Cuidar el ambiente para incrementar el valor de las empresas

Perspectivas

Cuidar el ambiente para incrementar el valor de las empresas

La responsabilidad ambiental es un tema cada vez más relevante para las organizaciones, ya que les genera valor, ganancias y confianza entre sus clientes, colaboradores e inversionistas.

Entrevista con Rocío Canal, Líder de Sustentabilidad en Deloitte México.

Ciudad de México, 19 de diciembre de 2019.

El cuidado del medio ambiente es actualmente un tema primordial para las empresas. ¿Por qué? En primer lugar, porque es lo correcto, todas las organizaciones tienen una responsabilidad con la sociedad en la que operan, con las generaciones futuras y con la sustentabilidad de su mismo negocio a largo plazo.

No podemos dejar de lado a los colaboradores, a quienes les interesa cada vez más el comportamiento ético y sustentable de la misma; ellos son los vigilantes más inmediatos de la forma en la que la compañía opera y los primeros en sugerir ideas que contribuyen a una buena actuación de la misma.

¿Y qué decir de los clientes? Este es un tema cada vez más relevante para quienes son o queremos que sean nuestros clientes. Ellos exigen cada vez mayor compromiso a sus proveedores, objetivos ambientales claros e información transparente. Son valiosos observadores del comportamiento de las organizaciones y buscan mitigar riesgos en su cadena de valor.

Por esa misma razón, las grandes empresas están más atentas a que sus proveedores cuiden el medio ambiente, ya que de ello depende, en buena medida, tener una mayor aceptación entre sus clientes.   

Finalmente, hoy es claro que el cuidado del medio ambiente y la operación responsable se han convertido en criterios no financieros de gran relevancia para los inversionistas. Para quienes buscan invertir ya no basta con saber que la empresa donde depositan sus recursos tiene utilidades; hoy, también necesitan estar seguros de que generan valor y que los intereses ambientales y sociales de la organización están alineados a sus valores.

Pensemos, por ejemplo, en un inversionista que está considerando invertir en una refresquera. Más allá de que se trate de un negocio que pueda generarle dinero, hoy, también es valioso tener información sobre la disponibilidad, el cuidado y el uso del agua, un tema ambiental que puede poner en riesgo su inversión.  Mismo caso para empresas que generan residuos tóxicos o tienen comportamientos poco éticos. El mercado los observa… y los castiga.

Recientemente, hemos visto ejemplos claros de que una mala práctica de la empresa puede ahuyentar las inversiones. Y esto incluye a sus proveedores. Ya no se puede deslindar de los mismos, son su responsabilidad y parte fundamental del producto o servicio que entrega. Eso implica un riesgo para el negocio y es importante gestionarlo.

Hoy es claro que el cuidado del medio ambiente y la operación responsable se ha
convertido en un criterio no financiero de gran relevancia para los inversionistas. 

La materialidad ambiental

Desde hace ya varias décadas, las empresas alrededor del mundo comenzaron a impulsar iniciativas de carácter ambiental. Generalmente, se trataba de campañas enfocadas en actividades de reforestación, cuidado del agua, recolección de basura o ahorro de energía.

Estas iniciativas, por supuesto, significaron un gran paso; sin embargo, tiempo después, tuvieron que evolucionar y, en consecuencia, convertirse en programas ambientales mucho más claros y robustos, con el potencial para generar un mayor impacto en la preservación del planeta.

Hoy sabemos que, para que una empresa logre diseñar y llevar a cabo una adecuada estrategia ambiental, primero debe identificar dónde están sus mayores impactos en el medio ambiente. Entonces podrá actuar en consecuencia.

Cada negocio es diferente: los impactos ambientales que genera un banco no son los mismos que los de un hospital, una mina, una fábrica o un supermercado. Por lo tanto, las iniciativas no deben ser las mismas, sino que cada empresa debe tener su propia materialidad ambiental, es decir, el inventario de sus impactos y riesgos, así como una estrategia para atenderlos.

Una empresa de servicios como Deloitte, por ejemplo, no tiene un consumo relevante de agua ni de papel, contrario a lo que muchos piensan. Nuestros dos principales impactos son el consumo de energía y el de combustibles, debido a nuestra operación y a los viajes que realizamos por motivos de trabajo.

Eso no significa que no cuidemos el agua, el papel o los insumos que requerimos día a día. Simplemente significa que, si nos enfocamos en medir y reducir el consumo de combustibles y de energía, estaremos atacando la materialidad ambiental, reduciendo por lo tanto nuestro impacto en forma significativa y, no menos importante, generando ahorros en aquellos temas relevantes.

Es por ello que, desde hace varios años, nos hemos dado a la tarea de mitigar los impactos que se puedan presentar en estos temas, a través de la innovación, la tecnología y nuevos esquemas de trabajo.

De esa manera, al mismo tiempo que beneficiamos al medio ambiente, logramos eficiencia dentro de la empresa, porque, si reducimos el consumo de energía y de papel, así como la frecuencia de los viajes, generamos ahorros, sin afectar nuestra productividad.

Al trabajar bajo una visión de colaboración y enfocada al giro e impacto del negocio, se forma un círculo virtuoso en el que todos ganan: la organización, sus colaboradores y clientes, y, sobre todo, el medio ambiente y las generaciones futuras. Eso es exactamente lo que significa la sustentabilidad, operar en forma responsable y con ello garantizar el largo plazo para la organización.

Para que esto ocurra es importante que cada una de las empresas identifique sus mayores impactos, los mida –una acción indispensable, pues, recordemos, todo lo medible es administrable– y los reduzca. Pero, además, para poder realmente cerrar el círculo, será igual de importante que los reporte.

Las organizaciones tienen que ser cada vez más transparentes y abiertas con sus grupos de interés (clientes, colaboradores e inversionistas) sobre los impactos ambientales que genera, informándoles cuáles son, el costo que éstos representan y qué están haciendo para reducirlos.

Solo así, podremos tener un verdadero proceso de mejora continua, que beneficie y genere valor no solo al interior de la empresa, sino en todo el entorno donde ésta se desenvuelve.

Al mismo tiempo que beneficiamos al medio ambiente, logramos eficiencia dentro de la empresa.

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