Inversiones de Afores

Perspectivas

Inversiones de Afores

 ¿Un recurso ante la salida de capital extranjero?

Destinar el dinero para el retiro de los trabajadores, a proyectos de infraestructura que ya estén en operación y que generan ingresos fijos, podría suplir el ‘hueco’ que han dejado los inversionistas internacionales en México, en medio de la pandemia.

En entrevista con Efraín Bastida, Socio de Impuestos y Servicios Legales en Deloitte México.

Ciudad de México, 28 de abril de 2020.

Hace poco, en el marco de la contingencia sanitaria, la Asociación Mexicana de Administradoras de Fondos de Ahorro para el Retiro (Amafore) propuso un esquema emergente de inversiones para disminuir el impacto económico ocasionado por la pandemia del COVID-19 en el país: invertir el dinero de los fondos de pensiones en proyectos de infraestructura del gobierno federal que ya estén en operación y generen ingresos fijos.

¿Qué tan conveniente es la propuesta de la Amafore? Para contestar a esta pregunta primero es necesario entender que las implicaciones de la pandemia en México y en todo el mundo han sido de grandes proporciones. Uno de esos efectos es que, prácticamente todos los países están implementando políticas o medidas que protegen sus intereses internos, antes que los externos.

El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés) señala que, solo en marzo de este año, se registraron salidas de capital extranjero por 83 mil millones de dólares en los mercados emergentes de todo el mundo. Tan solo en México, en ese mismo mes, los inversionistas internacionales retiraron 4 mil 600 millones de dólares del país, lo que representa 0.4% del PIB de 2019[1].  

Si a eso se le suma que, en el caso particular de México, las calificaciones a su riesgo país –es decir, a su posibilidad de no cumplir en los términos acordados con el pago de su deuda externa– se han visto afectadas recientemente, queda claro que nos encontramos en un contexto propicio, y nada deseable, para la salida de capitales (inversiones) del territorio nacional.

Teniendo en cuenta que esa fuga de capitales puede causar un gran impacto en la economía nacional, la propuesta de invertir el dinero de los fondos para el retiro de los trabajadores, en proyectos que ya están en operación y generan ingresos, cobra mayor relevancia.

El dinero que concentran las Administradoras de Fondos para el Retiro de los Trabajadores (Afores), equivalente a poco más de 3.9 billones de pesos, al cierre de marzo pasado, según datos de la Comisión Nacional de Ahorro para el Retiro (Consar), es, a final de cuentas, un ahorro interno del cual se puede echar mano –aunque sea de manera parcial– para compensar, hasta cierto punto, la salida de capital extranjero, siempre y cuando no se pierda de vista que ese recurso a invertir pertenece a los trabajadores.

Ahora bien, ¿cómo elegir, de manera correcta, los proyectos de infraestructura en los que se podrían invertir estos recursos? Para determinarlo, se deben realizar estudios y evaluaciones muy cuidadosos, mediante modelos como el de due dilligence (investigación o auditoría hechas a una empresa o proyecto para conocer su valor). De esa manera, se podrá conocer, de forma certera, la viabilidad de destinar el dinero a tal o cual obra.

[1] “En marzo salen capitales extranjeros de México por 4,600 millones de dólares, estima el FMI”, El Economista, 31 de marzo de 2020.

La propuesta de invertir el dinero de los fondos para el retiro de los trabajadores, en proyectos que ya están en operación y generan ingresos, cobra mayor relevancia. 

Renta variable, la otra ruta de inversión

En un principio, las Afores fueron diseñadas para invertir exclusivamente en proyectos de renta fija, es decir, en aquellos donde el retorno del capital invertido y las ganancias, aunque pocas, están aseguradas.

Sin embargo, con el paso de los años, la legislación en materia de ahorro para el retiro se ha ido flexibilizando, permitiéndoles colocar cierto porcentaje de dinero en mecanismos de renta variable, donde la recuperación –tanto de la inversión inicial como la rentabilidad de ésta–, como su nombre lo indica, presenta cierto grado de riesgo.

Actualmente, las Afores tienen autorizado invertir en renta variable hasta 50% del dinero que administran de cada trabajador, dependiendo el grupo de edad en el que éste se encuentre. Por ejemplo, mientras que en el fondo de inversión (Siefore) de los trabajadores nacidos entre 1955 y 1959 hay un límite de inversión en renta variable de 9%, para los nacidos entre 1990 y 1994 se puede colocar hasta la mitad de su dinero ahorrado, en este tipo de inversión, de acuerdo con un tabulador de la Consar.

En ese sentido, los principales retos hoy y en los próximos meses para las Afores serán, además de mantener sus operaciones, de forma remota, para atender las necesidades y solicitudes de los trabajadores, evaluar bien los proyectos en los cuales se busca invertir y definir bien el perfil de inversión de los ahorradores, analizando cuidadosamente su nivel de aversión al riesgo, para poder canalizar sus recursos.

Todo ello abonará a encontrar mejores rendimientos y evitar minusvalías, para que, en el largo plazo, no haya afectaciones a un proyecto igual o más importante que el impulso de la economía en estos momentos: las pensiones de los trabajadores.

Hoy, los retos para las Afores son evaluar bien los proyectos en los cuales se busca invertir y definir bien el perfil de inversión de los ahorradores.

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