La dualidad de la IA: has been saved
Perspectivas
La dualidad de la IA:
parte del problema climático y parte de la solución
Así como la Inteligencia Artificial supone avances considerables en diversos ámbitos sociales y empresariales, también conlleva ciertos riesgos que deben considerarse y atenderse, con la finalidad no solo de aprovechar al máximo su potencial, sino también de reducir sus impactos ambientales en pro de un futuro más sostenible.
En entrevista con Daiana Beitler, Socia de Engineering, AI & Data en Deloitte Spanish Latin America.
Ciudad de México, a 20 de noviembre de 2024.
El desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) ha avanzado a pasos agigantados en los últimos años. Gracias a esto, se han impulsado mejoras, en todos los sectores de la economía, que ayudan a optimizar procesos de sostenibilidad medioambiental, social y de gobernanza, por parte de las empresas (temas ASG). Sin embargo, este desarrollo no está exento de desafíos, pues, del mismo modo que puede ayudar a solucionar problemas, su uso genera nuevos retos importantes que atender a nivel mundial, principalmente, por el consumo enorme de recursos que representa.
En este sentido, nos encontramos ante la dualidad de la IA, al ser, por un lado, parte del problema climático, y, por otro, parte de la solución. Es decir, por una parte, existe la oportunidad que la IA trae consigo, no solo para medir y optimizar sistemas realmente complejos por medio del análisis de grandes conjuntos de datos, sino, incluso, para innovar en la lucha contra la crisis climática mundial. Todo ello, a partir del procesamiento de datos históricos y actuales, lo que sin duda ayudaría a una mejor toma de decisiones al enfrentar diferentes tipos de fenómenos.
En materia medioambiental, por ejemplo, la IA puede analizar miles de millones de propiedades de materiales para crear productos sostenibles, asimismo, puede analizar imágenes satelitales y hacer previsiones meteorológicas, con la finalidad de que los agricultores optimicen el uso de recursos y de fertilizantes. Además, en lo que respecta al sector energético, la IA está brindando soluciones para eficientar la generación eléctrica y reducir el consumo de combustible[1].
Sin embargo, del mismo modo que esta tecnología puede brindar múltiples alternativas para tratar de optimizar recursos naturales y solucionar problemas, la simple elaboración y entrenamiento de la IA representa, a su vez, una fuente de consumo masivo de recursos (energía y agua, principalmente), por lo que surge el dilema de si su uso puede llegar a afectar más de lo que puede contribuir al medioambiente.
No todas las proyecciones que se tienen a futuro sobre la IA son benéficas para el planeta, pues se estima que, para 2040, todo el consumo tecnológico puede llegar a generar hasta 14%[2] de la huella de carbono mundial. Dicho consumo tecnológico, será producto, principalmente, del uso de teléfonos inteligentes y de los centros de datos en los cuales está almacenada toda la información para entrenar modelos de inteligencia artificial, los cuales van a requerir una mayor cantidad de energía e infraestructura para abastecer la demanda. Actualmente, los centros de datos, así como las redes de transmisión de datos, consumen entre 1% y 1.5% de la electricidad total mundial, respectivamente, y emiten 1% de los gases de efecto invernadero, a escala global[3].
Para tener más clara la magnitud de estas cifras, el uso de tecnologías de la información (TIC), en 2020, varió entre 0.69 y 1.6 gigatoneladas, lo cual correspondió a entre 1.5% y 3.2% de las emisiones de carbono en ese año[4]. Esta cifra fue incluso superior a la de la emisión de CO2 que, ese mismo año, se registró por parte de la industria de la aviación a nivel mundial, la cual fue de 0.61 gigatoneladas.[5]
Las cifras de consumo energético y de emisiones de dióxido de carbono en el sector de las TIC han disminuido gracias a las mejoras en la eficiencia energética (lo cual ha moderado el crecimiento en la demanda de centros de datos y de las redes de transmisión de datos); sin embargo, el reto sigue siendo enorme para alcanzar la meta fijada en el Acuerdo de París, el cual tiene como objetivo reducir, para 2030, 45% las emisiones de carbono totales que, a nivel mundial, se registraron en en 2010[6]. Sin duda, esta tendencia a la baja en el uso de recursos en el sector de las TIC, debe mantenerse para contribuir al cumplimiento de dicho objetivo.
¿Quién supervisa las emisiones de carbono?
La comunidad internacional también ha reaccionado ante la emisión de carbono por parte de las empresas que usan las TIC y la IA. Es por ello que han comenzado a implementar medidas que permitan parametrizar sus emisiones. En la Unión Europea, la regulación Corporate Sustainability Reporting Directive (CSRD) obliga a las empresas que operen en su territorio, o que sean proveedores de empresas europeas, a reportar su huella de carbono. Esta regulación comenzó a aplicarse desde el 1 de enero de 2024, por lo que los primeros reportes de las empresas serán a comienzos de 2025[7].
A raíz de esta regulación europea, han surgido muchas conversaciones a nivel mundial, tanto a nivel gubernamental como a nivel sectorial, para promover regulaciones similares. En los Estados Unidos, la Securities and Exchange Commission (SEC) avanzó con las propuestas realizadas en 2022 para la rendición de cuentas en materia medioambiental y adoptó, el 6 de marzo de 2024, las normas finales para exigir, a las empresas que cotizan en la Bolsa de Valores de ese país, que divulguen información relacionada con el riesgo medioambiental que generan, así como las acciones que llevan a cabo para mitigar o adaptarse a dichos riesgos.[8]
En México, en 2012, se publicó y entró en vigor la Ley General del Cambio Climático (LGCC), la cual convirtió a México en el primer país en desarrollo en contar con una ley en materia, y en la cual entraron instrumentos de política pública, como el Registro Nacional de Emisiones (RENE) y su Reglamento, con los cuales se puede recopilar información respecto a las emisiones de compuestos y gases de efecto invernadero de los diferentes sectores productivos del país (energía, industria, transporte, agropecuario, residuos, comercio y servicios)[9].
Ejes de acción ante la crisis
Además de las leyes y normas que se han establecido para controlar la creciente demanda de recursos y reducir la emisión de compuestos y gases de efecto invernadero, es imprescindible llevar a cabo otras acciones que ayuden a reducir su impacto en el medioambiente.
En primera instancia, debe disminuir el uso de recursos físicos o hacerlo más eficiente, para que se consuman menos recursos. En este sentido, el desarrollo de hardware que mejore el rendimiento de los procesos y que consuma menos energía, puede ser una vía para reducir el impacto energético de la tecnología. Algunas empresas, por ejemplo, ya están creando chips con IA que presentan estas características[10]. Además, resulta necesario optimizar el uso de agua potable, recurso que suele requerirse en grandes cantidades para los sistemas de enfriamiento de los centros de datos.
Otra de las prioridades de las empresas y de los desarrolladores de IA debe ser la descarbonización, pues esta acción será esencial para lograr la meta de una economía con cero emisiones de carbono, en 2050. El avance tecnológico ha permitido mirar hacia otras fuentes de energía, como la nuclear, la cual es libre de CO2. También, la inversión en tecnologías emergentes, como la extracción del CO2 del aire, puede representar un avance significativo[11].
Por último, es necesario usar la energía de manera más inteligente. Esto quiere decir, tratar de consumir la mayor cantidad de energía posible proveniente de fuentes renovables. Para esto, la IA también tiene la capacidad de contribuir en el aprovechamiento de energías renovables mediante la programación del trabajo. Es decir, es posible programar el entrenamiento de los modelos de IA para aprovechar los momentos en que haya energía renovable disponible y menor demanda por parte de usuarios.
Al final, esta lista de acciones, sumada a los marcos legales que buscan reducir o mitigar los impactos medioambientales, representan un gran paso para que la Inteligencia Artificial, y otras tecnologías, se conviertan más bien en piezas clave de un futuro más sostenible. Es cierto, la IA supone una huella de carbono y una demanda de energía significativas, pero si logramos eficientar aquellos procesos de los cuales forma parte, seguramente los beneficios de esta herramienta tendrán un mayor peso que aquellos efectos ambientales que ya conocemos.
[1] Mendelsohn, Sophia; “La IA es un acelerador para la sostenibilidad, pero no es una bala de plata”, Foro Económico Mundial, 7 de octubre de 2024. Consultado el 6 de noviembre de 2024, en: https://es.weforum.org/stories/2024/10/la-inteligencia-artificial-acelera-la-sostenibilidad-pero-no-es-la-panacea/
[2] Belkhir, L. & Elmeligi, A; ‘Assessing ICT global emissions footprint: Trends to 2040 & Recommendations’, Journal of Cleaner Production, 2018.
[3] Rozite Vida, Bertoli Emi, Reidenbach Brendan; Data Centres and Data Transmission Networks; consultado en el sitio web de la International Energy Agency: https://www.iea.org/energy-system/buildings/data-centres-and-data-transmission-networks Fecha de consulta: 23 de octubre de 2024.
[4] UNITED NATIONS CONFERENCE ON TRADE AND DEVELOPMEN; Digital economy report 2024: Shaping an environmentally sustainable and inclusive digital future; USA; 2024.
[5] Ritchie, Hannah; What share of global CO₂ emissions come from aviation?; consultado en el sitio web de Our World in Data: https://ourworldindata.org/global-aviation-emissions Fecha de consulta: 24 de octubre de 2024.
[6] ONU; El Acuerdo de París; consultado en el sitio web de la ONU: https://www.un.org/es/climatechange/paris-agreement Fecha de consulta: 24 de octubre 2024.
[7] Deloitte; Directiva relativa a la presentación de información sobre sostenibilidad por parte de las empresas (Corporate Sustainability Reporting Directive, CSRD); consultado en el sitio web de Deloitte: https://www.deloitte.com/es/es/services/legal/blogs/corporate-sustainability-reporting-directive-csrd.html Fecha de consulta: 24 de octubre de 2024.
[8] U.S. SECURITIES AND EXCHANGE COMMISSION; The Enhancement and Standardization of Climate-Related Disclosures: Final Rules; 2024.
[9] Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales; Registro Nacional de Emisiones (RENE), consultado en el sitio web de SEMARNART: https://www.gob.mx/semarnat/acciones-y-programas/registro-nacional-de-emisiones-rene Fecha de consulta: 24 de octubre 2024.
[10] Hsu, Jeremy; Nvidia's Blackwell AI 'superchip' is the most powerful yet; consultado en el sitio web de New Scientist: https://www.newscientist.com/article/2422928-nvidias-blackwell-ai-superchip-is-the-most-powerful-yet/ Fecha de consulta 25 de octubre 2024.
[11] Kemene, Eleni; Valkhof, Bart; Tladi, Thapelo; IA y energía: ¿La IA reducirá las emisiones o aumentará la demanda?; consultado en el sitio web del Word Economic Forum: https://es.weforum.org/agenda/2024/07/ia-y-energia-la-ia-reducira-las-emisiones-o-aumentara-la-demanda/ Fecha de consulta: 25 de octubre 2024.
La IA
está brindando soluciones para eficientar la generación eléctrica y reducir
el consumo de combustible.
Se
estima
que para 2040 todo el consumo tecnológico puede llegar a generar hasta
14% de la huella de carbono mundial.
En
2012, se publicó y entró en vigor la Ley General del Cambio Climático (LGCC),
la cual convirtió a México en el primer país en desarrollo
en contar
con una ley
en la materia.
El
desarrollo de hardware que mejore el rendimiento de los procesos y que consuma menos energía,
puede ser una vía para reducir el impacto energético
de la
tecnología.
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