La primera lección y puede que la más sorprendente que aprendimos del impacto financiero de la pandemia fue que las infraestructuras globales demostraron ser significativamente más resilientes de lo que se podría esperar, ¡ya que el mundo no se derrumbó como hubiera pasado en una película de Hollywood! Algunas empresas pertenecientes a sectores como el turismo y la restauración, aunque han visto disminuir sus ingresos de la noche a la mañana, han sobrevivido a pesar de todo. 

Principales lecciones aprendidas de la crisis

Las etapas del viaje

La pandemia puso a prueba la resiliencia de las empresas, los sistemas financieros globales y las infraestructuras más amplias de capital e incluso a los gobiernos de los países. Las lecciones aprendidas nos dotarán de lo necesario para prosperar en el futuro.

La primera lección y puede que la más sorprendente que aprendimos del impacto financiero de la pandemia fue que las infraestructuras globales demostraron ser significativamente más resilientes de lo que se podría esperar, ¡ya que el mundo no se derrumbó como hubiera pasado en una película de Hollywood! Algunas empresas pertenecientes a sectores como el turismo y la restauración, aunque han visto disminuir sus ingresos de la noche a la mañana, han sobrevivido a pesar de todo. En lugar de hundirse, reaccionaron rápidamente para minimizar costes y entraron en un estado de hibernación durante el cual se mantuvieron a flote gracias a sus propios ahorros, al apoyo de grupos de interés interconectados o, en última instancia, a las ayudas del gobierno.

Evidentemente, una condición implícita en el apoyo por parte de las administraciones ha sido la eliminación de la opción de insolvencia y los accionistas, al no poder desentenderse sin más, se han visto obligados a concentrarse en preparar las empresas para el futuro con energías renovadas. En otros lugares, muchas empresas aprendieron que en realidad tenían más capacidad para reaccionar bajo presión de lo que imaginaban y para adaptarse con más rapidez a condiciones de trabajo radicalmente distintas al tiempo que contenían costes y gastos. Las bases de capital también han demostrado ser más resilientes de lo previsto al encontrar las empresas maneras innovadoras de proteger sus finanzas a corto plazo, como por ejemplo elevando la proporción de los activos financiados por recursos propios. 

Finalmente, la crisis de la Covid-19 sirvió para recordarnos que los mercados aspiran instintivamente a unos resultados favorables a largo plazo y tienden a ser profundamente optimistas, aun cuando la total recuperación económica se retrasa más de lo deseado. Sin embargo, no debemos pecar de exceso de confianza, ya que no todas las empresas han salido adelante. La incertidumbre que nos rodea hace que la búsqueda de la resiliencia sea algo vital para todos. Significa contar con las herramientas fundamentales para prosperar frente a la adversidad, para conservar la confianza y para alimentar la esperanza, independientemente de lo que nos depare el futuro.

Las bases de capital también han demostrado ser más resilientes de lo previsto al encontrar las empresas maneras innovadoras de proteger sus finanzas a corto plazo, como por ejemplo elevando la proporción de los activos financiados por recursos propios.

¿Qué ha cambiado?

En cierto modo, parece que bastantes ámbitos permanecen igual desde antes de la pandemia. Tal y como se mencionó en nuestro artículo sobre continuidad y financiación, las disciplinas básicas en las que se basan los negocios y la planificación del capital no se han visto afectadas en lo principal. Las empresas bien gestionadas deben aun así definir e involucrarse en una sólida estrategia comercial, establecer previsiones realistas y a continuación comunicarse con regularidad y transparencia con los grupos de interés. Deben actuar según el plan establecido recordando que, al menos desde el punto de vista financiero, el dinero en efectivo manda. Sin embargo, de lo que no cabe duda es del cambio sufrido por el contexto operativo dentro del cual se ponen en práctica estas acciones. Esto significa dedicar más esfuerzos a adquirir los conocimientos y estrategias que la empresa resiliente necesita en la actualidad para recuperarse y salir adelante mientras se aventura a vivir un futuro más impreciso.

La próxima normalidad

Las empresas de todo el mundo han sufrido esta disrupción de maneras muy distintas. Algunas han sido barridas del mapa mientras que otras han resultado beneficiadas por la pandemia. La mayor parte se encuentra entre estos dos extremos. Es probable que, en el mejor de los casos, el futuro entorno operativo sea vacilante y es posible que el miedo al virus siga estando presente, al menos subliminalmente, en la mayoría de los mercados y durante un tiempo. Puede que el comportamiento de los consumidores nunca vuelva a la «normalidad» previa a la pandemia y que debamos empezar a acostumbrarnos a la «próxima normalidad». Esto significa hacer balance de los cambios que han reconfigurado el contexto operativo para a continuación remodelar y reestructurar la empresa con el fin de aprovecharlos al máximo. Es necesario vigilar las tendencias imperantes y los modelos operativos y las estructuras de capital han de mantenerse lo más flexibles y eficaces posible para reforzar y maximizar la resiliencia ante los cambios imprevistos.

Una mayor interdependencia

Casi todas las empresas resilientes se han provisto de liquidez financiera adicional durante el periodo de incertidumbre que ha supuesto la crisis y deberán ejercer un control más estrecho sobre el efectivo durante la próxima normalidad. A pesar de que los gobiernos de muchos países han identificado y mitigado todo lo posible el impacto sobre las empresas, puede que muchos proveedores y clientes clave sigan luchando por mantenerse a flote y aun así acaben hundiéndose. Por esta razón, debería supervisarse a todos los participantes en la cadena de valor.

Sobre todo, se presenta la oportunidad de desarrollar interdependencias más abiertas y basadas en la confianza que aprovecharán las fortalezas propias de cada experto que participe en la cadena, así como de identificar y corregir las debilidades potenciales que se puedan haber pasado por alto en el pasado. A causa de los inciertos desafíos financieros que están por venir, resulta más crucial que nunca disponer de una sólida planificación del capital, por lo que la comunicación proactiva y precisa con los grupos de interés del área financiera será un elemento fundamental. Una mayor interdependencia también es extensible a los colaboradores externos especializados, cuyas habilidades particulares se pueden aprovechar para acelerar la transformación del negocio. Esto permitirá que la empresa resiliente se centre en sus propias fortalezas y desarrolle la agilidad que necesitará cada vez en mayor medida para prosperar y crecer en la próxima normalidad.   

El alcance global y la amplitud de capacidades de Deloitte en todos los aspectos relacionados con la gestión de capital contribuyen a orientar a muchas empresas en medio de la incertidumbre que caracteriza a la época actual y fomentan su resiliencia para enfrentarse al futuro con confianza renovada.

 

Resiliencia

La pandemia mundial ha impulsado hasta a las empresas más resilientes a revisar sus actividades e identificar áreas de mejora para el futuro. Llegar a los clientes adecuados y ofrecerles los productos apropiados ya es lo bastante difícil (especialmente, si tanto unos como otros cambian continuamente), pero no disponer de la inversión necesaria para acometer un cambio organizativo (desde redimensionar y transformar digitalmente una empresa hasta promover iniciativas de cambio cultural o medioambiental) o no mantener las reservas (o líneas de crédito) adecuadas por si surge otro problema imprevisto será igual de trascendente para conservar la capacidad de resiliencia en toda su plenitud.

El desarrollo de la resiliencia financiera se caracteriza por tres etapas fundamentales:

1. ¿Dónde nos encontramos?

  • Hay que reflexionar a fondo sobre la situación actual. Obtener una visión fiel de todos los centros de costes y revisar la salud financiera de cada proveedor y cada cliente (así como de los demás eslabones de la cadena de suministro siempre que sea posible).
  • Admitir y responsabilizarse de la situación actual. Actuar con honestidad aunque el panorama no sea alentador, ya que al menos sabremos qué requiere nuestra atención.
  • Identificar las áreas que necesitan mejorarse. Enumerarlas y establecer prioridades.

Las tres etapas fundamentales del desarrollo de la resiliencia financiera:

1. ¿Dónde nos encontramos?

2. ¿Hacia dónde nos dirigimos?

3. ¿Cómo lo conseguiremos?

2. ¿Hacia dónde nos dirigimos?

  • ¿Cuál es nuestra nueva perspectiva de cara al futuro? No se trata de volver a proyectar la visión que teníamos antes de la pandemia, sino de concebir una perspectiva que evalúe íntegramente el cambio que nos desafía en la actualidad y que seguirá poniendo en jaque la resiliencia de la empresa.
  • Definir cuál es nuestra misión y prepararnos para contar nuestra historia. Si se ha trazado un rumbo con buen sentido comercial y que atraiga a la gente, se comprometerán a aportar fondos y a invertir en la empresa.
  • Hay que pensar en el horizonte a largo plazo, no solo en el futuro inmediato. Puede que una perspectiva a diez años no sea de gran ayuda en los próximos 18 meses, pero permitirá plantearse con más inteligencia la inversión en crecimiento sostenible.

3. ¿Cómo lo conseguiremos?

  • ¿Qué pasos hay que dar en la práctica para acortar la distancia entre la situación actual y el punto al que deseamos llegar? ¿Cuáles son los hitos en cuanto al capital del recorrido? ¿Con qué frecuencia prevemos evaluar las necesidades financieras en continuo cambio a medida que avanzamos?
  • Una vez establecida la trayectoria, ¿cuáles son los factores que propiciarán la llegada al objetivo lo más rápida y eficazmente posible? Hay que considerar un cambio imprevisto como una transformación. Esta podría conseguirse mediante una salida o adquisición selectiva puesta de manifiesto por los acontecimientos recientes.
  • Tal y como se ha mencionado anteriormente, actualmente nos encontramos en una era de redes más amplias de colaboración entre expertos especializados que hacen lo que mejor saben para resolver los mayores desafíos más rápido, más económicamente y con menor riesgo de capital. ¿Se están aprovechando las mejores opciones a nuestro alcance?

Financiar el futuro 

Las empresas resilientes deben contar con planes de negocio y de capital sólidos y realistas.

Una de las maneras más efectivas de conseguirlo es a través de la previsión basada en escenarios para identificar posibles desafíos financieros dentro de una variedad de situaciones diferentes. La variedad es inmensa según el punto de la curva de recuperación en que se encuentre la empresa: ¿Puede que esté intentando salir del estado de hibernación? ¿O quizá esté volviendo a la actividad relativamente indemne? Es posible que hasta se haya beneficiado de la pandemia e intente consolidarse a medida que las aguas vuelven a su cauce.

Independientemente del punto en que se encuentre de su curva de recuperación, la magnitud y velocidad sin precedentes que caracterizan a esta crisis han hecho que muchos de los controles financieros establecidos se encuentren en el límite de sus capacidades. Esto ha provocado cierta relajación en las disciplinas, normativas y gobernanza de los mercados lo cual, a su vez, ha socavado la confianza en las instituciones pertinentes, que resisten al abuso de los profesionales sin escrúpulos y la falta de comprensión por los profanos en la materia.

Por tanto, la confianza constituye una prioridad principal para el futuro si los gobiernos y las empresas desean avanzar rápidamente a lo largo de la curva de recuperación. Las autoridades necesitan poder confiar en que las empresas no abusarán ni se aprovecharán indebidamente de las medidas financieras a corto plazo que ofrecen, mientras que las empresas requieren tener la seguridad de que el gobierno tiene presentes sus intereses más importantes y los de la economía en su conjunto. Para que la recuperación se sostenga y las empresas resilientes prosperen, ambos aspectos deben basarse en la confianza.

Deloitte cuenta con algunas de las capacidades de planificación de escenarios más respetadas en el mundo y, gracias a nuestras habilidades integrales presentes en todas las disciplinas, desde la estrategia hasta la ejecución, podemos ofrecer una perspectiva holística y soluciones probadas para maximizar el potencial en cualquier situación.

Las autoridades necesitan poder confiar en que las empresas no abusarán ni se aprovecharán indebidamente de las medidas financieras a corto plazo que ofrecen, mientras que las empresas requieren tener la seguridad de que el gobierno tiene presentes sus intereses más importantes y los de la economía en su conjunto.