Fábrica de ‘followers’: has been saved
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Fábrica de ‘followers’:
La popularidad en redes sociales tiene un costo
En la actualidad, el estatus de las personas se mide a través de un nuevo indicador: el número de seguidores que tienen en redes sociales, la cantidad de “me gusta” que reciben sus publicaciones y las solicitudes de amistad que pudieran recibir.
Sin importar el ámbito en el que un individuo se desenvuelva – político, informativo, deportivo, espectáculos, gastronómico, etc. –, la popularidad en redes sociales se ha convertido en un factor fundamental y decisivo para la vida de millones de personas que, en algunas ocasiones, dependiendo el alcance que tengan, es el dinero que pueden llegar a ganar.
Ciudad de México, 27 de febrero de 2018.
Para tener un mayor estatus, estas personas están dispuestas a pagar un costo por ser más populares en sus redes sociales, una situación que ha impulsado el surgimiento de empresas dedicadas a vender seguidores que no necesariamente son personas reales.
Así lo demuestra un reportaje publicado en enero de este año por The New York Times, titulado “The Follower Factory”, que reveló la manera en la que opera Devumi, una empresa estadounidense que ha recaudado millones de dólares en el mercado global del fraude en las redes sociales.
Según la investigación del diario, Devumi vende seguidores de Twitter y retuits a celebridades, negocios y cualquier persona que quiera ser más popular o ejercer influencia en internet. Usando un conjunto de al menos 3.5 millones de cuentas automatizadas —cada una de ellas ha sido vendida muchas veces—, la compañía le ha proporcionado a sus clientes más de 200 millones de seguidores en Twitter.
De acuerdo con un análisis realizado por el NYT, algunas de las cuentas de Devumi muestran el patrón de una especie de robo de identidad social a gran escala. Al menos 55 mil cuentas usan los nombres, fotos de perfil, lugares de origen y otros detalles personales de usuarios reales de Twitter, incluidos menores de edad, sin su autorización.
Estas cuentas –explica el diario– son monedas falsas en la floreciente economía de la influencia en internet, que toca prácticamente cualquier industria en la que una audiencia masiva pueda ser monetizada. En la actualidad, las cuentas falsas que han sido creadas por gobiernos, delincuentes y empresarios infestan las redes sociales.
Estas cuentas, conocidas como bots, de acuerdo con el NYT, pueden ayudar a influenciar a las audiencias publicitarias y replantear los debates políticos, afectar negocios y arruinar reputaciones y, a pesar de ello, desde el punto de vista legal, su creación y venta están en una zona gris.
El ‘modus operandi’
Básicamente, de acuerdo con el reportaje de The New York Times, lo que Devumi vende son bots de amplificación, es decir, aquellos que siguen, dan retuit y me gusta a lo publicado por los clientes que hayan comprado el servicio.
El diario revisó los registros comerciales y judiciales que evidencian que Devumi tiene más de 200 mil clientes, incluyendo estrellas de reality shows, atletas profesionales, comediantes, oradores de TED, pastores y modelos.
En la mayoría de los casos, según muestran los registros, esos clientes compraron sus propios seguidores. En otros, sus empleados, agentes, compañías de relaciones públicas, familiares o amigos hicieron la compra.
Por solo unos centavos de dólar por cada uno, a veces incluso por menos -refiere el Times-, Devumi ofrece seguidores de Twitter, visitas en YouTube, reproducciones en SoundCloud y recomendaciones en LinkedIn.
Para entender mejor su negocio, el NYT contrató los servicios de Devumi a través de cuenta de prueba en Twitter, creada en abril de 2017. El periódico estadounidense pago a la compañía 225 dólares por 25 mil seguidores, alrededor de un centavo de dólar por cada uno.
El diario relata que los primeros 10 mil seguidores parecían ser personas reales. Tenían fotografías y nombres completos, la ciudad en la que se encontraban y biografías que parecían ser auténticas, sin embargo, los siguientes 15 mil eran claramente más sospechosos: no tenían imágenes de perfil y en vez de nombres tenían una mezcla de letras, números y fragmentos de palabras.
El fundador de Devumi, German Calas, negó que su compañía vendiera seguidores falsos y dijo que no sabía nada sobre las identidades sociales robadas a los usuarios reales, no obstante, se rehusó a otorgarle una entrevista el medio.
El caso de Devumi es importante porque pone al descubierto una parte del funcionamiento del mercado global de fraude de las redes sociales, un tema que si bien era conocido, no había sido develado hasta el momento.
The New York Times reveló el funcionamiento de una compañía dedicada a vender seguidores que no necesariamente eran personas reales.
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