Acelerar la transformación de la función fiscal

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Acelerar la transformación de la función fiscal

Revista DeLawIt

Artículo de Isabel López-Bustamante, socia de Deloitte Legal

Mientras parece que vamos dejando atrás los peores momentos de la pandemia, nos encontramos ahora navegando las aguas después de la tempestad, con los gobiernos tratando de encontrar soluciones para afrontar los enormes déficits generados y aprovechar el momento para construir economías más sostenibles y digitalizadas.

De igual manera, las organizaciones se reposicionan para afrontar el mundo post-covid, reforzando sus finanzas, acelerando sus procesos de transformación, e identificado nuevas formas de trabajar y nuevas áreas de crecimiento. Y la función fiscal, que actúa como interfaz entre el negocio y las autoridades, se encuentra asimismo en un punto de inflexión con respecto a su propio viaje de transformación.

En un reciente estudio realizado por Deloitte , se preguntó a más de 304 líderes de compañías globales (CFOs y directores fiscales) por su visión acerca del futuro de la función fiscal y, como principales tendencias generales, destacaron las tres siguientes.

En primer lugar, la necesidad de dotarse de recursos y habilidades para proporcionar un mejor y más profundo asesoramiento en los nuevos negocios digitales; en segundo lugar, la exigencia de atender las implicaciones del cambio de la cadena de distribución producida en las compañías como consecuencia de los ajustes en los procesos de globalización y, en tercer lugar, la importancia de entender la estrategia de sostenibilidad de la compañía para adecuar la normativa de las autoridades, máxime cuando esta última es inmadura y en constante evolución.

Se deriva de estas tendencias un requerimiento de transformación de la función fiscal, que se acelera y muta como consecuencia de la pandemia y que, en definitiva, se traduce en un reenfoque de las tareas que debe realizar para proporcionar un valor más estratégico a las organizaciones. Pero esto no se puede conseguir si los recursos se consumen en actividades rutinarias, en particular, cuando parece que la tendencia mayoritaria es que tanto los presupuestos como los recursos de los departamentos fiscales no vayan a incrementarse, sino que se mantendrán o, en algunos casos, puedan incluso puedan decrecer.

Así las cosas, se combinan dos alternativas a la hora de liberar recursos, por un lado, la mejora en la obtención, gestión y aprovechamiento de los datos fiscales y, por otra, la externalización de ciertas funciones, bien dentro de las propias organizaciones (e.g. departamento financiero o centros de servicios compartidos), bien a proveedores externos. Aunque se aprecia un incremento del interés por esta última opción, la de la externalización, no es incompatible con la primera.

La carrera por la obtención del dato fiscal a tiempo real emprendida por las autoridades fiscales en todo el mundo , iniciada para los impuestos indirectos pero que poco a poco también empieza a abarcar la imposición directa, precisa en cualquier caso que los departamentos fiscales incrementen el control sobre sus propios datos y se doten de herramientas que les permitan optimizar su uso al máximo.

Este aprovechamiento de los datos no es solamente necesario para poder relacionarse en igualdad de condiciones con las autoridades y evitar riesgos fiscales, sino que es igualmente necesario para poder proporcionar a la organización ese valor estratégico que le es requerido. Esto es, si el departamento fiscal no tiene acceso a sus datos de forma fiable, ágil y en tiempo real, difícilmente podrá incrementar su proactividad de cara al negocio.

A este respecto, es de crucial importancia que los departamentos fiscales aprovechen los procesos de digitalización que se están llevando a cabo en la mayoría de las organizaciones, como, por ejemplo, las migraciones a los nuevos ERPs basados en la nube o los procesos de automatización en general. No hacerlo así podría suponer que se pierda una oportunidad única para elevar la función fiscal.

En resumen, el mundo post-covid está trayendo, o potenciando, una serie de cambios que exigen igualmente cambios en la función fiscal. El reto es ahora conseguir que se acelere esta transformación lo que implicará una acción combinada en tres frentes: los recursos humanos, los procesos y la tecnología.

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