G20 y el comercio

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El G20 y las pistas sobre una posible guerra comercial

El pasado 7 y 8 de julio de 2017, se reunieron en Hamburgo, Alemania, los representantes del Grupo de 20. Los jefes de estado de los 19 países más la Unión Europea plagaron los medios con fotografías oficiales, videos de interacciones incómodas, y declaraciones textuales sobre las posturas de las figuras políticas más poderosas del mundo.

De la reunión resultó una declaración titulada “Formando un mundo interconectado”. Sus tres ejes principales –crear resiliencia financiera, impulsar la sustentabilidad y asumir responsabilidad- significan una enorme tarea tanto en lo doméstico como en lo internacional. Como herramienta, los países deberán usar sus políticas monetarias, fiscales y estructurales para lograr un crecimiento sólido, sustentable, balanceado e inclusivo que fomente el crecimiento económico.

Ciudad de México, 18 de julio de 2017.

México, en particular, se planteó un objetivo junto con Argentina y Brasil: implementar un plan de consolidación fiscal para preservar la estabilidad macroeconómica. Además, a mediano plazo, deberá enfocarse en fortalecer el marco legal para la creación del Sistema Nacional Anticorrupción con el fin de mejorar el Estado de Derecho y estimular el crecimiento potencial de nuestro país.

Para los medios mexicanos, uno de los momentos clave del G20 fue la breve reunión que el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, sostuvo con Donald Trump. Ante los reflectores de la prensa internacional, Trump reiteró que construirá el muro fronterizo y que renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

El fundamento ideológico de sus declaraciones es un argumento que hemos oído una y otra vez en el discurso del primer mandatario estadounidense: el comercio es injusto. Es un juego de suma cero en el que su país lleva años perdiendo. Una afirmación que, si no se tomara en cuenta la fuente, podría desatar una potencial guerra comercial.

“El comercio y la inversión internacional son motores importantes del crecimiento, productividad, innovación, creación de empleo y desarrollo”,

expone la declaración de líderes del G20. “Mantendremos los mercados abiertos, reconociendo la importancia de una estructura de comercio recíproco y mutuamente ventajoso bajo el principio de la no-discriminación”. Un principio que fungió como eje de la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), y que hoy parece correr peligro bajo la presidencia de Donald Trump.

Y aunque su administración puede tener motivos para desestimar al libre comercio –por ejemplo, según la revista The Economist, 77% de su déficit proviene del comercio que EEUU lleva a cabo con otros países bajo las reglas de la OMC-, cualquier incremento (por más mínimo) en aranceles podría provocar represalias que perjudicarían, finalmente, al consumidor de los bienes o servicios. En particular, a los más pobres.

Una vez más, las políticas aparentemente “simples” que propone Donald Trump tendrían consecuencias globales. Según la propia OMC, la incertidumbre en cuanto a la dirección que tomará la economía global, así como el riesgo de un repentino incremento de la inflación y un consecuente aumento en las tasas, aunado a políticas proteccionistas, podrían minar el crecimiento estimado de 1.8-3.6% en 2017 y 2.1-4% en 2018.

Después del G20 tenemos, por lo menos, algunas pistas. La realidad es que la globalización económica no ha beneficiado a todos por igual, pero ajustar los costos de la liberalización comercial y los cambios tecnológicos es fundamental para lograr una mayor distribución de la riqueza mundial.

Ya sea a través de acuerdos multilaterales o bilaterales, los líderes de las naciones más poderosas del mundo seguirán abogando por un mundo de fronteras abiertas.

Mantendremos los  mercados abiertos, reconociendo la importancia de una estructura de comercio recíproco y mutuamente ventajoso bajo el principio de la no-discriminación.

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