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Análisis
Efectos de la elección en EE.UU.
Con el escrutinio de más de 90% de los votos, la elección en los Estados Unidos se ha volcado de manera contundente en favor del Partido Republicano, tanto en la presidencia como en las Cámara de Representantes y en el Senado. Donald Trump será el nuevo mandatario de la economía más grande del mundo, a partir del 20 de enero de 2025, y su gobierno contará con mayorías legislativas que le darán un amplio margen de maniobra en los distintos frentes de la agenda pública.
Para México, la trascendencia de los cambios por venir será mayúscula. La relación comercial entre ambos países es la más grande del mundo, con un volumen de $746 mil millones de dólares. Además, cerca de 11% de la población de la Unión Americana es de ascendencia mexicana, lo que abona a una profunda interconexión, que se expresa mediante el envío de remesas (las cuales representan entre 3.5% y 4.0% del PIB mexicano) y el acoplamiento económico-cultural de las ciudades fronterizas.
Por estas razones, resulta importante identificar aquellas áreas con el mayor potencial de cambio para la relación económica bilateral:
Comercio. Aunque los detalles fueron elusivos durante las campañas, la promesa de imponer una nutrida batería de aranceles fue constante por parte de Donald Trump. La estrategia delineada por el presidente electo contempla una tarifa universal de 10% sobre las importaciones independientemente de la procedencia, pero ha sido específico en los casos de China, para cuyas importaciones se plantea un arancel de 60%, y de México, al que se ha advertido de posibles aranceles de 25%. Este es uno de los elementos de cambio con mayores repercusiones, pues incidiría en un desacoplamiento de las cadenas globales valor, una probable ralentización del crecimiento global y una carga difícil de sortear para el aparato exportador. Para México, la aplicación de los aranceles estaría ligada a la evolución de los flujos migratorios y del combate a la delincuencia organizada, por lo que podría haber espacio para ciertos márgenes de negociación entre los dos gobiernos.
Inflación. En relación con lo mencionado anteriormente, anticipamos que las modificaciones en la geografía de la producción y el nuevo orden del comercio resultaría en presiones estructurales sobre la dinámica de costos. En México y en los Estados Unidos esto podría implicar que la inflación de los próximos años sea superior a la del pasado reciente (i.e., en México, la inflación subyacente promedio en los últimos 10 años asciende a 4.4% anual y la general a 4.7%), lo que mantendrá las tasas de interés elevadas y constituirá un reto para el consumo. Hasta antes de la elección, considerábamos que la tasa de interés mexicana podría reducirse a 7.5% al cierre de 2025, pero es posible que revisemos este pronóstico al alza en las próximas semanas, dada la nueva coyuntura.
Migración. La campaña presidencial de Trump esbozó la idea de instaurar programas de deportación masiva de inmigrantes indocumentados, llegando a mencionarse la cifra objetivo de un millón de personas por año, lo que equivaldría a una tercera parte de la estimación vigente para dicha población. Aunque esta será una de las promesas más difíciles de cumplir, el enfoque más radical en el manejo de la política migratoria podría afectar severamente el desempeño de los envíos de remesas hacia nuestro país, que hasta septiembre de 2024 ya se han visto titubeantes, con un crecimiento acumulado de solo 2.8%, frente a 8.9% de 2023. Además, se podría complicar la situación humanitaria que se vive en las ciudades de paso, dentro de la ruta migratoria.
Crecimiento. Aunque falta mucho por conocerse, la suma de políticas que se vislumbran para los Estados Unidos podría suponer un entorno de crecimiento más limitado en México. Este se materializaría a través, no solo de un desempeño laxo del comercio exterior, sino en el tope que las mayores tasas de interés impondrán sobre la inversión pública y la disminución en la entrada de la inversión privada. Esto, debido a las restricciones e incentivos que establecerá el gobierno estadounidense para motivar a las empresas a establecer sus operaciones dentro de su territorio. Es importante subrayar que Donald Trump prometió renegociar el T-MEC en 2026, por lo que la incertidumbre sobre la viabilidad de las inversiones en México será muy elevada hasta entonces y sin garantías para el mediano plazo. De momento, nuestra estimación de crecimiento se mantiene en torno a 1.0% para 2025, aunque mantenemos cierta cautela para el futuro próximo.
Tipo de cambio. De inicios de 2022, hasta el primer trimestre de 2024, el peso mexicano se apreció en más de 20% respecto al dólar, pero la tendencia se ha revertido rápidamente en los últimos 6 meses debido a cambios en el panorama político interno y a perspectivas económicas más rígidas. La nueva administración de Donald Trump apunta a sumarse a las presiones, por lo que la depreciación podría sostenerse en el mediano plazo, sobre todo ante la necesidad de compensación que surgiría en el escenario de que se impongan aranceles a las exportaciones mexicanas. En el periodo anterior, entre 2017 y 2021, el gobierno de Trump se caracterizó por imprimir una volatilidad fuerte y difícil de anticipar sobre los activos financieros, lo que podría repetirse durante los próximos cuatro años. En los próximos días, revisaremos al alza nuestros estimados para el tipo de cambio en 2024 y 2025.
Fuente: Elaboración propia con datos de Bloomberg.
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