Análisis

Mariella de Aurrecoechea: “hay que decir sí a las oportunidades”

29 de noviembre de 2023 | El Observador 

Trabajaste toda tu vida en Deloitte, pero pasando por varias áreas, ¿qué aprendiste de cada etapa?

¡Qué no aprendí! Empecé con 19 años, siendo estudiante, y entré al departamento de auditoría. Fue mi primer trabajo formal y de la carrera. Obviamente fue todo aprendizaje porque era poner en el día a día lo que estaba haciendo en la facultad. En Deloitte vas creciendo tanto en posición y responsabilidades como en capacidades y en distintas habilidades de gestión a medida que vas avanzando en la carrera. Entonces, al principio sos muy ejecutor, pero después tenés que empezar a ordenar el equipo, armar trabajos, planificar, charlar con clientes, negociar. Todo el tiempo, conforme vas avanzando, vas adquiriendo habilidades diferentes. Desde luego que cuando empecé a tomar funciones de liderazgo sumé otras habilidades como estrategia, gestión de negocio y ahora, en los últimos tiempos, todo el trabajo en lo internacional que también implica desafíos distintos.

¿En qué, o en quiénes te apoyaste para ir avanzando en tu carrera?

Deloitte tiene todo un andamiaje formal de apoyo al crecimiento de las personas. Nosotros lo que decimos es que no somos una firma de servicios profesionales, sino una firma de desarrollo de personas. Entonces hay muchas ayudas, desde tu propio equipo, que tenés un senior, un gerente, y un socio de referencia, así como también contás con roles de asesores en diferentes instancias. El objetivo que tienen esas funciones es ayudarte en tu crecimiento.  Después está todo lo informal, siempre hay mentores, que ellos te eligen, pero vos también los elegís. Por suerte, en estos 32 años en Deloitte, tuve varios mentores, muchos ya no están trabajando en la firma, pero fueron muy importantes en los diferentes momentos de mi carrera.

Recientemente fuiste nombrada Presidenta del Board para Latinoamérica en Deloitte, ¿qué implica ese cargo y qué significa para ti esa responsabilidad?

Para mí fue importantísimo. Es un cargo elegido por los socios y hay todo un proceso de nominación y de búsqueda del candidato, pero después son los socios los que te dan el sí o el no. Para que tengas una idea, en Latinoamérica somos como 830 socios, por eso fue muy importante y estoy muy orgullosa de que toda esa gente confiara en que estoy capacitada para el cargo.

Sobre el rol, Deloitte es una firma de servicios profesionales privada, no está en bolsa ni nada por el estilo. Entonces el papel es muy de salvaguarda interna, para asegurar que la gestión y los negocios se están realizando de acuerdo con la estrategia definida. Trabajamos muy en consonancia con el CEO y es un rol de vigilancia y de apoyo a la dirección, así como también de discusión estratégica del negocio, de temas difíciles, de inversiones que la compañía hace a lo largo de Latinoamérica y de gestión de riesgos.

¿Cómo fue cambiando el rol de las mujeres en la empresa desde que ingresaste en el año 91 hasta hoy?

Muchísimo. Cuando entré, éramos muy poquitas. Uno de mis mentores -que es un socio a quien quiero muchísimo-, antes de mi generación, era un ferviente negador de que la mujer tuviese que trabajar en Deloitte. Tenía sus razones y obviamente fue cambiando a lo largo del tiempo, pero en ese momento todavía era discutible si una mujer podía ser auditora. Estas firmas tienen un régimen de trabajo muy intenso, y la cuestión era esa, si las mujeres realmente podíamos, con nuestro rol de madres, estar al frente de un trabajo tan desafiante. 

Por supuesto que eso fue cambiando muchísimo a lo largo del tiempo y Deloitte empezó a comprometerse muy fuertemente con la diversidad, y el género es una de las diversidades. Por ejemplo, hoy el Board de Deloitte está compuesto por un 40% de mujeres y un 60% de hombres, y no es 50% y 50% simplemente porque somos impares, pero logramos esa diversidad. También en el Consejo Directivo, y así estamos tratando de que sea en todos los niveles.

Más allá de las políticas que aplica Deloitte, así como otras compañías, todavía persisten un montón de barreras invisibles. ¿Te tocó vivirlas, cómo ves la situación en ese aspecto?

Claramente las hay. En general, a la mayoría de las compañías todavía les queda mucho trecho por andar. Obviamente hay barreras en las organizaciones, hay temas de sesgos, pero hay temas también de la propia mujer. Todos tenemos que seguir creciendo.

La mujer es la única que puede ser madre, es un don y lo tenemos que recibir como tal, pero también en ese momento nosotras no solemos cuestionarnos qué queremos priorizar y cuál es el rol del hombre. Entonces hay mucho todavía para aprender de corresponsabilidades, cocuidados, donde tenemos que también ser diversos. 

No hay que negar la realidad y hay que seguir trabajando. Creo que las mujeres tenemos que decir que sí, siempre, a las oportunidades que nos dan. A veces también tenemos esas barreras internas, sobre si estamos preparadas para el cargo o si somos buenas o no; todo eso también es muy nuestro. También en estos aspectos hay que trabajar, no tener miedo y decir que sí a las oportunidades

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