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Perspectivas
Créditos, el reto que viene para la banca
A pesar de que cuentan con buenos índices de capitalización y liquidez, las instituciones bancarias del país deberán ser proactivas y acercarse a sus clientes, a fin de reducir el riesgo de un posible escenario de incumplimiento de pagos, y, con ello, un impacto negativo en sus resultados.
En entrevista con Gustavo Méndez, Socio Líder de Servicios Financieros en Deloitte Spanish Latin America.
Ciudad de México, 21 de julio de 2020.
Se suele pensar que los bancos siempre ganan, pero no siempre es así. Recientemente, debido a las afectaciones económicas propiciadas por el COVID-19, ha quedado más claro que el sector bancario también puede experimentar pérdidas.
Mayo de 2020 es un ejemplo de esta situación, ya que, comparado con el registro mensual del año previo, la banca nacional tuvo una disminución en sus utilidades netas, y no se trató de una baja cualquiera, sino de una contracción por alrededor de 30% respecto a los 67 mil 726 millones de pesos obtenidos durante el mismo mes de 2019.
El resultado neto de los bancos en mayo del presente año, por alrededor de 48 mil millones de pesos, se debió, sobre todo, a que la morosidad y las reservas preventivas para riesgos crediticios aumentaron.
El Índice de Morosidad (IMOR) en la cartera total de las 51 instituciones que componen el sistema bancario tuvo un alza de 0.25 puntos porcentuales, con respecto al mismo mes del año anterior, de acuerdo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV); mientras que, las reservas contra riesgos se incrementaron 46%, al pasar de 58 mil millones de pesos, hace un año, a 87 mil millones de pesos en el actual.
Aunque hasta el momento todavía no se observa un incremento importante de cartera vencida (cuentas por cobrar), se prevé que esto comenzará a reflejarse a principios de 2021, una vez que los programas de aplazamiento de pagos por la pandemia hayan concluido y transcurran los tres primeros meses desde que se haya incurrido en el impago. No obstante, se trata de un escenario que la banca ya está previendo, como lo demuestra el incremento en las reservas contra riesgos.
Tomando en consideración estas cifras y tendencias, podemos concluir que el gran reto que seguramente enfrentarán los bancos en un futuro cercano será el de los créditos, tanto los correspondientes a las grandes y medianas empresas, como a las personas.
El reto que enfrentarán los bancos en un futuro será el de los créditos, tanto los correspondientes a las grandes y medianas empresas, como a las personas.
La fortaleza de la banca nacional
En medio del contexto económico actual y ante el impacto que han experimentado las instituciones bancarias, surgen algunas interrogantes: ¿qué tan preparada está la banca para hacer frente a un periodo prolongado de incumplimiento de pagos? ¿cuáles son las medidas que en estos momentos está llevando a cabo para afrontar la crisis derivada de la pandemia?
De entrada, hay que decir que el riesgo de incumplimiento de pago de sus clientes forma parte de los escenarios que las instituciones deben considerar en su balance y pruebas de estrés1, de modo que, de alguna manera, esta condición ya se tiene contemplada y, por ende, también, ciertas acciones para hacerle frente, entre ellas, un buen índice de capitalización y mecanismos que permitan contar con liquidez.
En segundo lugar, como ya lo hemos visto con el balance de mayo pasado, los bancos están tratando, en la medida de lo posible, de incrementar sus reservas de créditos, para hacer frente al incumplimiento de aquellos clientes que, a su consideración, no podrán liquidar sus saldos pendientes.
Pero aun cuando estás medidas son muy benéficas para las instituciones, no serán suficientes en caso de que se presente un escenario importante de cartera vencida. Entonces, ¿qué es lo que se puede hacer antes llegar a ese momento?
El camino más recomendable sería mitigar, mediante la renegociación o reestructuración de los plazos de cobranza, el riesgo de un escenario importante de saldos por cobrar. Es decir, deben ser proactivos y acercarse a los clientes para evitar que éstos se vayan a cartera vencida y que ello afecte los resultados y capitales bancarios.
Los posibles impactos de la cartera vencida serán diferentes en cada banco, dependiendo de la composición y estructura de cada uno de ellos. Por ejemplo, habrá algunos que, antes de la pandemia, probablemente otorgaron más créditos a empresas del sector turístico y, en consecuencia –debido a que dicha industria fue una de las más afectados durante la contingencia–, estarán más expuestos al incumplimiento de pagos.
Hasta el momento, los programas de aplazamiento de pagos que han puesto en marcha los bancos, debido a la contingencia del COVID-19, han servido de apoyo a los acreditados; sin embargo, la incertidumbre económica todavía es de grandes proporciones y, en vista de ello, resultará necesario enfocar esfuerzos para reducir posibles riesgos, contribuir a la continuidad de las operaciones y seguir protegiendo a los clientes.
1. Las pruebas de estrés forman parte de las políticas de manejo de riesgo establecidas por Basilea, un órgano mundial que impulsa y vigila las mejores prácticas de la banca a nivel mundial. Por lo que respecta al caso de México, la gran mayoría de las instituciones bancarias cumple con los estándares solicitados por el regulador internacional y se encuentran en una buena posición para soportar impactos fuertes.
Para los bancos, el camino más recomendable sería mitigar el riesgo de un escenario importante de saldos por cobrar.
Herramientas para un diagnóstico adecuado
Tras la crisis de 2008, a nivel mundial, se establecieron diversas regulaciones, con el propósito de garantizar la liquidez y capitalización de las instituciones bancarias. Sin embargo, el buen manejo de impactos financieros no solo se reduce a estos conceptos. Incluso, varias décadas antes de este hito financiero, ya se consideraban otros aspectos para el diagnóstico de la banca, los cuales, en el contexto actual, toman una mayor relevancia.
El método de evaluación CAMEL, que analiza cinco parámetros (Capital, Assets, Management, Earnings y Liquidity, por su significado en inglés), es uno de los que, hasta la fecha, puede ser utilizado para saber cuál es la situación de los bancos y establecer caminos claros para el manejo de crisis.
- Capital (C): Este aspecto sirve para saber si están bien capitalizados. Al menos hasta diciembre de 2019, de acuerdo con la CNBV, el Índice de Capitalización (Icap) de la banca en México, que mide la fortaleza financiera de una institución para soportar pérdidas no esperadas, era superior a 16%, teniendo como mínimo regulatorio 10.5% para no generar alertas tempranas; es decir, contaba con un excedente suficiente para manejar los riesgos.
- Activos (A): Evaluar las condiciones y situación de sus activos. Analizar, por ejemplo, a qué sectores corresponden las empresas a las que se las han otorgado créditos y conocer la situación económica que presentan la mayoría de su cartera de clientes (por ejemplo, un alto nivel de endeudamiento o desempleo).
- Administración (M): Se refiere a la experiencia de las estructuras administrativa. La banca mexicana tiene experiencia en la gestión de crisis previas. Por ejemplo, aquellos bancos que atravesaron por la de 2008, o incluso, por la de 1995, tienen, por general, un buen manejo de tales situaciones. Además, el que la banca internacional tenga una presencia fuerte en México trajo mejores prácticas internacionales, que hoy se reflejan en la movilidad de los ejecutivos dentro de la banca. En contraste, es probable que los bancos relativamente nuevos o sin matriz internacional puedan tener mayores complicaciones.
- Ingresos (E): Considerar los ingresos de la banca. Hay que recordar que éstos se encuentran ligados a las tasas de rendimiento de mercado. A mayor tasa, mayor utilidad para la banca, mientras que a menor tasa –un fenómeno que estamos observando en la actualidad y que se prevé siga durante los próximos meses–, los rendimientos serán menores (menores utilidades en intermediación excepto para la banca que se especializa en cambios y su margen aumenta ante la volatilidad). El mayor riesgo para los ingresos está en las posibles pérdidas de crédito. Lo que sí está en control completo de la banca es el manejo de sus gastos.
- Liquidez (L): Actualmente, las entidades bancarias deben cumplir con un nivel mínimo de liquidez (capacidad para cumplir con sus obligaciones financieras). A nivel global, existe un buen panorama y México no es la excepción. El promedio del Coeficiente de Cobertura de Liquidez que en conjunto registraron las entidades, al cierre de marzo de 2020, fue de 207.60%, de acuerdo con la CNBV, siendo que el mínimo obligatorio para las más importantes del país, es de 100%, y, para otras, de 60%.
Cuando se observan todas las aristas, queda claro que el sistema financiero, y específicamente las instituciones bancarias que lo conforman, tienen un gran nivel de fortaleza y preparación para sortear la crisis actual.
Sin embargo, hacerlo de una manera en la que el impacto sea lo más moderado posible, dependerá del riesgo de crédito al que se enfrenten; de cómo esté posicionado cada banco en su portafolio, y de la manera en la que se acerquen a los clientes para replantear su situación crediticia. Y sobre todo que la banca pueda seguir prestando para apoyar a una recuperación rápida de la economía.
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