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Perspectivas
De la brecha a la equidad de género en la IP
Los pasos pendientes
A pesar de los avances que ha habido en los últimos años en materia de equidad de género, todavía son pocas las mujeres que ocupan cargos directivos o un lugar en los consejos de administración de las empresas del país. ¿Qué se puede hacer para impulsar aún más su participación?
En entrevista con Daniel Aguiñaga, Socio Líder de Gobierno Corporativo en Deloitte México.
Ciudad de México a 11 de marzo de 2022.
Hace más o menos una década, Hillary Clinton, entonces secretaria de Estado de la Unión Americana, señaló que “las mujeres eran la reserva de talento sin explotar más grande del mundo”. Aunque su comentario se enfocaba al papel de las mujeres en la política, se trata de una idea que no resulta ajena al mundo de los negocios. Hoy, el valor que las mujeres pueden aportar en los diversos sectores en los que se desempeñen está comprobado.
Pese a ello, y ante el surgimiento de cada vez más iniciativas para promover una participación más destacada de las mujeres en las empresas, todavía existen diversos pendientes en la materia, sobre todo si hablamos de los puestos directivos o de los consejos de administración.
El más reciente estudio de Deloitte Global sobre la participación de las mujeres en cargos directivos de las empresas, titulado “Mujeres en los Consejos de Administración: Una perspectiva global”, señala que, a nivel mundial, solo 19.7% de los lugares en los consejos de administración está ocupado por personas de sexo femenino. Esta cifra representa un avance muy lento, de apenas 2.8 puntos porcentuales, en comparación con las publicadas en la edición 2019 del estudio.
En otras categorías organizacionales, la situación es similar: existe un avance, pero a un ritmo que revela que todavía queda mucho por hacer. El estudio muestra que las mujeres ocupan solo 6.7% de las presidencias de los consejos (en la edición anterior del informe, el porcentaje fue de 5.3%); mientras que, a nivel de CEO’s (directoras ejecutivas), la participación femenina se quedó en solo 5%, luego de que en 2019 fue de 4.4%.
En el caso particular de México, se mantiene más o menos esa tendencia dentro de la iniciativa privada (IP). A nivel de consejos de administración, solo 9.7% del total de miembros que los integran es del sexo femenino y 4.8% de las presidencias de dichos órganos empresariales está en manos de mujeres. Si hablamos de CEO’s y CFO’s (directores financieros), las cifras se reducen de manera considerable, contando, únicamente con 1.6% y 1.7% de mujeres en esas posiciones, respectivamente.
Estos datos, en contraste con lo que ocurre en países como Francia o Noruega, donde el porcentaje de participación de las mujeres en los consejos de administración se acerca cada vez más a 50% (43.2% y 42.4%, respectivamente), muestran que todavía hace falta un avance mayor para consolidar la cultura de la equidad de género en el sector privado de nuestro país. Si limitamos la comparación a un nivel regional, con los países de Latinoamérica, en lo que se refiere a la presencia de mujeres en los consejos de administración, México se encuentra detrás de Colombia (que tiene 15.1% de representatividad), Perú (con 13.2%), Chile (con 10.5%) y Brasil (con 10.4%).
A pesar de que cada vez es más frecuente escuchar y conocer las historias de mujeres liderando algunas instituciones o sectores en el país, como es el caso de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) y de las directivas de empresas automotrices, entre otros, aún existen rezagos que se deben combatir.
Solo 9.7% de los lugares en los consejos de administración en México está ocupado por personas de sexo femenino.
Mujeres, el gran ‘activo’ para las empresas
Las mujeres representan un poco más de la mitad (51.2%) de la población total del país, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Esa debería ser una razón suficientemente válida para promover una inclusión justa y representativa de este segmento de la población, en cualquier ámbito. Sin embargo, para el caso específico de la iniciativa privada, la participación de las mujeres significa, además, la posibilidad de contar con una visión diferente, creativa y valiosa acerca de los negocios.
Pero para alcanzar su inclusión y lograr verdaderamente potenciar sus habilidades, las organizaciones deben trabajar –primordialmente y de manera interna– en modificar su cultura, en todos sus escalafones. Dentro de una empresa, todas las acciones que se realizan, en cualquier nivel, pueden contribuir a incrementar los sesgos conscientes o inconscientes que existen contra las mujeres y que, en consecuencia, les impiden desarrollarse profesionalmente y alcanzar posiciones de liderazgo.
Es decir, no basta solo con que las mujeres ocupen altos cargos en las empresas. Se necesita, además, un cambio cultural, acompañado de nuevas estrategias de reclutamiento femenino; de mejores condiciones salariales y de balance de vida para ellas; así como un cambio de mentalidad respecto a los roles de género. De lo que se trata, en suma, es de detectar y erradicar los prejuicios o sesgos (bias) que podemos tener y que limitan el ascenso de las mujeres en las organizaciones.
Para alcanzar una mayor inclusión de las mujeres, las organizaciones deben trabajar en modificar su cultura, en todos sus escalafones.
Cuota de género, un disparador de la equidad
En países como Francia, Noruega, Bélgica, Italia o Suecia existen, desde hace algunos años, y por ley, cuotas de género para promover la participación de las mujeres en los consejos de administración de las empresas que cotizan en bolsa. Los resultados que ahora tienen en materia de equidad de género, como lo muestran los datos señalados en un inicio, son relevantes y positivos.
Pese a ello, en otras economías, como México, este mecanismo para impulsar la equidad en los órganos de gobierno corporativo, que ha sido tan discutido, aún no se ha considerado. ¿Sería conveniente hacerlo?
Hay quienes piensan que la posición de las mujeres en los consejos no debería ser una cuestión de cuota, sino del mejor perfil. Si bien esa argumentación es válida, se debe considerar también que la cuota podría ser un disparador no solo de la transformación sino de la consolidación del papel de la mujer al frente de las organizaciones.
El establecimiento de cuotas o porcentajes de participación ha sido una medida impuesta en otros aspectos de las organizaciones, que ha demostrado funcionar, propiciando cambios y mejoras relevantes en el mundo empresarial.
En 1999, por ejemplo, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) emitió el Código de Mejores Prácticas Corporativas, en el cual se incluyó, como recomendación, que los consejos de administración de las empresas contaran con una cuota mínima de 25% de consejeros independientes. Esa iniciativa se convirtió en ley para 2006 (Ley del Mercado de Valores) y, aunque en un principio no fue del todo aceptada por los empresarios, poco a poco se comenzaron a percibir los beneficios de este cambio, que terminó por consolidarse como una práctica y estrategia de negocios. Actualmente, las empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), cuentan, en promedio, con alrededor de 40% de consejeros independientes.
Hoy, el mismo Código, en su Mejor Práctica No. 14, “considera importante la incorporación de la mujer en la integración del consejo de administración, pues sus habilidades le permiten aportar ideas y puntos de vista distintos a los asuntos de la sociedad, enriqueciendo así la diversidad de conocimientos y experiencias”1.
¿Cómo llevar a cabo esta recomendación? La tarea no será fácil, pues requiere realizar cambios y generar movimientos de consejeros que llevan, quizá, más de 20 años en esos cargos; sin embargo, la cuota de mujeres podría ser un primer paso para avanzar hacia la consolidación de esta práctica.
Pero ésta no es la única iniciativa que puede impulsar la participación femenina en las organizaciones. Existen, también, proyectos como The 30% Club, que trabaja con empresas que cotizan en los mercados de valores para tratar de que haya un 30% de participación de las mujeres en los consejos de dichas organizaciones, o Women Corporate Directors, que, junto con Deloitte, como centro de excelencia, buscan contribuir a la formación de mujeres consejeras.
Estas estrategias seguramente han ayudado –y seguirán haciéndolo– a promover la participación de mujeres, lo que se ha visto reflejado en el avance registrado entre 2019 y 2021 (2.8%) y que ha servido para acortar, en 7 años, el plazo estimado para alcanzar la paridad de género en las empresas: del 2052 al 2045; sin embargo, aún se pueden dar pasos más grandes y adelantarse a esta meta. La tarea, recordemos, no es solo de la mujer sino de todos.
[1] Código de Principios y Mejores Prácticas de Gobierno Corporativo, Consejo Coordinador Empresarial, 2018.
La tarea, recordemos, no es solo de la mujer sino de todos.
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