Combustibles fósiles… ¿‘verdes’?

Perspectivas

Combustibles fósiles… ¿‘verdes’?

A pesar de que la matriz energética del mundo se encuentra en una transición hacia las energías ‘limpias’, los combustibles fósiles seguirán jugando, durante varias décadas, un papel esencial en la demanda energética global. Por eso es importante considerar algunas acciones que ayudarían a reducir su huella climática.

En entrevista con Carlos de Regules, Socio de Asesoría en Riesgo, especialista en la industria de Energía y Recursos Naturales, en Deloitte México.

Ciudad de México a 18 de abril de 2022.

La crisis por el cambio climático es una realidad actual, que pone en peligro la supervivencia de la humanidad y del planeta mismo. Ante esta situación, diversos especialistas han planteado, desde sus múltiples perspectivas, qué hacer para frenar el impacto ambiental, y, entre sus principales respuestas, siempre destaca la sustitución del uso de los combustibles fósiles por energías renovables o ‘limpias’.

¿Por qué? Porque los combustibles fósiles como el petróleo, la gasolina, el diésel, el gas o el carbón son los principales generadores de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Datos de la Organización para las Naciones Unidas (ONU), así lo demuestran, pues de las cerca de 59 gigatoneladas de bióxido de carbono equivalente (GtCO₂e) que se emitieron al ambiente en 2019, aproximadamente 37 GtCO₂e tuvieron su origen en el uso de ese tipo de combustibles, lo que representa 63% del total de emisiones GEI1.

Considerando estos datos, será muy importante disminuir su uso en los próximos años; sin embargo, valdría la pena preguntarnos: ¿es posible eliminar su uso por completo? Desde nuestra perspectiva, esto no sería factible, a menos que se presente una gran disrupción geopolítica, tecnológica o regulatoria que cambie por completo los modelos energéticos que conocemos hasta ahora.

Durante las próximas tres décadas, los combustibles fósiles, sobre todo el petróleo y el gas natural, seguirán siendo parte importante de la matriz energética a nivel global. Se espera que, para mediados del siglo actual, la actividad económica mundial reduzca 16% su dependencia de los combustibles fósiles, al pasar de 80% actual a 64%2 (en México, la dependencia de los hidrocarburos es similar, ya que representan casi 84% de la producción de energía primaria, según datos de la Secretaría de Energía3).

Pero, mientras lleguemos a ese momento, la pregunta que quizás deberíamos hacernos es: ¿de qué manera este tipo de energéticos –los fósiles– podrían generar la menor huella de carbono posible en nuestro medio ambiente?

Reflexionar sobre esta interrogante nos puede brindar otra alternativa más para combatir el cambio climático desde ahora, ya que, en realidad, sí existen diversas acciones que pueden convertir a los combustibles fósiles en energías más ‘verdes’.  

[1] Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, “Informe sobre la brecha en las emisiones 2020”, 2020.

[2] De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, hasta hace unos años, los combustibles fósiles comprendían 80% de la demanda de energía primaria a nivel mundial (ONU, “El papel de los combustibles fósiles en un sistema energético sostenible”, enero de 2016).

[3] Secretaría de Energía, “Balance Nacional de Energía 2019”, 2020.

Los combustibles fósiles, sobre todo el petróleo y el gas natural, seguirán siendo
parte importante de la matriz energética a nivel global.

Los ejes de acción

Los escenarios de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) apuntan a que, en 2050, todavía existirá un uso importante de combustibles fósiles. También contemplan que, para ese año, es posible alcanzar la neutralidad de carbono (net-zero) en el consumo de energía planetaria, es decir, recortar, compensar y absorber las emisiones GEI y hasta alcanzar un balance neto nulo con respecto a su generación.

Sin embargo, aun cuando se haya alcanzado la neutralidad de carbono, es casi un hecho que las energías fósiles, como ya hemos mencionado, seguirán siendo necesarias. Por ello, no solo es importante acelerar la transición energética, sino aplicar ciertas medidas para reducir su huella de carbono.

Para cada tipo de hidrocarburo, existen rutas específicas a seguir, a fin de convertirlos en energías más limpias. En el caso de México, si nos centramos en los que representan la mayor cantidad de energía primaria, es decir, en el petróleo (60% del total) y en el gas natural (23%), que son también los que mayores emisiones de GEI representan, podemos enlistar los siguientes ejes de acción:

Petróleo

  1. Reducir las emisiones de GEI durante el proceso productivo y en la cadena de suministro del petróleo. Es necesario disminuir las emisiones operativas asociadas con: el bombeo y compresión de petróleo y gas; su acondicionamiento; su conducción, almacenamiento y transporte.

    Es igualmente importante reducir las emisiones asociadas a la cadena de suministro de estas actividades. Si logramos eficientar cada uno de estos procesos y fases de la cadena de suministro, reduciremos la huella de carbono del petróleo.
  2. Emplear tecnología de captura para regresar el dióxido de carbono a los yacimientos gasíferos. Actualmente, es posible capturar el CO₂ que se genera en una caldera que emplea diésel o en una termoeléctrica que funciona con combustóleo.

    Mediante procedimientos tecnológicos que ya son maduros, ese tipo de gases puede ser llevado, desde las chimeneas de las grandes termoeléctricas u otros sitios de emisión, a los yacimientos geológicos donde se obtuvieron.
  3. La compensación certificada de emisiones operativas. Todas aquellas empresas que formen parte de la cadena de suministro del sector petrolero (por ejemplo, las navieras que transportan el petróleo crudo) y cuyas actividades provoquen GEI, pueden compensar dichas emisiones comprando bonos de carbono en los mercados internacionales o promoviendo proyectos de reforestación para capturar el CO₂ de la atmósfera.

Gas natural

  1. Eliminar las fugas de gas natural en cada etapa de su producción. En todo el proceso de producción y distribución de este energético, desde el momento en que se recolecta en los campos petroleros; cuando se le separa del petróleo y se acondiciona su calidad; cuando se transporta por ductos para llegar al mercado y se distribuye en las ciudades; hasta que llega al usuario final, existen fugas que, en conjunto, representan una cantidad muy grande de emisiones contaminantes.

    Lo grave de esto es que el metano (gas natural) es un GEI 80 veces más potente que el dióxido de carbono para calentar el planeta, de acuerdo con estudios del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático. Por esa razón, es importante que se eviten las fugas de este combustible.
  2. Eliminar su desaprovechamiento. En la producción de petróleo y gas, ambos energéticos se encuentran mezclados, pero es frecuente que los proyectos petroleros solo estén planeados para aprovechar el petróleo, no el gas. Por ese motivo, el gas suele ser liberado a la atmósfera o quemado en grandes mecheros.

    Es necesario, por lo tanto, eliminar o reducir la quema y el desaprovechamiento del gas natural en su producción.
  3. Aprovechar el metano desprendido y transformarlo en combustible. El metano puede ser convertido, fácilmente, en hidrógeno y éste puede ser usado como combustible para impulsar vehículos, calderas, calefactores, etcétera. El producto que finalmente desprende el hidrógeno a la atmósfera es agua y, por lo tanto, representa un ciclo que no genera GEI.

    Este procedimiento se realiza desde hace mucho tiempo. La tecnología es conocida y madura y, en todo el mundo, incluido nuestro país, se transforma diariamente el gas natural en hidrógeno para su uso, por ejemplo, en los procesos de refinación del petróleo. Lo único que se necesitaría es darle a esta actividad una escala mucho mayor.

Con estas acciones, es posible reducir el impacto medioambiental de la industria de los combustibles fósiles, cuyo uso, sabiendo que seguirá siendo recurrente durante muchos años más, será recomendable condicionar a la reducción de los GEI.

Pero no son solo los efectos del cambio climático los que, a nivel global, están generando un impulso hacia la utilización de energías ‘verdes’; actualmente, existen otras situaciones geopolíticas importantes a considerar que podrían acelerar la transición energética1.  

Esta transición, así como otras que ya se llevan a cabo en distintas regiones del mundo, tardarán todavía algunos años para convertirse en una realidad. No obstante, las decisiones que se tomen hoy contribuirán no solo a tener un futuro en el que se dependa menos de los combustibles fósiles, sino a combatir, desde este momento, la crisis climática.

[1] Comunicado de prensa de la Comisión Europea, “REPowerEU: acción europea conjunta por una energía más asequible, segura y sostenible”, 8 de marzo de 2022.

Todas las decisiones que se tomen hoy contribuirán a combatir la crisis climática.

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