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Perspectivas
Medir las emisiones contaminantes
¿Por qué las empresas deben hacerlo?
Adoptar un enfoque sostenible y asumir el desafío de gestionar sus impactos al medio ambiente puede traer diferentes beneficios para las empresas, entre ellos, retener a mejores profesionales y clientes, atraer mayor inversión, mejores tasas y, sobre todo, contribuir al cuidado del planeta.
En entrevista con Rocío Canal, Socia Líder de WorldImpact en Deloitte Spanish Latin America.
Ciudad de México a 11 de noviembre de 2021.
Desde hace varios años, para muchas empresas que buscan obtener recursos y financiamiento, se ha vuelto una costumbre estar atentas a las cartas anuales que el CEO de Black Rock (el fondo de inversión más grande del mundo), Larry Fink, envía a clientes y grupos de interés, pues saben que en ellas se anuncian el rumbo y las prioridades de las futuras inversiones.
Desde hace un tiempo, también ha sido una costumbre advertir, en los mensajes de Fink, una cada vez más pronunciada inclinación por aquellas empresas e iniciativas que son responsables con el medio ambiente y con la sociedad, concretamente, frente al cambio climático.
¿A qué se debe esto? A que, tanto para Black Rock como para los demás inversionistas alrededor del mundo, los temas de responsabilidad ambiental y social han cobrado gran relevancia debido a las consecuencias del aumento de la temperatura del planeta, un problema que es real y serio. Desde un enfoque de riesgos, los inversionistas hoy entienden el riesgo climático como un riesgo de inversión. Además de que las empresas lo deben gestionar por su responsabilidad con el medio ambiente y porque no hacerlo implica riesgos concretos que pueden materializarse y representar impactos financieros y operativos muy fuertes.
Los fenómenos que provoca el aumento de la temperatura del planeta, entre ellos, huracanes, sequías, nevadas inesperadas, tienen considerables efectos no solo en los ecosistemas, sino, además, en la actividad industrial y en la vida de los seres humanos. Por ello la importancia de velar por el planeta y de orientar los negocios y las inversiones hacia proyectos sostenibles.
Esto, sin duda, trae desafíos para las empresas, pues, para evitar o reducir el cambio climático, y, al mismo tiempo, seguir siendo rentables y atraer recursos de los inversionistas, deberán asegurarse de que sus operaciones no tengan graves impactos negativos en el medio ambiente ni en la sociedad. En caso de tenerlos, deberán ser gestionados y mitigados adecuadamente.
En ese sentido, el primer desafío al que se enfrentan las organizaciones es a la medición de sus emisiones contaminantes, como las de CO2 (bióxido de carbono) y los gases de efecto invernadero, un aspecto que pronto podría ser requisito indispensable de los inversionistas para depositar su capital.
El diario The Wall Street Journal señala que, actualmente, existen reportes voluntarios de diversas empresas alrededor del mundo, pero algunos de ellos son inconsistentes o están incompletos, ya que no incluyen la cantidad de emisiones contaminantes1.
Por esta razón, refiere el medio, es probable que, en un futuro no muy lejano, las organizaciones tengan que medir y revelar esta información, debido a que tanto inversionistas, como reguladores, gobiernos y mercados de valores están solicitando reportes sobre temas Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG), así como compromisos específicos contra el cambio climático. Pero, ¿cómo pueden las organizaciones medir sus emisiones contaminantes?
1 “Nuevo reto para empresas: contabilizar emisiones”, The Wall Street Journal, 20 de septiembre de 2021.
Para seguir siendo rentables y atraer recursos de los inversionistas, las empresas tienen que asegurarse de que sus operaciones no tengan graves impactos negativos en el medio ambiente ni en la sociedad.
Medir, luego informar
Como parte de su gestión de riesgos, las empresas no solo deben identificar las amenazas que provienen del cambio climático, sino también entender dónde están los impactos que generan, de dónde vienen y cómo pueden transformarlos en oportunidades. Esto debido a que no todas las compañías ni sectores impactan de la misma forma al medio ambiente o a la sociedad. Por ejemplo, no son iguales los efectos generados por las actividades de un banco o de una tienda de ropa que las de una mina.
Actualmente, para saber qué tipo de impactos tienen las empresas sobre el medio ambiente, existen diferentes metodologías. Si una organización, por ejemplo, tiene actividades que producen gases de efecto invernadero (GEI), para medir sus emisiones podría utilizar como base el Estándar Corporativo de Contabilidad y Reporte, elaborado por el World Business Council for Sustainable Development, el World Resources Institute y la Secretaría de Medio y Ambiente Recursos Naturales (Semarnat). En él, se proponen los siguientes pasos:
- Identificar las fuentes contaminantes.
- Seleccionar el método de cálculo.
- Recolectar datos y utilizar factores de emisión.
- Aplicar herramientas de cálculo.
- Enviar datos a nivel corporativo.
Para cumplir con el primer paso, el mismo estándar establece tres tipos de “alcances”1, de acuerdo con los distintos procesos de la cadena de valor de las empresas que producen GEI. A partir de ello, se pueden escoger los métodos de cálculo más idóneos para contabilizarlos.
La medición directa de las emisiones de GEI se lleva a cabo mediante distintos métodos químico-matemáticos; sin embargo, el más utilizado, de acuerdo con el estándar, es la aplicación de factores de emisión documentados, es decir, fórmulas aritméticas relacionadas a ciertas actividades que representan fuentes de emisiones contaminantes.
Una vez que se apliquen las herramientas de cálculo y se obtengan los resultados de las mediciones, el siguiente paso para las organizaciones es hacer un reporte consistente y transparente de toda esa información. ¿Para qué? Para que los inversionistas, los reguladores y los gobiernos tengan un mayor conocimiento de las actividades que realizan y de los impactos que éstas tienen en el medio ambiente.
Asimismo, esto ayudará a que las empresas tomen acciones para ser cada vez más sostenibles. Para los próximos años, se espera que las organizaciones asuman compromisos específicos relacionados con los temas ASG. Por lo tanto, las empresas no solo tendrán la obligación de ser transparentes con su impacto ambiental o social, sino de reducirlo mediante el establecimiento de objetivos puntuales y alcanzables.
Para esto se deben utilizar como referencia los Objetivos Basados en Ciencia o Science Based Targets (SBTi).
Para alcanzar los objetivos comprometidos, otro aspecto clave será contar con una gobernanza adecuada de los temas de cambio climático. ¿Qué quiere decir eso? Que haya una estructura formal (un comité, un foro o grupo de trabajo) y un liderazgo directamente responsable de los impactos ambientales de las organizaciones y que reporte al Consejo de Administración o al Comité de Auditoría.
La gobernanza implica, además de la gestión, la implementación de políticas, procedimientos y herramientas tecnológicas que contribuyan a alcanzar los resultados esperados. Todo ello es indispensable para dar fuerza y viabilidad a estrategia.
1 El alcance 1 se refiere a las emisiones de GEI que generan directamente las empresas (combustión de calderas, vehículos, producciones químicas, etcétera). El alcance 2 tiene que ver con las emisiones indirectas de GEI que se asocian a la electricidad utilizada por la empresa y que ocurren, físicamente, en las plantas donde se produce este tipo de energía. En tanto, el alcance 3 es una categoría opcional de reporte que permite incluir el resto de las emisiones indirectas (que son consecuencia de las actividades de la empresa, pero ocurren en fuentes que no son propiedad ni están controladas por la empresa).
Las empresas deben entender dónde están los impactos que generan, de dónde vienen y cómo transformarlos en nuevas oportunidades.
Ser sostenible para prevalecer
El pasado 2 de noviembre, en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que se realizó en Glasgow, Escocia, nuestro país se sumó al compromiso suscrito por otras 105 naciones para revertir la deforestación y la degradación de la tierra hacia el año 2030, como una medida de combate al cambio climático1.
Esto es solo una muestra de la importancia que, en el futuro, seguirán teniendo los temas medioambientales, no solo para los gobiernos en distintas latitudes, sino también para las empresas. Las administraciones de muchos socios comerciales de México, especialmente la de los Estados Unidos, ya tienen muy presente el tema de cambio climático. Esto podría impulsar a nuestro país a establecer sus propios objetivos y compromisos, así como a incrementar los esfuerzos que se hacen, de la mano de expertos y empresas, para alcanzar dichas metas.
Como empresas, abordar el cambio climático empieza por la concientización de nuestra responsabilidad y el conocimiento de los temas trascendentales. Por lo tanto, tenemos que entender la importancia y el riesgo que representa el cambio climático, nuestro impacto, así como las repercusiones que esto tiene para nuestro negocio, porque, sin esa comprensión, no se pueden establecer estrategias eficaces, ni obtener los resultados esperados.
Este cambio de enfoque organizacional tiene que provenir del liderazgo de las mismas compañías, es decir, desde sus consejos de administración y permearlo en toda la estructura.
Otro elemento que próximamente impulsará la adopción de una agenda sostenible en las organizaciones son las normas para la gestión del cambio climático, en las cuales está trabajando la Fundación de Estándares Internacionales de Reportes Financieros (IFRS, por sus siglas en inglés) y que resultarán fundamentales para la elaboración de los informes de las compañías.
A lo anterior se le suma el hecho de que los mercados de valores ya son más exigentes con las empresas públicas que buscan tener acceso a la bursatilización, pues, actualmente, les solicitan gestionar sus riesgos ambientales.
No hay duda de que todas las organizaciones que quieran perdurar y prosperar tendrán que involucrarse con los temas de sostenibilidad y comprender que preparase para afrontar los desafíos que surgen en esta materia -como el reto de medir sus emisiones contaminantes-, no representa un gasto, sino una inversión y una actuación ética, correcta y responsable.
Al adoptar este enfoque, las empresas pueden atraer y retener talento, conservar e incrementar su cartera de clientes (quienes hoy son más conscientes que nunca en temas ambientales), pero también tener un acceso a mayor inversión o mejores condiciones de financiamiento.
La sostenibilidad, en suma, permite a las organizaciones prevalecer y, sobre todo, prosperar en el mediano y largo plazos.
1 El Economista, “México se suma a declaratoria firmada en la COP26 para revertir la deforestación mundial”, 2 de noviembre de 2021.
Las organizaciones que quieran perdurar y prosperar tendrán que involucrarse con los temas de sostenibilidad.