Del oficio del Derecho al negocio del Derecho: un cambio a través de la tecnología | Deloitte Legal España Ha sido salvado
Algunas cosas, cada vez menos, no han cambiado. La práctica del Derecho empresarial continúa teniendo sus propias reglas, que no basta con conocer. Sigue siendo indispensable adquirir maestría en su empleo para aprender el oficio del Derecho. Otras cosas, sin embargo, ya no volverán a ser como antes. Sobre todo, cuando desde el «oficio» del Derecho giramos la vista hacia el «negocio» del Derecho.
La prestación de servicios legales opera hoy bajo criterios empresariales, lo que representa un completo cambio de paradigma para el profesional del Derecho. En un mercado sometido cada vez a mayor presión regulatoria y consecuente complejidad, las áreas legales de las compañías han dejado de ser un servicio adyacente, una línea de soporte del negocio, para integrarse por completo en la gestión y operativa diaria de la compañía. Su actividad y sus resultados resultan críticos para la marcha del proyecto común.
Hay que «hacer más por menos»
Y como ocurre en todo mercado en competencia y maduro, el área legal de la compañía ya no es sopesada por la carga de trabajo asumida, sino por los resultados concretos y efectivamente obtenidos. Hay que «hacer más por menos». Eficiencia y resultados son la nueva vara de medir del área legal, que comienza a apreciarse internamente por su capacidad real de contribuir al negocio generando valor propio.
En este nuevo escenario el perfil de los interlocutores también ha cambiado. Las asesorías jurídicas de las compañías son cada vez mayores; cuentan con perfiles multidisciplinares y un alto grado de especialización que les permite asumir nuevas competencias dentro de la organización; operan bajo una genuina mentalidad de servicio al cliente y disponen de mayores recursos tecnológicos.
Esta nueva configuración de las asesorías jurídicas ha supuesto una evolución en la demanda de prestación de servicios a los despachos abogados. Ya no se busca únicamente un asesoramiento jurídico puntual y altamente especializado para materias complejas. El área legal de la compañía requiere, además, de apoyo en la gestión de las crecientes tareas y funciones jurídicas del día a día, que de otro modo consumirían la mayor parte de los recursos (cuestiones societarias, contratación, secretarías de grupos societarios, gestión del pool de letrados, tramitación y seguimiento de procedimientos judiciales en masa, etc.). Se busca un servicio externo que permita resolver una ecuación aparentemente imposible: gestionar una carga de trabajo creciente, con recursos decrecientes y la necesidad de resultados óptimos, de modo que quede margen interno para focalizar la atención en aquellas tareas de mayor valor añadido para el negocio.
Es precisamente ahí donde la tecnología presenta un papel clave para despejar la ecuación.
No se trata de aplicar herramientas tecnológicas al modo habitual de hacer el trabajo legal, trasladando su ejecución al despacho externo en un esquema ordinario de outsourcing. Se trata de reestructurar el modo en que se organiza, administra, ejecuta y verifica el trabajo legal, para replantearlo desde procesos de negocio y, partiendo de una solución tecnológica transversal y a medida, dar lugar a un nuevo modelo de servicio construido desde la innovación y los perfiles multidisciplinares.
Es una transformación inevitable y que se expande exponencialmente, pues se retroalimenta con cada nueva experiencia. A medida que usamos y compartimos la tecnología en la prestación de nuestros servicios, a través de plataformas tecnologías, generamos nuevas formas de aportar valor a nuestros clientes, ayudando a las asesorías jurídicas a gestionar sus responsabilidades funcionales.
El diseño y la implementación de nuevos modelos operativos y herramientas en el área legal representa ya hoy una nueva línea de servicio, un nuevo mercado. Al frente sigue el profesional, pero apoyado en la tecnología, que posibilita la automatización de procesos, una mejor visión y gestión del riesgo, así como sistematizar mayor cantidad de datos, ejecutando los proyectos legales en clave de eficiencia.
Beneficios de la tecnología
Los beneficios son tangibles y variados. Los costes se limitan y pasan a ser predecibles. La calidad se mantiene. Aumenta el control sobre el flujo de información, permitiendo monitorizar en tiempo real el funcionamiento del servicio y reportar sobre su evolución y resultados. Los recursos internos del área legal se pueden redirigir a las necesidades de mayor valor añadido para la compañía y, con ello, se facilita retener el mejor talento.
La transformación de las asesorías jurídicas es una realidad consolidada. En ocasiones como resultado de una transformación digital, mediante desarrollos tecnológicos que cambian el modo tradicional de operar. En otras, mediante la constitución en el proveedor externo de equipos flexibles y altamente especializados, que pasan a actuar como una extensión de la asesoría jurídica y al servicio de los mismos objetivos estratégicos.
En este escenario y bajo dicho objetivo, desde Deloitte Legal hemos desarrollado nuestra propia práctica de Legal Managed Services («LMS»), en la que hemos constituido un equipo multidisciplinar, dinámico y especializado capaz de identificar y definir nuevas formas de creación de valor para nuestros clientes, que permita una auténtica transformación de su modelo operativo legal.
Artículo publicado en Actualidad Jurírica Aranzado
Autora: Julia Durántez Vázquez, asociada principal de Deloitte Legal