Aplazar el T-MEC, un beneficio para el sector automotriz

Perspectivas

Aplazar el T-MEC, un beneficio para el sector automotriz

Ante las dificultades que implica adaptarse a las nuevas disposiciones comerciales de la región de Norteamérica, en medio de la desaceleración económica propiciada por el COVID-19, posponer la entrada en vigor del nuevo tratado favorecerá a esta industria.

Entrevista con Manuel Nieblas, Socio Líder de la Industria de Manufactura, y Roberto Modesto, Socio de Comercio Exterior y Aduanas, en Deloitte México.

Ciudad de México, 7 de abril de 2020.

Justo el último día de sesiones, antes de suspender actividades debido a la pandemia del COVID-19, el Senado de Canadá aprobó el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Con ello, quedó atrás un largo periodo de negociaciones –desde el 18 de mayo de 2017 hasta el 10 de diciembre de 2019– y de trabajos legislativos para ratificar, en los tres países, dicho acuerdo comercial.

En un primer momento, las tres naciones de la región de América del Norte convinieron en que dicho tratado entraría en vigor el 1 de junio de este año. Sin embargo, apenas hace unos días, de acuerdo con un portavoz de la viceprimera ministra canadiense, Chrystia Freeland, la fecha más cercana que su país tiene prevista para la puesta en marcha del T-MEC es el 1 julio1.

De acuerdo con lo establecido en el nuevo tratado, éste entraría en vigor el primer día del tercer mes, una vez que las tres partes hayan hecho las notificaciones correspondientes a los otros dos países de que ya cumplieron con todos los procesos internos. Para que se den esas notificaciones es necesario tener todos los procedimientos internos, incluyendo las reglamentaciones uniformes, y esto todavía está pendiente.

En ese sentido, y en medio de la contingencia epidemiológica que se vive hasta la fecha, ¿qué tan conveniente resulta aplazar la fecha de entrada en vigor del nuevo tratado? Y ¿qué tan factible es que los sectores industriales de esos países puedan cumplir en tiempo y forma con los requerimientos del mismo?

En varias ocasiones, la industria automotriz estadounidense ha solicitado postergar la entrada en vigor del T-MEC, argumentando que, para el 1 de junio, no estarán listos los procesos de regulación en el sector, ni tendrán, en esa fecha, los certificados de origen soportados con su correspondiente análisis, para ser acreedores a los beneficios arancelarios del tratado.

Pero, ¿cuáles son las disposiciones que debe cumplir la industria automotriz de Norteamérica? El T-MEC, recordemos, establece nuevas reglas de origen con respecto a las establecidas en su momento en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

En primer lugar, como ocurre con la gran mayoría de tratados de libre comercio en el mundo, el T-MEC exige el cumplimiento del Valor de Contenido Regional (VCR), es decir, un porcentaje que indica en qué medida se produjo una mercancía con insumos y mano de obra de la región del tratado. Mientras que el TLCAN solicitaba 62.5% de VCR para vehículos ligeros, el T-MEC eleva el porcentaje a 66%, cifra que se incrementará de manera paulatina, hasta llegar, en tres años, a 75%.

Además, para que los vehículos sean considerados originarios de la región, se debe comprobar que 70% del acero y aluminio incorporados a ellos también provenga, en origen, de cualquiera de los tres países.

Por otra parte, el T-MEC obliga a la industria automotriz a cumplir con un porcentaje mínimo de Valor de Contenido Laboral (VCL), es decir, una proporción obligatoria del valor del vehículo  que sea producida por trabajadores con un sueldo “alto”, de 16 dólares la hora o más. Para el caso de vehículos ligeros, el mínimo solicitado será, en un inicio, 30% del valor del vehículo, que subirá hasta 40% en un periodo de tres años; respecto a los vehículos pesados, el porcentaje fijo será, desde el principio, 45%.

¿Cuál es el impacto de estas nuevas reglas para la industria automotriz? En Deloitte consideramos que tienen un efecto de gran magnitud, ya que, actualmente, este sector no solo debe adaptarse a las disposiciones que modificarán su modelo tradicional de operación, y que probablemente entren en vigor el 1 de julio, sino que, además, tiene que enfrentar las afectaciones ocasionadas por la pandemia del COVID-19

1. “El T-MEC no entrará en vigor en junio”, El Economista, 1 de abril de 2020.

Ante la contingencia epidemiológica, ¿qué tan factible es que los sectores
industriales de esos países puedan cumplir en tiempo y forma con los requerimientos del mismo?

El freno a los procesos productivos

El COVID-19 ha afectado de manera importante las cadenas de suministro. El trabajo remoto (home office) o la interrupción de los procesos productivos, dependiendo de las regulaciones de la región, tienen un impacto en toda la proveeduría en México, los Estados Unidos y Canadá.

La industria automotriz, particularmente, ha sido una de las más perjudicadas, debido a la falta de suministro de algunos componentes y materiales, lo que complica los procesos productivos de las diferentes compañías manufactureras y ensambladoras de autos.

Varias plantas automotrices, comenzando por las Manufactureras de Equipo Original (OEM’s, por sus siglas en inglés), han anunciado sus cierres o paros técnicos en las diferentes geografías. Al no fabricarse el vehículo en la OEM, automáticamente se detiene el proceso de solicitud de autopartes y componentes a las proveedurías que los abastecen, por lo que genera un efecto en cadena o cascada.

A nivel T-MEC, la industria principal, la más interconectada, es la automotriz. Dentro de ésta, hay componentes que viajan hasta siete veces de un país a otro, empezando por los materiales puros, que se unen a otras partes hasta llegar a convertirse en los componentes principales de los vehículos. Todo este movimiento entre países, la interconexión que existe, hace más difícil enfrentar esta situación.

A este escenario se suma también la afectación a nivel mercado, debido a que los consumidores dejan de comprar vehículos y, en consecuencia, las armadoras tienen que tomar decisiones difíciles para hacer frente a la situación, como reducir sus niveles de fabricación, cerrar temporalmente plantas o hacer paros técnicos, impactando así a todos los niveles de la industria.

Aplazar entrada en vigor del T-MEC, un alivio

En Deloitte consideramos que, en vista del difícil contexto actual por el que atraviesa la industria automotriz, el aplazamiento de la fecha para que entre en vigor el T-MEC resulta, hasta cierto punto, benéfico para dicho sector.

Hablando específicamente de la industria nacional –pero que también podría ser aplicable a las de los otros dos países–, nos ayuda porque seguiríamos utilizando las reglas actuales, que, después de todo, en materia comercial, nos siguen beneficiando. Además, tendríamos mayor tiempo de preparación para cumplir las nuevas reglas que entren en vigor.

Si, durante estos meses, continuamos con las reglas del TLCAN, ante la postergación de la entrada en vigor del T-MEC, nuestros productos siguen calificando como originarios, se siguen exportando vehículos y  a éstos se les continúa aplicando los beneficios arancelarios del viejo tratado comercial,  porque se cumple con la regla de origen.

En caso de que el T-MEC entrara en vigor a partir del 1 de junio, entonces la industria automotriz, seguramente, no hubiera podido cumplir con la regla de origen para exportar vehículos a los Estados Unidos y, al llegar a este país, se verían orillados a pagar un arancel, que va de 2.5% (para vehículos ligeros) hasta 25% (esta última cantidad, para cierto tipo de vehículos pesados).

No tener una fecha precisa para la puesta en marcha del T-MEC parecería abonar un poco al ambiente de incertidumbre que se vive en diversos aspectos de la economía nacional, pero, de momento, al menos para la industria automotriz, sigue siendo una oportunidad para adaptarse mejor a las dinámicas del próximo marco regulatorio.

Posponer la fecha para que entre en vigor el T-MEC resulta, hasta cierto punto, benéfico para dicho sector.

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