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Órdago o MUS: hacia la consolidación bancaria

Opinión de Francisco Celma publicada el 26 de junio de 2015 en el diario 'Expansión'

Una vez rebasada la primera mitad del año y con los resultados del segundo trimestre a punto de darse a conocer por parte de las entidades financieras, el sector bancario deberá seguir demostrando que su modelo de negocio es viable y sostenible. No se trata de un simple juego de cartas. Sino de seguir ofreciendo valor al accionista y continuar con la reducción de costes.

En un entorno de baja rentabilidad como el actual, este objetivo común a todas las entidades puede implicar tomar pasos decisivos hacia una mayor consolidación del sector. Recientemente, el Banco de España apuntaba que existe margen para seguir con el proceso de fusiones tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. No se trata de ningún farol. En este sentido, el nuevo modelo de supervisión, que se acordó hace tres años con la puesta en marcha de la unión bancaria, tiene la capacidad de solicitar a los bancos sus estrategias de negocio, revisarlas y proponer mejoras en el ámbito de control, de gobierno corporativo y de gestión del riesgo e, incluso, imponer requerimientos adicionales de capital.

De esta forma, aquellas entidades cuyos modelos de negocio no se consideren viables ni sostenibles se verán abocadas a procesos de reestructuración, resolución o fusión en el ámbito doméstico o bien en el europeo.

Aunque esta etapa, aún por llegar, se encuentra cada vez más próxima, no podemos olvidar las intenciones naturales de la unión bancaria. Se trata de un proyecto muy ambicioso en su concepción; inspirado, entre otros aspectos, por la necesidad de devolver la confianza a los inversores y financiar la economía productiva y que tiene entre sus objetivos fundacionales alcanzar una verdadera integración europea del sector financiero.

Pese a que no todos sus pilares han tenido el mismo nivel de desarrollo, hay que reconocer que ha habido avances notables en poco tiempo, entre los que destaca la implantación del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), que asumió las competencias de supervisión de la zona euro en noviembre de 2014.

Durante los últimos meses hemos empezado a tener una perspectiva más clara sobre el funcionamiento del MUS y cómo está afectando su puesta en marcha al sector financiero. Tal cómo preveíamos, el MUS ha impactado de forma significativa en las entidades al implantar nuevas herramientas de supervisión.

La revisión del gobierno corporativo, incluyendo el análisis de las capacidades de la dirección de las entidades y su apetito al riesgo, el uso de herramientas de supervisión prospectivas -como los test de estrés- y la determinación por asegurar la calidad del capital de las entidades han sido algunos de los rasgos que han definido la actuación del nuevo supervisor hasta esta primera mitad de 2015.

Adaptación

Es inevitable afirmar que este nuevo modelo de supervisión está suponiendo un importante esfuerzo de adaptación por parte de las entidades financieras. De esta forma, y como nunca antes, la regulación y la supervisión se han convertido en aspectos fundamentales dentro de las estrategias, modelos de negocio y de gestión de las propias entidades.

En este nuevo escenario, los bancos necesitan no sólo anticipar y centrar su atención en las prioridades de supervisión marcadas por el Banco Central Europeo, sino que las tienen que considerar a la hora de diseñar sus estrategias y planificar su capital. Así, resulta prioritario que las entidades hagan ver al supervisor que sus modelos de negocio son sostenibles en el tiempo y que son capaces de generar la confianza de los mercados, evitando así las sorpresas del pasado.

En este camino aún quedan muchos kilómetros por recorrer, tanto para los bancos como para el propio MUS. El objetivo de fijar un campo de juego es un reto, no sólo para ambos, sino también para los legisladores. Y es que parece una tarea cuanto menos compleja exigir una supervisión única sin una legislación que también lo sea. Por ello, una de las prioridades del BCE es analizar el efecto que las opciones y discrecionalidades normativas nacionales tienen sobre la calidad del capital de las entidades.

El calendario de cambios normativos en Europa no está todavía claro, pero puede que algunos bancos sí tengan que afrontar mayores necesidades de capital a medio plazo, especialmente si en el futuro se eliminan ciertas exenciones u opciones que existen actualmente. Es prematuro afirmar que en el corto plazo veremos fusiones transfronterizas pero previsiblemente, las integraciones de negocios a nivel europeo podrían cristalizar inicialmente mediante el desarrollo de negocios conjuntos especializados para determinados mercados. En cualquier caso, sí podemos decir es que la unión bancaria está en marcha y que las entidades tienen que seguir preparándose para afrontar el futuro en las mejores condiciones posibles, incluidas las entidades españolas. No es ningún farol.

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