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Banxico, ¿llegó el momento de reducir la tasa de interés?
Hoy, a las 13:00 horas, el Banco de México (Banxico) emitirá su decisión de política monetaria, al dar a conocer si mantiene, eleva aún más o, por primera vez en un largo periodo, reduce su tasa de interés.
La tasa de interés de referencia de Banxico, como señala la misma institución, es la tasa a la que presta el banco central y que tiene un impacto directo en los intereses que las personas y las organizaciones pagan por créditos o financiamiento a las instituciones bancarias.
En entrevista con Gustavo Méndez, Socio Líder de la Industria de Servicios Financieros en Deloitte México.
Ciudad de México, 28 de marzo de 2019.
Se trata de una herramienta importante con la que cuenta el banco central para controlar el crecimiento de dinero y, por lo tanto, la inflación, la cual, recordemos, se ha visto afectada desde 2017 por los precios de los energéticos, generando efectos secundarios en el transporte y el resto de los bienes de consumo.
Si bien Banxico estima una reducción en el futuro cercano, lo cierto es que los niveles de inflación registrados en 2018 aún fueron altos, sobre todo si los comparamos con el objetivo que el banco central se planteó, de 3%; sin embargo, poco a poco este indicador comienza a ceder y, actualmente, ya se encuentra en el rango del objetivo de 3% más 1% de diferencia.
La política monetaria de Banxico para contener la inflación ha tenido como pilares la libre fluctuación del peso contra el dólar y, desde inicios de 2016, un incremento gradual en la tasa de interés de referencia: en diciembre de 2015, cerró en 3%; en el mismo mes, pero de 2016, llegó a 5.5%. Para enero de 2018, ya se encontraba en 7.25% y en febrero alcanzó 7.5%. Hoy, la tasa se ubica en 8.25%.
No obstante, esta referencia tuvo un alivio en la semana del 21 de marzo, cuando el Sistema de la Reserva Federal (Fed, por sus siglas en inglés) de los EE.UU. mantuvo el nivel de tasa y emitió un mensaje en el que amplía la posibilidad de una reducción de tasas en el futuro.
Con la inflación a la baja, la economía desacelerando y el tipo de cambio en niveles debajo de los 19 pesos por dólar, parecería ser que es un buen momento para observar un cambio en la política monetaria del banco central y ver la primera reducción de tasas en el año, no obstante, habrá que esperar a la decisión oficial.
Con la inflación a la baja, la economía desacelerando y el tipo de cambio en niveles debajo de los 19 pesos por dólar, parecería ser que es un buen momento para observar un cambio en la política monetaria del banco central.
El impacto de la tasa de interés en las empresas
El incremento de la tasa de interés de referencia del banco central, como señalamos anteriormente, tiene un gran impacto en el financiamiento de las empresas.
Actualmente, los costos de financiamiento en el mercado para corporativos rondan en Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio (TIIE) +1%; para empresas grandes, en TIIE + 2.5%; y para empresas medianas, alrededor de TIIE + 4%.
Para explicar mejor esta situación, tomemos como ejemplo el caso de las empresas medianas. La tasa de interés que pagaban en 2015 era de alrededor de 7.5%; para 2018, subió a 11.9%, y, para 2019, estuvo cercana a 12.8%.
Si el monto financiado no ha registrado cambios, lo anterior implica que, actualmente, pagan por intereses más del 50% de lo que pagaban en 2015; en otras palabras, si en 2015 su flujo de efectivo cubría ocho veces el pago de intereses, ahora lo cubre solo cinco veces.
Por otro lado, el incremento en el costo del financiamiento también afecta las ganancias de las organizaciones. En el caso de las empresas medianas, la utilidad neta equivale, aproximadamente, a entre 5% y 10% del porcentaje total de sus ventas.
Al subir la tasa de interés y, por ende, el costo de los créditos, el margen de utilidad se ve mermado, y queda, en promedio, en un porcentaje de entre 4% y 8% de las ventas, lo que obligaría a las compañías a reducir su gasto en inversión.
Por ello, este año sin duda será crucial para la supervivencia de las empresas, las cuales deberán trabajar para encontrar eficiencias e incrementar su productividad para poder así cubrir este aumento significativo en sus costos de financiamiento.
Implementar culturas de revisión de precios, productos y zonas de competencia son algunas herramientas que las organizaciones tienen que establecer para poder mejor su productividad, eficiencia y ventas.
Otras opciones para mejorar la estructura de deuda o refinanciar a una mejor tasa son los esquemas de arrendamiento financiero. Si la empresa tiene capital invertido en activos como transporte o bienes inmuebles, liberar su valor vía un esquema de “venta y arrendamiento” (sale and lease back) puede generar eficiencias en el costo financiero.
El papel del gobierno
Pero, ¿cómo pueden las autoridades seguir incentivando las inversiones privadas, que se ven notablemente afectadas por el incremento en las tasas de interés? Desde su trinchera, podrían impulsar políticas fiscales que establezcan beneficios para las nuevas inversiones y mejoren la productividad.
Basta con observar los efectos inmediatos que tuvo la reforma fiscal en los Estados Unidos. Uno de los beneficios fiscales otorgados en ese país, y que podría ser replicado en México, es la deducibilidad inmediata de inversión en bienes de capital de trabajo para las empresas, un concepto que podría extenderse también a inversión tecnología, que mejore la eficiencia y rentabilidad de las compañías.
Entre mayor valor agregado generen las empresas, mayor será su contribución a la economía y, en el largo plazo, la aportación fiscal que realicen.
En este primer año de gobierno, en el que se busca incrementar la recaudación para mantener el nivel de gasto y derivar los ingresos a programas sociales, es muy complicado que se pueda pensar en este tipo de reformas y de estímulos fiscales, pero si no se impulsan, las empresas serán más vulnerables a las altas tasas de interés, la inversión se reducirá y no habrá crecimiento.
Entre mayor valor agregado generen las empresas, mayor será su contribución a la economía y, en el largo plazo, la aportación fiscal que realicen.
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