Ser una empresa ética no es cuestión de tamaño

En el caso de las PyME, cuya estructura está dirigida la mayoría de las veces por una familia, lo que se busca es una extensión de los valores del hogar al ambiente empresarial, con el propósito de lograr que la empresa trabaje sobre el cobijo de los valores definidos por la familia pero con un toque institucional en busca de ser reconocida como una empresa ética.

Para implementar un Código de Ética es importante diferenciarlo de un Código de Conducta, un documento que se asemeja más a un tipo de reglamento, que establece la manera en la que se debe actuar ante situaciones particulares de trabajo, y que puede ser reemplazado por políticas de apoyo, un esquema mucho más eficaz.

Así, por un lado, se transmite la filosofía de la compañía a través del Código de Ética –disposiciones dinámicas que se recomienda actualizar cada dos años –, mientras que por el otro se acota la manera en la que se conducen los empleados en determinadas circunstancias, mediante las políticas de apoyo –que pueden ser modificadas en cualquier momento–.

Al redactar un Código de Ética, lo aconsejable es tomar como base un tronco común de valores universales, entre cuatro y seis, como integridad, honestidad, respeto o diversidad, entre otros, y adecuarlos a la industria a la que corresponde la organización.

Ya se tiene un Código de Ética, ¿y ahora?

Una vez que la empresa ya tiene su Código de Ética, ¿qué puede hacer para vigilar que realmente se cumpla con él? El primer paso consiste en crear un comité de ética, el cual se encargará de hacer la difusión necesaria de los valores de la compañía y, promover la adopción de los mismos , ser el vocero de la organización ante temas éticos, ser el órgano sancionador en caso de detectarse comportamientos inapropiados y desde luego, promulgar con el ejemplo.

El segundo es generar campañas de comunicación, en las cuales se deberá explicar a los trabajadores cuáles son los valores de la empresa y las políticas que tienen que seguir.

Asimismo, se deben establecer mecanismos de denuncia, como Tips Anónimos, un servicio de Deloitte México, para que en caso de que se identifique que alguien no está cumpliendo con los principios establecidos en el código y en las políticas de apoyo, sea reportado ante el comité de ética para iniciar una investigación de los hechos.

En ese sentido, es importante contar con un área que ayude a las organizaciones a monitorear la correcta ejecución del código, como una contraloría o auditoría interna; esta última puede ser realizada incluso por un tercero, que tendría la capacidad de certificar o, por lo menos, hacer un diagnóstico de la empresa.

Las empresas deben quitarse la idea de que implementar un código de conducta es un proceso costoso, pues el grado de inversión es, en su mayoría, tiempo. El impulso para estos proyectos debe venir de la dirección, de los consejeros, dueños o accionistas, quienes tienen la misión de cambiar la percepción, que la gente no piense en corrupción, soborno o mala calidad al hablar de compañías mexicanas, que su organización sea, ante todo, una empresa ética.