Adiós, aranceles automotrices

Ciudad de México, 16 de abril de 2019.

El año pasado se vendieron 2.47 millones de vehículos nuevos en el país amazónico, lo que representa 14% más en comparación con 2017, de acuerdo con datos de la Federación Nacional de la Distribución de Vehículos Automotores de Brasil. Esto quiere decir que el mercado de autos brasileño va al alza.

Por otra parte, se tiene el registro de que Brasil es el cuarto destino de las exportaciones automotores de México a nivel mundial. En 2018, se exportaron de nuestro país hacia allá 78 mil 440 unidades (60% más que en 2017), según cifras de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz.

Es cierto que, con la anulación de los aranceles, México también abre las puertas a la importación de vehículos de manufactura brasileña, pero aun así, las proporciones de ventas siguen favoreciendo, en su balanza comercial, a nuestro país.

El Ministerio de Economía de Brasil informó que el año pasado su país exportó 595 millones de dólares en automóviles hacia México, mientras que los egresos reportados por importaciones automotrices procedentes del sector mexicano superaron los mil millones de dólares, según el diario O’Globo.

La apuesta del gobierno brasileño ha sido elevar la competitividad de su plataforma productiva. Por tal razón, es necesario que se mantengan los altos estándares de la producción automotriz en nuestro país, para que, de ese modo, se obtengan los máximos beneficios que promete la nueva era comercial entre ambas naciones.

¿De dónde surgieron los aranceles?

En 2011, tras varias negociaciones entre México y Brasil, se establecieron cupos (límites) de exportación de automóviles libres de impuestos. El objetivo era equilibrar el comercio automotriz entre los dos países, ya que, en ese entonces, la nación sudamericana consideraba muy deficitaria su balanza en ese sector, es decir, según sus reportes, recibía más autos de nuestro país, que los que nos enviaba.

La disposición sobre dichos cupos de exportación debía terminar el 19 de marzo de 2015, dando paso a una etapa de libre comercio; sin embargo, se volvió a negociar otra serie de cupos y la vigencia de éstos se extendió hasta 2019.

El cupo establecido en 2015, para la venta de autos en los dos países, fue de mil 100 millones de dólares. Para 2018, ya era de mil 450 millones de dólares. Esto no significaba que México y Brasil tuvieran prohibido comercializar entre sí un monto de automóviles mayor al del cupo fijado, sino que representaba el límite de vehículos que podían venderse y comprarse sin pagar impuestos.

Dicho en otras palabras, las operaciones que sobrepasaban los cupos establecidos en 2011 y ampliados en 2015 sí podían realizarse en ambos países, pero pagando el impuesto respectivo, que en México es de 20% sobre el valor de los vehículos.

Nuevas reglas de origen y… ¿un paso hacia un tratado de libre comercio?

Con la entrada en vigor del libre comercio de autos entre México y Brasil, también cambiaron las reglas de origen para el comercio de productos del sector automotriz entre ambos países. Las reglas o normas de origen son definidas por la Organización Mundial del Comercio (OMC) como los criterios necesarios para determinar la procedencia nacional de un producto.

En el caso del ACE-55, se acordó elevar de 35% a 40% el mínimo de componentes automotrices producidos con materiales de origen exclusivamente mexicano o brasileño.

A pesar de que algunas opiniones han señalado que dicha regla de origen frenaría el libre comercio entre ambos países, debido a la complejidad que existe para cumplirla y a una posible supervisión más estricta, en Deloitte consideramos que el escenario no traerá consecuencias negativas para el mercado nacional.

Si bien existen fabricantes mexicanos que no podrán cumplir con esa disposición, hay otros que sí alcanzarán el porcentaje establecido –como hasta ahora lo han hecho–, gracias a que cuentan con una base productiva o de proveeduría nacional muy amplia.

Al final, siempre habrá empresas que puedan cumplir y otras que no, pero, desde nuestro punto de vista, el nuevo acuerdo representa, para la industria automotriz mexicana, una oportunidad para seguir exportando sus productos e incrementar su presencia en el mercado más importante de Sudamérica.

Por otro lado, respecto a las opiniones que han surgido y que apuntan a que este acuerdo podría ser un primer paso hacia un tratado de libre comercio entre México y Brasil, consideramos que no es así. ¿La razón? Además de que ambos países son competencia directa en el sector automotriz, no hay interés, de ninguna de las partes, por consolidar un tratado de esta naturaleza.

Por ahora, solo queda observar de qué manera se acoplan ambos países a la nueva dinámica. Las reglas del juego están dadas y no cambiarán a menos que uno de los dos decida lo contrario.