hecho puede significar una mejora en la visión que Colombia proyecta hacia el exterior desde el punto de vista inmobiliario, pero sobre todo un alto retorno para nuestros inversionistas.

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