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Desempeño financiero de los bancos en los primeros meses del 2020

Nota de Opinión - Marcelo Bastante, Socio y Líder de la industria de Servicios Financieros

Revista NBS Bancos y Seguros - 2 de junio de 2020

Los resultados de la industria en el trimestre que pasó se verán afectados por el escenario macro a nivel global y local. ¿Qué se puede esperar?

Con el primer trimestre del año en el haber, la economía en general y el sistema financiero en particular afrontan, día a día, nuevos desafíos que los ponen a prueba. Ahora bien, muchos inversores, ahorristas y público en general -lo que en la jerga se denominan stakeholders- , se preguntan acerca del impacto de todos estos acontecimientos en la salud financiera de los bancos.

Habida cuenta de las extensiones de plazos que dispuso el BCRA para la presentación de estados financieros y demás información destinada al público para el primer trimestre del 2020, al cierre de esta nota no hay información pública disponible sobre la performance de los bancos en lo que va del 2020. Hay informes del BCRA de carácter macro del sistema financiero, pero no hay información específica de las entidades, que tendrán tiempo de presentar sus estados hasta el 9 de junio. Desde una perspectiva financiera, existe consenso de que, en general, los bancos han cerrado el año 2019 con buenos indicadores en términos de liquidez, solvencia y rentabilidad, a pesar del contexto recesivo en el que nos encontrábamos el año pasado.

Por eso cabe la pregunta de cómo será la situación en el 2020, en un entorno mucho más complicado que el año previo. En concreto, muchos se preguntarán qué nos podemos encontrar en los estados financieros de los bancos que se presentarán en los primeros días de junio.

En el presente artículo trataremos de develar algunos efectos que se verán reflejados en los estados financieros correspondientes al primer trimestre y en el segundo de 2020.

Al no haber información pública disponible, se procura hacer un análisis cualitativo a nivel macro, sin entrar en las particularidades de cada banco.

De esta manera, podemos agrupar estos efectos en tres grupos: los derivados de la aplicación de nuevas normas contables, los relacionados con disposiciones adoptadas por el gobierno y los relacionados con el contexto macroeconómico, incluyendo las implicancias del Covid 19.

Las consecuencias, punto por punto

En cuanto a las nuevas normas contables, a partir del 2020 comenzaron a regir el ajuste por inflación contable y la nueva norma internacional de contabilidad sobre previsionamiento NIIF 9.

Con respecto al ajuste por inflación, las entidades financieras eran una de las pocas excepciones que había a la aplicación de esta norma. En efecto, todas las compañías registradas en la Comisión Nacional de Valores, a excepción de las entidades financieras, aplicaban este ajuste desde diciembre de 2018.

¿Cuál es el efecto del ajuste por inflación? En primer lugar, nos remontamos a la información financiera del 2019. Si bien existía consenso de que los indicadores de rentabilidad de los bancos en el año 2019 habían sido satisfactorios, cabe mencionar que estaban calculados sobre rentabilidades nominales, en contraposición a rentabilidades reales.

Dicho de otro modo, de haberse aplicado el ajuste por inflación, los indicadores de rentabilidad -básicamente el retorno sobre activos ROA o retorno sobre el patrimonio neto ROE-, se hubieran visto disminuidos. Por la mecánica del ajuste por inflación, es esperable ver que el total del patrimonio neto de los bancos en el 2020 se vea incrementado, básicamente por la reexpresión del activo fijo, mientras que el resultado del período 2020 es esperable que se vea disminuido. Y este último efecto se compensa con un aumento en las otras partidas que componen el patrimonio.

Si bien esto a priori implicará una disminución del ROE y del ROA, para los banqueros la buena noticia es que un aumento en el total del patrimonio se traducirá en un aumento de la responsabilidad patrimonial computable RPC y, consecuentemente, podrán aumentar los límites de crédito con los clientes.

En relación a las nuevas normas de previsionamiento, la norma es de aplicación para los bancos incluidos en el `Grupo A` que reúne a los primeros 18 bancos del ranking del sistema financiero.

Hoy en día la normativa del BCRA en materia de previsionamiento establece que los préstamos deben clasificarse en seis categorías en función al riesgo y la morosidad, y a cada categoría se le aplica un coeficiente fijo.

Sin embargo, con la nueva normativa desaparecen los coeficientes fijos. Las entidades deben establecer sus propios coeficientes que deriven de sus estimaciones y estadísticas de riesgo. Como estos sistemas tienen mayor correlación con la mora real, el efecto en cada entidad dependerá del grado de calidad de su cartera.

A nivel macro, en épocas de baja morosidad como se evidenció hasta el año 2017, los bancos con buenos indicadores de cartera y baja morosidad deberían haberse beneficiado con la aplicación de la NIIF 9, lo cual hubiera implicado liberar previsiones. Por el contrario, niveles de mora creciente, como se vienen evidenciando desde 2018, generarán una suba de previsiones, fundamentalmente en aquellos bancos que tengan indicadores de cartera inferiores al promedio del sistema.

Siguiendo con las normas de previsionamiento, para las 60 entidades restantes -de un total de 78 del sistema financiero- que no están obligadas a aplicar NIIF 9, el BCRA flexibilizó los criterios de clasificación, y otorgó 60 días adicionales para los primeros tramos de mora. A modo de ejemplo, los préstamos en situación `1`eran los que tenían hasta 30 días de mora. Por aplicación de la nueva normativa, ahora se clasifican en situación `1` los préstamos con mora de hasta 90 días.

Con respecto a las normas adoptadas por el gobierno, a partir del 31 de marzo -y seguramente con mayor fuerza para los estados financieros al 30 de junio- debería verse un aumento en las carteras de crédito producto de los préstamos a pymes al 24% anual. También para el 30 de junio debería verse un crecimiento en las carteras producto de los préstamos a tasa cero a monotributistas y autónomos.

Estas dos medidas pueden implicar una disminución en los ratios de liquidez, que se compensan parcialmente con una liberación de encajes por créditos otorgados bajo estas líneas. En cambio, la suspensión de distribución de dividendos es otra política que afecta de manera positiva a la liquidez de los bancos -no así a la de los accionistas.

En cuanto a la deuda soberana en proceso de reestructuración, para aquellas entidades que venían contabilizando sus tenencias a valor de mercado, se les permitirá mantenerlas a los valores contables al 31 de diciembre de 2019, de modo tal que no se verán reflejados contablemente los impactos de la renegociación.

A través de diversas medidas, el BCRA tendió a una baja de las tasas, lo cual debería repercutir en una disminución del margen financiero en el mediano plazo.

En cuanto a los efectos macroeconómicos e implicancias de la COVID-19, ya nos hemos referido antes sobre los efectos negativos producto de un aumento en los niveles de morosidad y un menor rendimiento de las carteras activas. Sin embargo, hay un efecto positivo, y es el hecho de que hubo menos extracciones de depósitos en cuentas a la vista por parte de individuos. Esto no sólo implica una mejora en la liquidez, sino también una reducción en el costo de fondeo, lo cual amortigua la disminución en el margen financiero.

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