Cruces fronterizos cerrados

Perspectivas

Retrasos en los cruces fronterizos con EE.UU.

¿Cómo nos pegan?

Las largas esperas para ingresar a los Estados Unidos por la vía terrestre han ocasionado afectaciones al comercio entre México y ese país.

Por una parte, se ha rezagado la importación y la exportación de productos; por otra, se ha desalentado la llegada de turistas y la actividad comercial en la zona fronteriza.

Entrevista con Cecilia Montaño, Socia de Comercio Exterior y Aduanas en Deloitte México.

Ciudad de México, 23 de abril de 2019.

Hasta antes del pasado 1 de abril, un camionero en Tijuana, Baja California, tardaba, en promedio, alrededor de 50 minutos en pasar a San Ysidro, en los Estados Unidos –en los carriles rápidos (Fast Pass), incluso podía hacerlo en 15 minutos.

Cruzar la frontera norte en México era una actividad en la que no se necesitaba invertir grandes cantidades de tiempo, sin embargo, a partir de esa fecha, el panorama cambió y, hoy, mover bienes y productos en ese y otros puntos aduanales es una misión en la que se pueden perder incluso más de 10 horas.

Pero, ¿qué sucedió? Los retrasos en los cruces fronterizos comenzaron los primeros días de abril, cuando el gobierno del presidente Donald Trump, ordenó reubicar a 750 agentes de aduanas en la atención de trámites migratorios, una medida que, a su vez, ha repercutido en la actividad comercial entre ambos países.

¿Cuáles son las afectaciones? En primer lugar, los rezagos en el traslado de mercancías han generado sobrecostos, pues entre más se alargan los tiempos de entrega, los procesos logísticos se demoran y, al mismo tiempo, esto genera un mayor gasto para las organizaciones.

El pasado 4 de abril, el Consejo Nacional de Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación reportó que más de 500 camiones de su sector habían quedado varados, en diferentes cruces fronterizos. Por su parte, el Consejo Nacional Agropecuario advirtió que las exportaciones de productos agropecuarios perecederos, como el jitomate, el aguacate y los frutos rojos, tendrían una merma de 73 millones de dólares al día.

Entre más tardan en cruzar los productos, más retrasos hay en sus entregas y, en muchos casos, los comerciantes no pueden cobrar a los clientes hasta que éstos no tengan las mercancías en sus manos –en el caso de perecederos, podrían incluso nunca ser entregados, por el riesgo a descomponerse.

Además, esta situación abre la posibilidad a reclamaciones por el incumplimiento de contratos. Es decir, si las empresas dejan de surtir a los clientes en los plazos establecidos, éstos pueden demandar, ocasionando con ello penalizaciones a los productores e, incluso, anulaciones de contratos.

Lo anterior ha impulsado a muchos comerciantes a buscar otras alternativas para mover sus mercancías, como es la vía área, pese al costo que esto puede generarles, pues por tierra los tiempos de traslado y las esperas solo les han causado problemas.

De hecho, según datos de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), las pérdidas económicas, hasta el momento, rondan los 800 millones de dólares y, en caso de cerrarse completamente la frontera, como ha amenazado el presidente de los EE.UU., alcanzarían los mil 700 millones de dólares, al día.

Suspender totalmente las actividades en los cruces fronterizos entre México y los Estados Unidos sería una decisión equivocada, que sin duda agudizaría y extendería todas las afectaciones mencionadas anteriormente, más aún, tomando en consideración que la mayor parte del comercio entre ambos países se realiza vía terrestre.

Suspender totalmente las actividades en los cruces fronterizos entre México y los Estados Unidos sería una decisión equivocada.

Afectación mutua

Los rezagos en los cruces fronterizos, así como en la entrega de mercancías, traen problemas no solo para México, sino también para los Estados Unidos.

Si bien es cierto que a nuestro país le pega el hecho de detener el flujo de mercancías hacia los Estados Unidos (la dependencia que tiene México en materia de exportaciones hacia los EE.UU. es de cerca de 30%), allá también se ven perjudicados muchos sectores y miles de negocios; primero, por lo que toca al abastecimiento de los productos básicos, y, segundo, por la parte del consumo.

Los turistas que antes iban de vacaciones, de shopping o a ver un encuentro deportivo en aquel país, ahora prefieren no hacerlo, para no perder varias horas en cruzar la frontera. La poca captación de turistas, a su vez, pone en aprietos a la industria hotelera, a la restaurantera y a todos los negocios que hasta antes dependían de los visitantes, principalmente, de los provenientes de las ciudades mexicanas de la frontera.

Incluso el ramo educativo ha sufrido las consecuencias de las disposiciones del gobierno estadounidense. Por ejemplo, la Universidad de Texas, en la ciudad de El Paso, ofreció hospedaje gratuito a los alumnos que iban desde la frontera de México a estudiar en ella, para que no tuvieran problemas de asistencia. Esto, por supuesto, implica un costo que la institución debe asumir.

En suma, el freno al flujo comercial terrestre entre ambos países ha generado una afectación importante a las cadenas productivas en los dos lados de la frontera, reduciendo las opciones de compra de los consumidores y elevando los precios de los productos finales.

Si las dificultades en el comercio bilateral se agravan, como sucedería en caso de un cierre completo de la frontera, las implicaciones serán mucho más profundas en las economías de México y los Estados Unidos, pues ya no solo se quedarían en el ámbito comercial: el impacto sería, directamente, al crecimiento de la nación.

El freno al     flujo comercial terrestre entre ambos países ha generado una afectación importante a las cadenas productivas en ambos lados de la frontera.

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