Bienvenidos al universo laboral 4.0

Dice la RAE que una leyenda urbana es una “historia inventada, extravagante, que circula entre la gente como si fuera verdadera”. Hace veinte años, cuando comencé mi carrera profesional, si me hubieran contado la realidad del mundo del derecho laboral hoy, hubiera dicho que me contaban leyendas urbanas.

Si me hubieran hablado de robotics o de que las tareas administrativas de cinco trabajadores las podría hacer un robot, o que con técnicas de analytics y big data seríamos capaces de predecir con gran rigor el resultado de un pleito, desde luego, no me lo hubiera creído.

También tildaría de leyenda urbana a quienes, hace veinte años, me hubieran asegurado que la búsqueda de jurisprudencia se iba a realizar a través de un software o que el análisis de los contratos en una due dilligence lo iba a realizar una herramienta informática. Más extravagante me parecería si me hubiesen afirmado que un objeto iba a ser capaz de “pensar” qué tarea tiene que realizar mediante su conexión a internet, (Internet of Things), o que existiría un método para registrar datos que llevara a la realización de transacciones automáticas sin intermediarios (blockchain).

Si en ese mundo de leyenda, me hubiesen contado que los jóvenes que estuvieran al inicio de su carrera profesional iban a tener como prioridades la flexibilidad en el trabajo, la conciliación de la vida laboral y personal, o que en sus intereses no figuraba llegar a ser socio, sino tener un propósito en su prestación de servicios, posiblemente hubiera llegado a descalificar a mi interlocutor.

Pero, como reza el dicho, “la REALIDAD supera a la ficción” y lo que yo hubiera dicho que eran historias para no dormir hace veinte años, ese mundo utópico o irreal, lo cierto es que hoy es una realidad.

Sin embargo, pese a que el futuro (y presente) de las relaciones laborales es radicalmente distinto a lo que era hace veinte años, la normativa laboral sigue siendo prácticamente la misma. Pocos avances se han producido en la flexibilización de la normativa para adaptarla a las nuevas realidades, es más, si se produjo un intento de ampliación de la flexibilidad con la reforma laboral del 2012, la realidad es que los pronunciamientos judiciales, han frenado toda evolución.

Pongamos como ejemplo la sentencia de la Audiencia Nacional relativa al control de jornada que han provocado una inseguridad jurídica extrema (a la que desgraciadamente ya estamos acostumbrados en la jurisdicción laboral). Parece contrario a la realidad actual, que, interpretando el artículo 35.5 del Estatuto de los Trabajadores relativo al necesario control de las horas extraordinarias (cuya redacción, por cierto, es de hace más de veinte años), se pueda entender que la intención del legislador era obligar a un registro exhaustivo y diario de la totalidad de los trabajadores de la plantilla.

Bien es cierto que el Tribunal Supremo ha corregido tal interpretación y ha frenado las sin duda precipitadas ansias de actuación de la Inspección de Trabajo (que no esperó siquiera a la firmeza de la sentencia para emitir la instrucción 3/2006), pero de la sentencia de la Audiencia Nacional, subyace que no tenemos una regulación laboral adaptada a la realidad actual.

Un ejemplo de nuestra deficiente regulación laboral y de la necesidad de hacer un profundo proceso de reflexión sobre qué nos deparará el futuro y sobre por qué debemos estar preparados y adaptados a las nuevas realidades laborales. Debemos lograr un doble objetivo, por un lado, que nuestras empresas sean competitivas y, por otro, que se respeten los derechos de los trabajadores (incluyendo “nuevos” derechos como el derecho a la desconexión).

Lo dicho, lo que parecían leyendas urbanas ya son una realidad, sean bienvenidos al nuevo universo laboral 4.0.