Llegó el momento de crear empleo

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Llegó el momento de crear

Actualmente no tiene sentido seguir explotando la parte más destructiva de la reforma laboral: los despidos. Existen muchos instrumentos para lograr los ahorros necesarios en los costes salariales y a la vez, lograr la optimización de los recursos humanos sin necesidad de aplicar medidas tan traumáticas como los despidos.

Artículo escrito por Fernando Bazán, socio laboral de Deloitte Abogados.

Hoy por hoy no tiene sentido seguir explotando la parte más destructiva de la reforma laboral. Tenemos sobre la mesa multitud de instrumentos para lograr los ahorros necesarios en los costes salariales y a la vez, lograr la optimización de los recursos humanos, sin necesidad de acudir a las medidas "clásicas" basadas únicamente en la destrucción de empleo.

Cuando nos enfrentamos a un proceso de reestructuración colectiva caben dos posibles enfoques; el proyecto "clásico" que pretende obtener la disminución de costes laborales basándose únicamente en la reducción de la plantilla, o una visión alternativa que, para obtener al mismo fin (reducción de costes), pueda plantear medidas como: frente al planteamiento sin más de un determinado número de despidos, estudiar opciones como externalización de procesos con aplicación del mecanismo sucesorio del artículo 44 del Estatuto de los Trabajadores, o movilidades funcionales y/o geográficas. En lugar de extinguir contratos, plantear la "compra" de determinados derechos como conceptos salariales cuya aplicación ya empieza a resultarnos absurda (antigüedad, pluses de asistencia o puntualidad), o incluso de un porcentaje del salario.

O también se podrían evitar despidos obteniendo reducción de costes salariales mediante la optimización de turnos de trabajo, flexibilizando los horarios de manera que se acompasen a la demanda real. Instaurando mecanismos de distribución irregular de la jornada que eviten contratación temporal en épocas de pico de demanda o realización de costosas horas extras.

Todo este tipo de medidas, es cierto que pueden lograr la reducción de costes empresariales sin aplicar medidas tan traumáticas como los despidos, pero no es menos cierto que exige un cambio de mentalidad en los interlocutores sociales.

De un lado, un esfuerzo por parte de las empresas en el planteamiento de las medidas alternativas de forma abierta, honesta y transparente. Por ejemplo, si queremos tener realmente un sistema de retribución indexado a resultados, será necesario compartir la información sobre el desarrollo del negocio, sin ocultismo. De otro lado, los trabajadores y sus representantes deben aceptar el carácter cambiante de la economía actual, olvidar expresiones como "mis derechos no se tocan", "mis 45 días", "yo de aquí no me muevo"…las condiciones laborales deben ser ajustables y adaptables a la realidad empresarial de cada momento, y esto no significa perder siempre, sino compartir los beneficios cuando lleguen, pero compartir igualmente las pérdidas cuando existan.

Debemos terminar con la cultura de la confrontación entre empresas y trabajadores, asumir que cada uno tiene un papel relevante en el desarrollo de los negocios, que el objetivo es común, aunque cada uno con su responsabilidad.

Ahora bien, todo esto exige un ejercicio de "imaginación laboral" y de ruptura de los estereotipos, de manera que seamos capaces todos de interiorizar cuestiones tales como que los laboralistas también creamos.

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