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Perspectivas
2021: el panorama del crédito bancario
Para que haya una recuperación en la demanda de crédito, primero debe observarse una recuperación de la economía global y un crecimiento en la confianza de los inversionistas. Por otro lado, el tema de la cartera vencida será uno de los más relevantes para la banca, en los próximos meses.
En entrevista con Gustavo Méndez, Socio Líder de Servicios Financieros en Deloitte Spanish Latin America.
Ciudad de México, 15 de diciembre de 2020.
A mediados de 2020, decíamos que el reto que enfrentarían los bancos a mediano plazo sería el de los créditos. Ahora, a punto de terminar el año, esa situación no ha cambiado mucho, pues el otorgamiento de estos productos seguirá siendo un tema relevante dentro del sistema financiero nacional.
Lo que sí ha mostrado un ligero cambio son los pronósticos de la banca acerca del otorgamiento de créditos. De acuerdo con la "Encuesta sobre Condiciones Generales y/o Estándares en el Mercado de Crédito Bancario", elaborada por el Banco de México, aunque hubo una disminución de la demanda de créditos bancarios en el tercer trimestre de 2020, la mayoría de los bancos del país espera un incremento de éstos en los próximos meses.
Recordemos que, debido a las afectaciones económicas ocasionadas por la pandemia del COVID-19, y previendo que a finales de 2020 terminarían las prórrogas que dieron a sus clientes para pagar sus deudas, los bancos adoptaron una postura más cautelosa para la aprobación de créditos, a fin de evitar posibles escenarios de impagos.
¿Cuáles son, entonces, las nuevas condiciones que permiten a las instituciones bancarias prever un mejor panorama para los créditos? ¿Realmente se puede prever un escenario favorable para éstas? Gustavo Méndez, Socio Líder de Servicios Financieros en Deloitte Spanish Latin America, nos comparte su análisis sobre el tema.
¿A qué se debe este cambio y este optimismo que tiene ahora la banca con respecto a la entrega de créditos en estos meses?
Hay dos perspectivas que se deben considerar. Por un lado, la de la Asociación de Bancos de México (ABM), cuya postura es que la banca tiene espacio para prestar, es decir, para otorgar créditos, gracias a sus altos niveles de liquidez y capital. Por otro lado, está lo que la demanda exija, ya que, dependiendo de lo que las empresas y los consumidores soliciten, podrá observarse realmente este crecimiento.
Existe el escenario de que el crédito se reactivará hasta 2023, acompañando el ritmo de la recuperación económica. En ese caso, faltarían todavía dos años para ver un crecimiento considerable en el otorgamiento de créditos; más que por una falta de apetito de riesgo de los bancos, por una falta de demanda.
¿Qué señales crees que, en el entorno actual, estarían anunciando un panorama positivo para los bancos?
Todavía no veo un panorama positivo para los bancos. Pero, para que existiera, lo primero que tendría que ocurrir es que los inversionistas tengan confianza de que habrá crecimiento, así como oportunidades para poder hacer negocio. Es decir, en primer lugar, se tienen que recuperar la economía global y las cadenas globales de manufactura, lo cual es muy importante para nuestro país, pero también para el resto del mundo.
Si bien hay signos positivos en la economía más grande del planeta, que es Estados Unidos, en este momento, dicho país está atravesando por situaciones de rebrotes de COVID-19 y cierres de establecimientos. La semana pasada, su gobierno anunció que los números de empleo, que habían estado creciendo, ya no crecieron tanto como esperaban. Eso significa que la economía va a continuar en un lento avance.
Para Latinoamérica, Ricardo Hausmann, un economista muy reconocido, prevé un par de repuntes más en los casos de COVID-19, antes de que llegue la vacuna. Por lo tanto, todavía falta tiempo para que se recupere la movilidad y, por tanto, la economía.
La encuesta de Banxico indica que las empresas grandes no han solicitado tantos créditos, en contraste con las Pymes. ¿Tú, cómo podrías explicar esta situación?
Cuando comenzó la contingencia sanitaria (marzo y abril), todas las empresas y corporativos grandes que tenían acceso a líneas de crédito de los bancos, las tomaron. En ese periodo, por lo tanto, crecieron mucho los balances de los bancos.
Con el paso del tiempo, dichas compañías han podido acomodar su situación financiera, al pagar o renegociar créditos, posponiendo pagos y siendo más eficientes. Además, al no ver oportunidades de crecimiento, las grandes organizaciones no están solicitando más créditos. Por ahora, solo están sobreviviendo o viviendo con lo que su estado de resultados les da.
En cuanto a las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes), desde antes de la pandemia no existían líneas de crédito disponibles por parte de los bancos para todo este segmento, sino que la mayoría solía financiarse con proveedores. Luego, durante la contingencia, las Pymes fueron las más dañadas, por lo que, si antes la banca no les daba préstamos a éstas (porque no conocía bien sus flujos de efectivo y sus posiciones financieras), ahora menos, dado que a los bancos les es más difícil evaluar el riesgo que representan.
En los próximos meses, ¿qué tipo de empresas se verán más beneficiadas: las grandes o las pequeñas? Y ¿qué instrumentos se prevé que pueden presentar una mayor demanda?
El riesgo más grande para el crecimiento y la reactivación de la economía es que todas las empresas están tendiendo menores ingresos que en el pasado. En las grandes compañías, su balance se ha debilitado, por lo que, si llegaran a pedir un crédito y las vuelven a evaluar, considerando esos estados financieros más debilitados, tal vez, el apetito de riesgo de los bancos sería darles una línea menor o, inclusive, no darles crédito.
Entonces, el gran riesgo es que, con balances más débiles, los bancos no tengan apetito de riesgo suficiente, aunque haya demanda de crédito. En ese sentido, los bancos tendrían que empezar por ver a las empresas más grandes, una vez que todo comenzara a moverse otra vez.
En octubre ocurrió una de las caídas más profundas del crédito de la banca. Al respecto, ¿qué se puede hacer para impulsarlo y cómo afecta esto a las instituciones bancarias?
Después de la crisis de 2008-2009, el crédito al consumo no se recuperó hasta después de dos años. Por lo tanto, es probable que la recuperación de la crisis del COVID-19, sobre todo en cuanto a tarjetas de crédito y créditos personales, tarde más tiempo. Lo normal va a ser que los bancos reduzcan sus líneas de crédito para tarjetas, y, al mismo tiempo, la gente, al ver más riesgo de conservar su empleo y de no poder solventar sus gastos, no va a pedir crédito para consumo.
El crédito de autos está funcionando bien para vehículos usados, porque ahora la gente puede comprar uno en buenas condiciones, aunque sea de segunda mano; sin embargo, la venta de nuevos está prácticamente 30% por debajo de lo que se tenía antes de la pandemia –en los primeros meses de la contingencia sanitaria, incluso llegó a estar 70% abajo–.
Con esto, la recuperación del crédito en personas todavía estará más complicada. El desempleo también es un factor muy importante, ya que, debido a la pandemia, se han perdido casi 450 mil empleos en el país, lo cual impacta a quienes tenían créditos de nómina, pero también a las nuevas solicitudes de crédito por parte de aquellas personas que se han quedado sin empleo.
¿Esta sería, en el mediano plazo, la situación más importante a la que se enfrentarían los bancos?
La preocupación más inmediata para los bancos, en los siguientes meses, será la cartera vencida, una vez que finalicen los programas para diferir el pago de los clientes. Algunos programas acababan en noviembre y, para que un crédito se refleje como cartera vencida, tienen que pasar tres meses. En consecuencia, el verdadero efecto en la cartera vencida lo vamos a ver, aproximadamente, a principios de marzo.
Adicional a ello, está el tema de menor crédito y menor movilidad de la economía, pues también se refleja en menores ingresos para los bancos. De modo que la única llave que le queda a los bancos, para hacer más eficiente su estado de resultados, es reducir gastos y saber dónde invertir.
Durante la pandemia ha quedado claro que aquellos bancos a los que les ha ido mejor son los que tienen herramientas digitales, con aplicaciones donde se pueden conseguir créditos, hacer inversiones o transferencias. Esas son las instituciones que han sido más resilientes en este periodo, y aquellas que no tengan estas facilidades digitales van a enfrentar un mayor reto.
En resumen: que la situación de los bancos pueda mejorar, depende mucho de la confianza que se tenga en el país y de la confianza que tengan los inversionistas y empresarios, para poder seguir invirtiendo; y, a su vez, de las posibilidades de la gente de tener un empleo estable, para solicitar créditos.
El crecimiento económico que se espera en los siguientes tres años es de alrededor de 3% anual, pero, con eso, apenas se compensa la caída de 9% de este año. Si todo sigue como está, en 2023 estaremos como estábamos en 2019.
Los bancos adoptaron una postura más cautelosa para la aprobación de créditos, a fin de evitar posibles escenarios de impagos.
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