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Perspectivas
Tasas de interés en EE.UU.:
Posibles escenarios frente a la volatilidad
En diciembre de 2015, después de casi una década de una política monetaria invariable, Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, anunció que se alzaría la tasa de interés de referencia.
Indicadores como un porcentaje de desempleo más bajo y un mayor crecimiento del PIB dieron luz verde para terminar con las políticas dovish (que favorecen las bajas tasas de interés) de la Reserva Federal, que cumplieron su función de estabilizar la economía en la etapa post-crisis de 2008.
Al anuncio, le antecedieron varias semanas de incertidumbre, en las que el peso se depreció como consecuencia de la volatilidad en los mercados financieros y bursátiles. El pasado lunes 19 de septiembre, casi un año después, México vivió prácticamente la misma situación.
El escenario que pocos empresarios y funcionarios creían posible llegó: la moneda mexicana alcanzó una paridad de 20 unidades por dólar. Hoy, el dólar cuesta 33.8% más de lo que costaba en diciembre de 2014.
El Fed decidió el 21 de septiembre de este año, por sexta reunión consecutiva, que la tasa de interés se mantendrá en sus niveles actuales de entre .25 y .5%, por lo menos hasta finales de 2016. Para entonces el Dot Plot, un “termómetro” que mide las expectativas de los miembros del Comité de Mercado Abierto, muestra que se espera una tasa de entre 0.5 y .75% a finales de este año, lo que sugiere un aumento más en 2016. En el largo plazo (2020+), los miembros de la Fed esperan que la tasa ronde entre 2.75 o 3%.
En resumen, el endurecimiento de la política monetaria estadounidense seguirá su curso de manera gradual.
¿Qué puede esperar el sector financiero mexicano?
Según la opinión de la banca privada, que el Banco de México realice un incremento de 75 puntos base en la tasa de fondeo, para ubicarla en 5.0%, a finales de este mes. Contrarrestar la presión inflacionaria del tipo de cambio es la prioridad, aunque también se espera mitigar el efecto de fuga de capitales que ya ha surgido con anterioridad como consecuencia de una política monetaria asimétrica entre ambos países.
El entorno político juega un papel de gran importancia en la actual coyuntura. Noviembre será un mes turbulento para el peso mexicano, pues la decisión que se tome en las elecciones presidenciales tendrá un efecto transcendental en las expectativas sobre la relación bilateral, y por lo tanto, en las expectativas sobre la facilidad para hacer negocios con Estados Unidos.
El sector financiero deberá cuidar el nivel de endeudamiento en moneda extranjera, a fin de sufragar costos respecto a los ingresos que perciben. Anticipar vencimientos de endeudamiento, así como contar con mayores coberturas cambiarias, serán las acciones a tomar durante las próximas semanas.
Finalmente, como consecuencia inmediata de la apreciación del dólar, las materias primas se encarecerán, así como las importaciones en general, por lo cual es probable que la canasta básica sufra modificaciones. Las empresas exportadoras podrán aprovechar los ingresos adicionales que se generen gracias al tipo de cambio.
Ante esta coyuntura, México deberá ser cauteloso y procurar la estabilidad de la economía nacional.