La voz de la fuerza laboral europea en 2020

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La voz de la fuerza laboral europea en 2020

Que la fuerza (de trabajo) te acompañe

El mundo laboral estaba ya en constante evolución mucho antes de que irrumpiera la pandemia provocada por la COVID-19. Tendencias a largo plazo, como la proliferación de nuevas tecnologías digitales, la evolución de la situación demográfica y una mayor conciencia social en torno a la desigualdad y el medioambiente, a menudo acompañados por nuevas leyes y normativas, ya estaban transformando la manera de trabajar, a los propios trabajadores y los lugares de trabajo.

Los sucesos acaecidos en 2020 han acelerado y amplificado estos cambios estructurales. Las medidas de contención sin precedentes puestas en marcha para frenar la propagación de la COVID-19 han obligado a las empresas a avanzar hacia la adopción digital. Las circunstancias de la pandemia también han dado lugar a nuevas preocupaciones sobre la salud y la seguridad de los trabajadores, lo que ha empujado a las organizaciones a poner mayor énfasis en el bienestar. Y al exponer las debilidades de distintos segmentos de los equipos y las desigualdades subyacentes, la COVID-19 ha puesto de manifiesto cuestiones éticas en torno al empleo y ha subido aún más el listón que se espera que cumplan las empresas.

El impacto de las decisiones de una organización en su entorno está cada vez más sometido al escrutinio de la sociedad. Los planes de recorte del gasto que tenían sentido hace tan solo unos años ahora amenazan con poner en peligro la licencia social de las organizaciones para operar.

Mientras llega la calma provocada por esta crisis, los directivos deben hacer algo más que volver a sus anteriores actividades y rutinas. Deben trazar el nuevo camino a seguir, construido a partir de los avances logrados durante la pandemia.

¿Qué deben de tener en cuenta los directivos de las empresas?

Replantearse el papel del centro de trabajo: si el camino a seguir es un acuerdo híbrido que combine el teletrabajo con el trabajo presencial, las empresas han de reflexionar sobre cómo definir el valor añadido del centro de trabajo en su modelo de negocio. Cuando ir a la oficina adquiere el carácter de decisión consciente por parte del empleado, el beneficio que ello aporta debe plasmarse de modo explícito y articularse claramente.

Ello exige un profundo entendimiento de lo que empresas y trabajadores esperan conseguir en el centro de trabajo. También requiere que se considere cuidadosamente cómo levantar puentes en la posible división entre trabajadores que pueden y quieren adherirse a un modelo híbrido y los que no pueden o no quieren hacerlo.

Comprometerse a construir un equipo de trabajo resiliente: tal como revelan los resultados de nuestra encuesta, los trabajadores se han adaptado con gran facilidad a las nuevas y excepcionales circunstancias. Aprovechando esto, las organizaciones deberán considerar cómo animar a su personal a que siga creciendo y adaptando sus competencias para alcanzar una mayor resiliencia. en un mundo en constante cambio.

Alimentar el capital social de las organizaciones: con una plantilla más dispersa y por tanto con menor interacción física, las empresas necesitan prestar mayor atención a crear y alimentar un capital social y a transmitir conocimientos, experiencias comunes y la cultura de la empresa. En el pasado, la cercanía física facilitaba esos intercambios. En lo sucesivo, las organizaciones tendrán que ser más proactivas a la hora de crear oportunidades para fomentar el intercambio de experiencias. La construcción de un capital social debe considerarse como un objetivo estratégico y como una responsabilidad, en especial de cara a las nuevas contrataciones y a los empleados más jóvenes.