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Perspectivas
Cadenas de suministro
¿Cómo superar la disrupción?
La pandemia, los conflictos económicos internacionales y algunos fenómenos climáticos han impactado las actividades productivas de las empresas de todo el mundo. Ante este escenario, ¿qué acciones pueden tomar para reactivar sus operaciones y a qué situaciones podrían enfrentarse el próximo año?
En entrevista con Xavier Ordóñez, Socio Líder de Cadena de Suministro en Deloitte Spanish Latin America.
Ciudad de México a 27 de diciembre de 2021.
Desde productos sanitarios y farmacéuticos, hasta microprocesadores y mercancía navideña, el comercio global ha experimentado, durante los últimos dos años, una escasez de bienes y materias primas sin precedentes.
En casos extremos, los centros comerciales se quedaron con anaqueles vacíos en sus establecimientos y algunas empresas, ante la falta de recursos para llevar a cabo sus procesos de fabricación, tuvieron que renunciar a la filosofía de producción Just In Time (que consiste en solicitar materiales justo cuando son necesarios para la fabricación, evitando costos de almacenamiento1) y transformar sus procesos productivos para sobrevivir a las condiciones actuales.
Pero, ¿por qué existe, hoy, escasez y cuáles son los principales obstáculos que enfrentan las cadenas de suministro de las compañías? Para responder, necesitaremos conocer, brevemente, algunos antecedentes que han originado este contexto adverso en el comercio internacional.
1 “Cómo el mundo se quedó sin nada”, The New York Times, 3 de junio de 2021.
La guerra de ‘aranceles’, el inicio
Antes de que la pandemia de COVID-19 impactara las actividades productivas de las empresas, otro suceso comenzó su desestabilización alrededor del mundo: la guerra comercial entre los Estados Unidos y China.
A partir de 2018, cuando surgió el conflicto entre ambas superpotencias, basado, principalmente, en la imposición de aranceles a la importación de productos clave1, muchas empresas comenzaron a sufrir alteraciones en sus cadenas de suministro, debido al aumento en el precio de diversos bienes.
Eso, sin duda, fue un gran desafío, pero poco después, en 2020, un nuevo reto desajustó aún más las operaciones de las organizaciones: el coronavirus. Ante esta contingencia, los países se vieron en la necesidad de implementar restricciones de movilidad para contrarrestar la propagación del virus, lo cual desaceleró la producción y exportación de bienes, y, eventualmente, condujo, junto con otros factores, a la escasez global de productos que hoy enfrenta el planeta.
¿Qué hicieron las empresas ante la escasez? Tal como ocurrió cuando inició la ‘guerra’ comercial entre las dos potencias, muchas organizaciones comenzaron a pedir a sus proveedores más materiales de los que necesitaban, como una medida de prevención para evitar que posibles contratiempos o interrupciones en las entregas las dejaran sin inventario.
La consecuencia de ello fue el desequilibrio de las cadenas de suministro globales: de forma súbita, se necesitó una mayor cantidad de contenedores y medios de transporte; la infraestructura marítima y terrestre no bastó para organizar la mercancía o descargarla a tiempo, y los espacios de los almacenes, así como el personal que laboraba en esos lugares, resultaron insuficientes para movilizar y resguardar los productos.
El resultado de estos desajustes productivos ha sido una mayor inflación, es decir, los precios de las mercancías se han elevado, debido a que existe poca oferta en el mercado y una enorme demanda de ellas. En medio de este escenario insólito, ¿qué pueden hacer las compañías para favorecer el funcionamiento de sus cadenas de suministro?
1 “Guerra comercial entre Estados Unidos y China: ¿cómo afecta a las industrias tecnológicas de ambos países?”, BBC News, 3 de septiembre de 2019.
Las empresas, ante la falta de recursos para la fabricación, han pedido a sus proveedores más materiales de los necesarios.
Proveedores: la base de una sinergia productiva
Como mencionamos anteriormente, es común que los negocios, en circunstancias como las actuales, decidan comprar una cantidad de recursos mayor a la que necesitan; sin embargo, esta práctica suele provocar un desbalance administrativo en los proveedores, conocido como “efecto látigo”, porque ellos tienen que esforzarse, a un sobrecosto, para cumplir con el pico de demanda de sus clientes, y esperar un largo periodo sin ventas, que concluye cuando las empresas agotan sus excesos de inventario y requieren nuevos bienes.
Por esta razón, es aconsejable que las organizaciones observen de cerca la situación de sus cadenas de suministro, buscando normalizar el flujo de trabajo de sus proveedores, porque, retomando la compra moderada de inventario, es más probable que se regularice la producción en todas sus fases y se normalice la demanda.
¿De qué manera pueden hacerlo? Contemplando a sus proveedores como socios de negocio y manteniendo una constante comunicación con ellos, ya que, a partir de este flujo de información, una compañía podría decidir, por ejemplo, realizar pedidos pequeños a sus proveedores, a fin de no sobreestresarlos con la obligación de conseguir grandes cantidades de materias primas y fabricar componentes de forma acelerada; o, por el contrario, en algunos escenarios, podría ser conveniente que los proveedores apoyen a un cliente que, debido a múltiples desafíos financieros, no cuenta con liquidez, otorgándole créditos que permitan la reactivación de la producción.
En otras palabras, solamente con una comprensión detallada de los retos que enfrentan todos los miembros de la cadena de suministro, y con un monitoreo constante de sus inventarios, las organizaciones lograrán diseñar una estrategia de negocio que beneficie a ambas partes.
Pero, aunque es un hecho que la aplicación de estas medidas puede generar un impacto positivo en los mercados, es probable que sus ventajas, en el futuro, se vean limitadas por nuevos fenómenos disruptivos en los procesos productivos, como nuevas olas de contagio de COVID-19, catástrofes naturales o conflictos políticos internacionales. Eso no hay que olvidarlo.
La alta demanda ha impactado las cadenas de suministro, y el personal no ha bastado para organizar y distribuir los bienes.
2022: continúa la incertidumbre
¿Qué escenarios podrían presentarse para las empresas en los próximos meses? En primer lugar, existe la posibilidad de que la situación sanitaria no mejore, lo que prolongaría la escasez actual de ciertos bienes (o la incrementaría), provocando una mayor inflación de precios en los mercados internacionales.
Si este fuera el caso, podría ocurrir que ciertos países y empresas apuesten por impulsar la economía interna, mediante la reactivación de las cadenas de suministro con bienes provenientes de proveedores nacionales o regionales, o reubicando sus plantas de fabricación cerca de sus clientes, a fin de eliminar los obstáculos logísticos.
Pero si, por el contrario, a principios del próximo año mejoran las condiciones sanitarias globales y la pandemia no genera consecuencias económicas y sociales importantes, existe una ligera posibilidad de que las empresas que sobrellenaron sus inventarios (al fabricar una enorme cantidad de productos con esos materiales), incrementen de forma notoria la oferta, provocando una deflación, es decir, una caída general en los precios.
No obstante, debido a que las cadenas de suministro de las compañías seguirán siendo vulnerables a otros desafíos disruptivos, principalmente, a los económicos y climatológicos, lo más probable es que, el próximo año, únicamente se consiga reducir la inflación provocada por la sobredemanda de bienes.
Es por esta multiplicidad de factores que el estado de las cadenas de suministro, en 2022, aún es una interrogante; sin embargo, será aconsejable que las organizaciones salvaguarden el buen funcionamiento de sus operaciones, haciendo una buena alianza con sus proveedores, a fin de reducir los posibles impactos de un contexto mundial que seguirá siendo desafiante.
En este escenario, las compañías deberán proteger sus operaciones, haciendo buenas alianzas con sus proveedores.
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