Millennial y Z, ¿las generaciones sin ahorros?

Perspectivas

Millennial y Z, ¿las generaciones sin ahorros?

Entre los mexicanos, los grupos de edad más jóvenes son los que muestran una mayor preocupación en torno a sus ahorros, de acuerdo con la edición más reciente del Tablero del Consumidor de Deloitte. ¿Cuál es la razón de esta situación?

En entrevista con Gustavo Méndez, Socio Líder de Servicios Financieros en Deloitte Spanish Latin America.

México no es un país que se caracterice precisamente por la cultura del ahorro, menos aun si hablamos del ahorro en instituciones financieras. Si bien existen alrededor de 55 millones de personas que destinan una parte de sus ingresos al ahorro, solo 35.5% de los adultos lo hace mediante una cuenta de nómina o de ahorro, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).

Diversos factores se suman para hacer de este hábito (en cualquiera de sus modalidades) algo complicado, como lo revela la edición más reciente del Tablero del Consumidor de Deloitte, en la que 71% de las personas encuestadas dijo preocuparse por la cantidad de dinero que tiene ahorrada. Si se hace una segmentación de los datos de este estudio, se observa que el grupo de edad que muestra una mayor preocupación acerca de sus ahorros es el de 18 a 34 años (73% de ellos), es decir, las generaciones conocidas como millennial y Z.

Pero eso no es todo. La encuesta señala que, en ese mismo grupo de edad, seis de cada 10 jóvenes encuestados están preocupados, además, por no poder realizar próximos pagos.

¿A qué se debe esta situación? ¿Cuál es el panorama del ahorro en nuestro país? Nuestro Socio Líder de Servicios Financieros en Deloitte Spanish Latin America, Gustavo Méndez, nos comparte sus respuestas a éstas y otras interrogantes.

¿A qué factores atribuirías el hecho de que las generaciones más jóvenes son las que, actualmente, están más preocupadas por sus ahorros?

Un primer factor es que esas generaciones se encuentran, actualmente, en etapas laborales en las que sus ingresos todavía no son tan grandes como para generar ahorros. Si a esto se le añade que vivimos en una dinámica de consumo en la que los gastos del día a día nos exigen muchos pagos -desde la renta de una vivienda, hasta las suscripciones a diversas plataformas digitales-, el sueldo que perciben las personas más jóvenes se destina, principalmente, a esos gastos y, con ello, se ve reducida su capacidad de ahorro.

Otro factor es que muchas de las personas jóvenes tienen el lema “disfrutemos más y acumulemos menos”. Entonces, en la medida en que más disfrutan y menos acumulan, también se les vuelve más complicado ahorrar.

Si bien las generaciones millennial y Z están conscientes de todo lo que quisieran ahorrar y de que en el futuro será más complejo hacerlo, lo mismo que tener una pensión digna en su retiro, el ahorro es, hoy por hoy, algo que resulta complicado realizar, porque sus ingresos no son suficientes para ello.

¿Cuáles son las implicaciones de que este segmento de la población no cuente con suficientes ahorros hacia futuro?

Desde inicios del siglo actual, se hablaba de que México tendría un “bono demográfico”1 en el futuro. Ese ‘bono’ se refería a la gran cantidad de jóvenes que habría en el país entre 2015 y 2035, y que, en la medida en que éstos fueran más productivos y hubiera más empleo para ellos, contribuirían a generar una mayor riqueza. Esa misma riqueza, se pensaba, permitiría más ahorro entre la gente productiva, así como beneficios a la economía. Sin embargo, lo que vemos actualmente es algo distinto.

En estos momentos, y desde hace varios años, las oportunidades de empleo que se han creado han sido, en muchos casos, insuficientes, o, incluso, sin beneficios como seguro social o ahorro para la pensión, por ejemplo. Por esa razón, el futuro del país parece proyectar que, hacia 2035, tendremos un ‘pagaré’ demográfico, en vez de un ‘bono’, con gente grande que no contará con seguro social ni con una pensión digna. Esto es algo muy grave y también representa una consecuencia de la imposibilidad de ahorrar.

¿Esta dificultad de ahorrar, que vemos en las generaciones de jóvenes, es temporal o será algo que tendrán que enfrentar por más tiempo?

Depende mucho de cómo vaya evolucionando la economía, así como de la movilidad en los empleos. En la medida en la que los jóvenes de hoy puedan tener acceso a un mejor empleo, podrán ganar más, y, por lo tanto, podrán destinar una parte de sus ingresos al ahorro.

El tema del ahorro también es un tema de educación. Los mexicanos no contamos con una cultura adecuada sobre el ahorro. Es poca la gente que elabora un plan financiero mes a mes, en el que hagan un balance entre sus ingresos y sus gastos, destinando montos específicos para posibles contingencias futuras, para salud o para el ahorro.

En otras palabras, y desafortunadamente, mucha gente en México vive al día, y ello ocasiona que los gastos imprevistos, como alguna enfermedad y la consecuente compra de medicamentos, desvanezcan la posibilidad de ahorrar. La cultura del ahorro debería ser algo que nos enseñen a todos, desde pequeños, para tener una mejor planeación, pero eso, actualmente, no lo tenemos.

¿Qué alternativas existen para que estas generaciones puedan cubrir todas sus necesidades financieras, incluido el ahorro?

La primera es la disciplina, para poder separar dinero y, así, contar con una cantidad frecuente que vaya destinada al ahorro, en vez de consumir todos los ingresos que tengamos. Esa es la primera clave para tener finanzas personales sanas.

La segunda es entender en qué cosas gastamos nuestro dinero, con el objetivo de saber si lo que estamos haciendo es realmente fructífero o no. Si tenemos
gastos en distintas suscripciones, en la renta, el teléfono o en cualquier otro
servicio, debemos tratar de distinguir qué es lo más indispensable, para evitar
destinar dinero a bienes o actividades innecesarias.

Un tercer elemento que contribuiría a mantener nuestras finanzas sanas es que, en el largo plazo, la economía del país tenga un buen desempeño, con lo cual las personas podrían crecer en sus empleos y, eventualmente, tener mejores ingresos.

¿Qué podría hacer el sector de servicios financieros para fomentar la inclusión financiera y el ahorro en estos segmentos de la población?

En cuanto a la inclusión financiera, la realidad de México es que apenas un poco más de la mitad de la población tiene acceso a una cuenta de ahorro y dos tercios no tienen acceso si quiera a un crédito o financiamiento.

Es ahí donde las instituciones financieras que antes no tenían apetito para
competir por estos segmentos -ya sea porque no les era rentable o porque resultaba caro atenderlos con el modelo tradicional de sucursales físicas-, tendrán una nueva oportunidad para atenderlos y ganarse su preferencia. ¿Cómo? De manera digital.

Actualmente, ya se pueden abrir cuentas de ahorro de cualquier banco a través de distintos dispositivos tecnológicos, sin necesidad de acudir personalmente a sucursales, ni entregar una enorme cantidad de papeles o perder mucho tiempo en ese trámite, ya que, desde el celular, se puede realizar en tan solo cinco minutos.

En ese sentido, el primer paso que habría que dar para mejorar el panorama de la inclusión financiera sería contar con un mayor número de cuentas de ahorro. Posteriormente, conforme se van entendiendo un poco más los beneficios del ahorro, así como las ventajas que ofrecen las diversas instituciones financieras, se puede optar por productos un poco más sofisticados, como fondos bursátiles de inversión.

Lo anterior, visto desde la perspectiva de los usuarios, significa que éstos también tienen a su alcance nuevos instrumentos de ahorro e inversión. Lo importante es que los conozcan, que sepan de su existencia y entiendan cómo funcionan. Por esa razón, una de las tareas que tienen por delante las instituciones financieras es la difusión de estos servicios para que la gente los conozca, los solicite y los use correctamente.

La oportunidad que las nuevas herramientas tecnológicas brindan es grande, sin duda, porque seguimos siendo una población joven, con un promedio de edad de 30 años2, pero si no se comienza hoy a pensar en el ahorro, dentro de unos años será más difícil tener una pensión digna para solventar nuestras necesidades futuras. Ahí es donde, culturalmente, se tienen que cambiar el enfoque que hasta ahora tienen los jóvenes sobre este tema.


[1] El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) señala que se trata de un cambio en la estructura de edad de la población, especialmente, cuando las personas en edad de trabajar -entre 15 y 64 años- son más que las personas dependientes -menores de 15 años y mayores de 65-. Generalmente, éste se debe a la incorporación de las mujeres a la vida productiva y a la disminución del número de hijos por familia, de acuerdo con el Foro Económico Mundial.

[2] El Censo 2020 del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria indica
que, en ese año, la edad mediana de la población en México era de 29 años, mientras que en 2000 fue de 22 años.

¿Te resultó útil este contenido?