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Perspectivas
La contaminación nos exige medidas preventivas, no paliativas
La contaminación es un problema que desde hace más de 20 años afecta a la Ciudad de México. Es un fenómeno que ha ido crecido geográficamente –cada vez abarca más zonas aledañas a la capital del país e incluso ciudades de otros estados, como Monterrey y Guadalajara– y que, sin duda alguna, no ha sido resuelto.
Este año, el Valle de México vivió una de las contingencias más largas de las que se tenga registro. Fueron nueve días –del lunes 15 de mayo al miércoles 24 del mismo mes, exceptuando el domingo 20– en los que los niveles de contaminación superaron los 150 puntos IMECA (índice de calidad del aire), provocando así la activación de la Fase 1 de contingencia ambiental por ozono.
En entrevista con Rocío Canal, Socia de Sustentabilidad en Deloitte México.
Las medidas que se han puesto en marcha para solucionar de fondo el problema de la contaminación no han funcionado y esto se debe a que la mayoría de ellas han sido acciones paliativas y aisladas que, lejos de beneficiar o corregir la situación, solo afectan a la población en diferentes formas.
Programas como el Hoy No Circula constituyen medidas reactivas que muestran una intención por solucionar el problema, pero solo de forma temporal; se enfocan en corregir o reducir los niveles de contaminación por uno o dos días, sin trabajar en un plan permanente.
En ese sentido, es urgente recalcar la necesidad de implementar una estrategia preventiva y funcional que ataque el problema desde sus orígenes. De lo contrario, el tema seguirá siendo tratado con medidas paliativas, sin buenos resultados.
Un trabajo gubernamental, empresarial y ciudadano
El desarrollo de esquemas para reducir los niveles de contaminación es una tarea que compete a jugadores de diversos sectores de la sociedad: el gubernamental, el empresarial y, sobre todo, el ciudadano.
Desde el gobierno, una de las tareas principales es regular y no solo contabilizar las emisiones contaminantes de la iniciativa privada; se debe solicitar a las empresas acciones claras para mitigar sus impactos ambientales.
De igual forma, las autoridades deben desarrollar un sistema de transporte mucho más eficiente y adecuado para desincentivar el uso del automóvil, así como trabajar en iniciativas que permitan descentralizar la mayor de su operación, fuera de la capital del país.
Aunado a esto, deben impulsar políticas fiscales que beneficien a las compañías que reducen sus impactos ambientales y que, a la vez, impongan una sanción económica para quienes incumplan con sus obligaciones en materia de contaminantes.
Por otro lado, desde la iniciativa privada, en primer lugar y cualquiera que sea la industria a la que se pertenece, se debe realizar un análisis a conciencia que permita detectar las áreas en las que se genera una mayor contaminación ambiental e, internamente, establecer los procesos necesarios para poder reducirla o mitigarla.
Se trata de hacerse responsable y definir cuál es la materialidad ambiental de la organización, que consiste en conocer cuáles son sus impactos ambientales y cómo se enfoca en trabajar en ellos. Las empresas deben tener claro que estas estrategias no solo les permitirán reducir sus emisiones, sino también sus costos de operación.
Finalmente, desde la cancha del ciudadano, que constituye la base de la pirámide de acción, lo importante es reflexionar sobre las acciones que este realiza de forma personal para reducir el número de emisiones que genera.
No debemos olvidar que la sustentabilidad de un país depende de la sustentabilidad de su gente. Un país no puede ser sustentable si su gente no es sustentable, así como una empresa no puede ser sustentable si sus colaboradores no son sustentables. La base de todo cambio se encuentra, entonces, en el comportamiento de la gente, en empezar por uno mismo.
La base de
todo cambio se encuentra, entonces, en el comportamiento de la gente, en empezar por uno mismo.
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