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Perspectivas
Comercio en América del Norte
¿Hacia dónde se dirige?
Aunque el comercio exterior de la región ha mostrado señales de recuperación frente al COVID-19 en los últimos meses, todavía no se han observado todos los beneficios que el Tratado entre México, los Estados Unidos y Canadá (T-MEC) tiene para los países que lo integran. Mientras tanto, las empresas mexicanas tienen el reto de cumplir con las nuevas reglas del acuerdo.
En entrevista con Roberto Modesto, Socio de Comercio Exterior en Deloitte México.
Ciudad de México, 28 de abril de 2021.
Con el anuncio de la aprobación del T-MEC, a principios de 2020, aquel parecía ser un año prometedor para el comercio exterior mexicano; sin embargo, la pandemia de COVID-19 que se propagó poco después empañó el comienzo de la que muchos consideraban una nueva era comercial para la región de América del Norte.
Si bien con la aprobación del T-MEC –y, meses después, en julio de 2020, con su entrada en vigor–, se dio mayor certeza a empresas e inversionistas, el freno que puso la contingencia sanitaria a la actividad industrial, sin duda, repercutió en los números del comercio exterior mexicano.
En 2020, las exportaciones de México hacia otros países tuvieron un valor de 417 mil 670 millones de dólares y, las importaciones, de 383 mil 194 millones de pesos, lo que representa una caída de 9.3% y 15.8%, respectivamente, si se les compara con 2019, cuando las exportaciones alcanzaron los 460 mil 704 millones de dólares y las importaciones 455 mil 295 millones de dólares, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Actualmente, resulta cierto que el comercio exterior mundial muestra signos de recuperación gracias a los procesos de vacunación que se siguen alrededor del mundo y a la reactivación económica; no obstante, las industrias de nuestro país todavía deberán buscar soluciones a los grandes retos comerciales que tienen por delante, principalmente a los relativos al
T-MEC, que es, hasta este momento, el tratado más importante para nuestro país.
A pesar de las señales de recuperación en el comercio internacional, las industrias de nuestro país todavía deben buscar soluciones a los grandes retos comerciales que implica el T-MEC.
T-MEC: los desafíos pendientes
En 2020, México exportó 81% de sus bienes a los Estados Unidos y compró allá 43.8% del total de importaciones que registró en ese periodo, de acuerdo con datos del Banco de México. Por esta razón, el país vecino del norte representa el lazo comercial más importante para nosotros.
Particularmente, la producción automotriz y de electrónicos tiene un papel destacado en las exportaciones que se hacen desde territorio nacional hacia los Estados Unidos. De modo que los cambios que vinieron para estas industrias con el T-MEC se presentan como algunos de los principales desafíos para nuestro país.
Con respecto al sector de automóviles y de autopartes, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) pedía que 62.5% del contenido de componentes de un vehículo —o Valor de Contenido Regional (VCR)— proviniera de los países miembros, lo cual daba margen para que las compañías adquirieran el resto de los materiales de diferentes partes del mundo, como Asia, a fin de abaratar sus procesos de producción.
Pero, con el T-MEC, los requisitos para que un auto califique como originario son mayores: ahora 75% de sus componentes tiene que provenir de Norteamérica; así como 70% de su acero y aluminio; y 40% de un vehículo de pasajeros, o 45% de un camión ligero, debe ser elaborado en fábricas que paguen, como mínimo, 16 dólares por hora a sus trabajadores.
Este último aspecto, el de las nuevas reglas laborales, también será el más complicado de cumplir, ya que las empresas habían encontrado en México un sitio atractivo para invertir debido a su bajo costo de contratación de talento (6 dólares de salario promedio por hora, mientras que en Canadá y en los Estados Unidos es, respectivamente, de 39 y 30 dólares1).
Por otra parte, la industria electrónica, la segunda de mayor importancia en el comercio exterior mexicano, también está buscando adaptarse a las nuevas disposiciones.
Anteriormente, el TLCAN permitía el salto arancelario de algunos bienes electrónicos, lo cual significaba que un producto final, como una televisión, aunque tuviera componentes provenientes de otros lugares del mundo, principalmente asiáticos, podía calificar como originaria de Norteamérica, debido a que tuvo un proceso de fabricación y transformación en esta región.
No obstante, el T-MEC eliminó esta opción para ciertos bienes electrónicos y estableció un porcentaje de VCR de 50% a 60%, dependiendo del método utilizado, a fin de motivar a que las organizaciones consuman más componentes provenientes de los países miembros.
Sin duda, todos estos requisitos hoy son una prueba de que las compañías deberán adaptarse a las nuevas reglas comerciales para competir en el mercado internacional, pero ¿qué opciones están a su alcance y cuáles podrían ser sus implicaciones?
Las nuevas reglas laborales serán complicadas de cumplir, ya que las empresas habían encontrado en México un sitio atractivo para invertir debido a su bajo costo de contratación de talento.
¿Cómo ajustarse a las nuevas reglas?
Ante la complejidad del escenario actual, y a fin de obtener un mayor costo-beneficio dentro del marco del nuevo tratado con América del Norte, algo que podría beneficiar a las empresas es realizar una evaluación de las siguientes alternativas:
- Ajustar la cadena de suministro, sustituyendo a los proveedores asiáticos por norteamericanos, para cumplir con las nuevas normativas.
- Mantener las operaciones actuales, sin que los productos califiquen como originarios de la región, y absorber el arancel que los Estados Unidos imponga a dichas mercancías (por ejemplo, 2.5% para vehículos de pasajeros, 25% para camiones ligeros y pesados, así como porcentajes variados en los electrónicos).
- En algunos casos, relocalizar operaciones, total o parcialmente, en los Estados Unidos o en Canadá, para dar cumplimiento a las reglas de origen del T-MEC.
¿Qué estrategia será la mejor? Dependerá de cada organización. A algunas, probablemente, les convendrá asumir el costo arancelario, porque representa un menor monto que el de la inversión necesaria para que sus productos cumplan con las nuevas reglas laborales y de origen; en contraste, aquellas que fabrican bienes con un arancel elevado en los Estados Unidos tal vez deberían considerar hacer modificaciones a sus procesos productivos e incluso trasladar parte de sus operaciones a los Estados Unidos o a Canadá.
Es posible que estas medidas tengan impacto, tanto positivo como negativo, en el comercio exterior mexicano durante los próximos meses; sin embargo, solo será visible cuando se regularicen las importaciones y exportaciones internacionales y se recuperen los niveles previos a la pandemia, lo cual, en un pronóstico muy optimista, podría ocurrir a finales de este año o en 2022.
Mientras tanto, será recomendable que las compañías no se demoren en el análisis de sus alternativas de acción frente al T-MEC, porque de ello dependerá no solo su competitividad, sino la posición que logren alcanzar, en la nueva realidad comercial.
[1] La implementación del T-MEC: una prueba para América del Norte. Informe publicado por el Senado de la República Mexicana en 2021.
Será recomendable que las compañías no se demoren en el análisis de sus alternativas de acción frente al
T-MEC, porque de ello dependerá no solo su competitividad, sino la posición que logren alcanzar, en la nueva realidad comercial.
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