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Pasado, presente y futuro del crédito en España

El sector financiero español ha cambiado más en estos últimos diez años que en los últimos cien. Durante mucho tiempo se trató de un negocio tradicional y conservador, centrado en el crédito y productos de sencilla estructuración con altos niveles de rentabilidad ligados a elevados tipos de interés. A partir de los años 80 y 90, se empezaron a crear productos con mayor grado de complejidad y especialización, que revolucionaron los mercados financieros. Los productos financieros ligados a activos inmobiliarios fueron ganando relevancia en el mercado dando lugar a la burbuja que estalló en 2008 y que hoy en día conocemos como la crisis financiera de las hipotecas subprime.

Uno de los principales impactos que se observan en el mapa financiero español posterior a 2008, es la concentración. El menor número de entidades que existen actualmente las hace más competitivas, con mayor capacidad de respuesta ante las exigencias reguladoras y de los consumidores y facilitan la inversión en las tecnologías innovadoras que demanda el mercado. Adicionalmente, las entidades financieras españolas han aprovechado las oportunidades de concentración internacional que han surgido a raíz de la crisis financiera realizando adquisiciones a nivel europeo, y no se descartan procesos de mayor concentración a nivel de entidades medianas, incluso a nivel transnacional.

Las entidades bancarias llevan 10 años focalizándose en ajustarse a las nuevas reglas del juego impuestas por los reguladores y supervisores mediante una mejora en la salud preventiva y la solvencia y con la intención de sanear tanto sus balances como su imagen devolviendo la seguridad a los consumidores y reputación a los bancos. La combinación de factores regulatorios y económicos han provocado cambios relevantes en la estructura de los modelos de negocio en el sector financiero español.

Los nuevos niveles de exigencia del mercado, así como la incursión de nuevas tecnologías están incentivando al sector a enfocarse en nuevos retos como la ciberseguridad, el posicionamiento del cliente como centro de negocio o la aparición de nuevos players (FinTechs y neobancos). La entrada de nuevos players puede limitar parte de la cadena de valor de la banca. Las entidades ven la necesidad de asociarse con estos nuevos players tecnológicos y financieros, para mantenerse a la vanguardia en innovación, elevar la experiencia del cliente y desarrollar nuevos negocios. Estos nuevos players han llegado al mercado para quedarse y la banca tradicional está obligada a adaptarse, así como la regulación necesaria para responder al nuevo escenario.

En los últimos años, los mayores bancos europeos han dedicado grandes esfuerzos a su transformación digital, el Big Data es prácticamente de uso común en la banca española y, sin embargo, hay nuevas tecnologías con un largo camino por recorrer como la robotización de procesos, Blockchain, Analytics, Machine Learning o Cognitive Computing.

En resumen, en estos últimos 10 años, la Presión regulatoria y supervisora; el proceso de concentración, el aumento de la exigencia de mercado y clientes, y los avances tecnológicos, han constituido los grandes ejes de la transformación del sector, aunque cada uno presenta indicios de continuidad en su evolución. Por tanto, es obligada la reflexión interna ya que el sector ha cambiado más en los últimos 10 años que en los 100 anteriores pero, ¿será sólo el inicio?

Artículo de Iván López, director de Deloitte, basado en su participación en el 10º Congreso Nacional de Crédito.