Esta mañana, fueron publicados los últimos resultados de la encuesta nacional de empleo (ENE) llevada a cabo por el INE. Estas estadísticas corresponden al trimestre móvil abril a junio del 2020. No hubo sorpresas, pero estos números confirman que la situación del empleo en Chile continúa siendo crítica como consecuencia de la crisis actual. A continuación, los detalles.
La tasa de desocupación del país subió a 12,2% casi 5 puntos porcentuales por encima de la lectura del mismo trimestre en 2019 pero solo 1 punto porcentual encima de la lectura publicada el mes pasado. El principal factor que contribuyó a esta alza fue la caída en el número de empleos que disminuyó 20,0% interanual correspondiendo a un incremento en los desocupados de 42,9%. Como lo anticipaban las otras encuestas que hemos venido siguiendo, los sectores que más se vieron afectados fueron el comercio, la construcción, y el alojamiento y los servicios de comida.
Aunque estas estadísticas ya plantean un golpe significativo, lamentablemente también tenemos que tomar en consideración la pronunciada caída en la participación laboral. Las personas fuera de la fuerza de trabajo aumentaron casi 32% en la medida interanual lo que incluye gran parte de las personas que no estuvieron buscando un trabajo, pero podrían haber trabajado en condiciones normales. El tamaño de la fuerza laboral ya se encuentra 15,4% abajo comparado con su nivel en 2019 y esta tendencia subraya el hecho de que hay una proporción significativa de individuos que no están siendo contados como desocupados pero que han dejado de trabajar por la pandemia. A la vez, esto aumentaría el impacto de segunda orden que estimamos podría afectar a la economía en su recuperación dado que habría más incertidumbre sobre la capacidad de ingreso de la población en los próximos meses y el potencial de la fuerza laboral de regresar a paso más robusto.
Otra tendencia que es importante comentar es el aumento en el número de ocupados ausentes. Este es un grupo que está compuesto por los que tienen trabajo pero estuvieron ausentes de su posición durante la semana de referencia. Más de 800 mil personas se movieron a esta categoría que ahora representa el 18,1% del total de ocupados. Este brinco no es sorpresa ya que la gran parte de los trabajadores acogidos a la Ley de Protección al Empleo se encuentran en esta categoría. Para ser considerados solo se debe mantener un vínculo con el trabajo, seguir percibiendo algún ingreso o ganancia por ese trabajo o volver a trabajar dentro de cuatro semanas o menos. Será muy importante seguir monitoreando movimientos en este grupo ya que incluye un número potencialmente alto de trabajadores que se podrían encontrar en una situación precaria especialmente si nos encontramos en un escenario más adverso.
Esta encuesta también incluye estimados de cómo se han comportado los mercados laborales no formales. En el segundo trimestre del año, el estimado del número de ocupados informales se posicionó 35,5% por debajo de su nivel el año pasado. En este sector, las mujeres fueron más afectadas (-40,3%) que los hombres (-31,2%) y la disminución impactó principalmente al comercio (-38,3%) y el alojamiento y servicio de comidas (-62,3%). Desafortunadamente muchos de los sectores fuertemente impactados por la contingencia nacional han visto crecientes obstáculos en la posibilidad de muchos comerciantes informales en la reactivación de operaciones. Esto afecta a una gran parte de la población más vulnerable dados sus niveles de ingreso.
Volteando al extranjero, también se publicaron estimados oficiales del impacto que tuvo la pandemia sobre las economías de varios de los países más desarrollados. Esto es muy relevante para las perspectivas de recuperación de la economía chilena ya que muestran un avance sobre las tendencias que podríamos anticipar para la evolución de la demanda global.
La economía estadounidense tuvo una caída anualizada de 32,9% entre abril y junio y esto significó la primera recesión en 11 años. Este acontecimiento concluyó la expansión económica más larga en la historia reciente ya que es el segundo periodo consecutivo que registra una disminución. La pandemia resulto en una caída económica que fue cuatro veces peor de la que se vió en el peor momento de la crisis financiera del 2008.
Al otro lado del atlántico, la Eurozona sufrió una caída trimestral aún más aguda de 12,1% en el segundo trimestre. Esta disminución fue liderada por España y es equivalente a una tasa anualizada de 40%. Si se analizan en detalle los datos del PIB entre abril y junio, la disminución fue dura en la inversión (-17,8%) notablemente lo correspondiente a la construcción ya que hubo suspensión generalizada de las obras durante el confinamiento. Sin embargo, el factor que más pesó en el retroceso económico fue el consumo, con una caída profunda en los servicios (-15,3%) pero también considerable en los bienes (-7,1%). Las exportaciones se desplomaron un 25,5%, sobre todo por los materiales de transporte.
Recordemos que estas cifras muestran la actividad económica con un mes de rezago por lo que enmascaran las tendencias que podemos anticipar surjan de las reaperturas correspondientes. Como contraste las estadísticas oficiales de PIB en China ya señalan un rebote del 11,5% de modo que se logró revertir casi completamente la contracción del 10,0% de los tres primeros meses del año. En la medida interanual, el PIB de China creció 3,2%, después de haber registrado una contracción interanual del 6,8% en el primer trimestre. No obstante, en el primer semestre de 2020, la economía china acumula una contracción del 1,6% respecto de los seis primeros meses de 2019.
Craig Alexander is the first Chief Economist at Deloitte Canada. He has over twenty years of experience in the private sector as a senior executive and leading economist in applied economics and forecasting. He performed macroeconomic research, regional and sector analysis, and fiscal market forecasting and modelling. Craig is a passionate public speaker and holds a graduate degree in Economics from the University of Toronto.
Sebastian es economista y trabaja en la práctica de Asesoría Económica en Deloitte Canada, cubre principalmente los desarrollos macroeconómicos y tiene experiencia previa realizando investigaciones en el campo de la economía y las finanzas internacionales. Sus habilidades técnicas incluyen análisis cuantitativos complejos, econometría avanzada, aprendizaje automático y programación de computadoras. Periódicamente, monitorea de cerca los desarrollos clave en los mercados financieros mundiales, las ofertas públicas, las fusiones y adquisiciones, los precios de las divisas y los productos básicos, la política monetaria, la deuda y las cuestiones fiscales.