Análisis

Actualización del Compendio de Normas Contables

Lecciones aprendidas y próximos desafíos.

El 24 de enero de 2019, la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) puso en consulta un conjunto de modificaciones al Compendio de Normas Contables para bancos (CNC), cuya aplicación inicial correspondía a partir del 1 de enero de 2020. Los distintos elementos que surgieron en el período de consulta de la normativa, tanto desde la perspectiva de la pertinencia técnica de algunos aspectos de la norma, como en relación asimismo al desafío operacional de implementar los cambios requeridos en el plazo originalmente estipulado, llevaron finalmente a que el regulador pospusiera la fecha de aplicación de la norma hasta el 1 de enero de 2021.

Lo primero a destacar es que los cambios impulsados por el regulador son positivos y se corresponden con los mejores estándares internacionales de información financiera. Estos cambios tienen la virtud de establecer una relación más estrecha entre la contabilidad y los sistemas de información para la gestión de los riesgos, toda vez que disponen de un mayor nivel de granularidad de la información y mejoran su disponibilidad y trazabilidad. Ciertamente esto mismo vuelve más sofisticada y, por extensión más compleja, el rol de la contabilidad en los bancos.

En todo caso, aparentemente, las autoridades no dimensionaron adecuadamente el verdadero estado de preparación de la estructura tecnológica y sistemas de información de los bancos para adoptar las modificaciones en los plazos originalmente propuestos, lo cual derivó en la extensión en 12 meses de dicho plazo.

En efecto, a juicio de Deloitte, las modificaciones normativas dejaron al descubierto algunas debilidades en los bancos, que explican su baja capacidad de respuesta frente a los nuevos requerimientos, entre las que cabe destacar:

  1. Poca flexibilidad a la hora de requerir modificaciones en sistemas productos, debido a la dependencia excesiva de proveedores tanto para modificaciones como para generación de marcaciones lógicas de datos. 
  2. Débil trazabilidad en los datos generados por los sistemas productos y su interrelación con los aspectos contables y normativos aplicables al banco.
  3.  Persistencia de múltiples generaciones manuales para construcción de información relevante.
  4.  Existencia de modelos de información de datos inconsistentes que no están necesariamente validados y no cumplen con estándares de calidad adecuada.
  5. Ausencia de un gobierno de datos robusto que genere una certificación dentro del ambiente productivo.
  6. Carencia de conocimiento técnico en relación a la aplicación de estándares internacionales.

Los elementos mencionados conformaron un ambiente complejo para que los bancos lograran cumplir en tiempo y forma los nuevos requerimientos contables. Al respecto, se requiere un proceso más largo que debe comenzar con una evaluación de impacto caso a caso, de modo que cada banco en función de su realidad despliegue las iniciativas necesarias para cerrar las brechas que lo afectan. Una condición clave para ello es que los cambios normativos no sean vistos como de naturaleza exclusivamente contable, puesto en los hechos los desafíos del nuevo estándar de información tienen repercusiones transversales en toda la organización.

A mayor abundamiento, las inminentes exigencias crecientes sobre los sistemas de información de los bancos asociadas a los desarrollos regulatorios que se vienen (Pilar 1 y Pilar 3 de Basilea III y la ley de protección de datos, por mencionar solo dos), hacen un imperativo la modernización de los sistemas de información y las correspondientes estructuras de soporte y gobierno de datos.

En consecuencia, nuestra sugerencia es visualizar las necesidades de mejora en un contexto más amplio, de modo que las soluciones de corto plazo sean modulares a las soluciones de mediano plazo que habrá que implementar para responder a los nuevos desafíos que se avecinan.

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