Tarjetas de crédito: has been saved
Perspectivas
Tarjetas de crédito:
¿cuál es su verdadero valor para los bancos?
Las tarifas que los bancos aplican a los clientes y establecimientos, por el uso o adquisición de tarjetas de crédito, han generado importantes ganancias para dichas instituciones, de acuerdo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. ¿Cuál es el potencial que tienen los bancos para seguir colocando este tipo de productos, en México, así como para seguir obteniendo beneficios de las tarifas que implican?
En entrevista con Gustavo Méndez, Socio Líder de Servicios Financieros en Deloitte Spanish Latin America.
Ciudad de México, a 12 de noviembre de 2024.
Las tarjetas de crédito, esos pequeños plásticos que sirven para que las personas realicen compras o retiren dinero de algún cajero, a partir de las líneas crediticias que los bancos les otorgan, también representan una de las principales fuentes de ingresos de dichas instituciones.
Cada vez que alguien hace una compra con tarjeta de crédito, a través de los puntos de venta, se genera un cobro por el uso de la infraestructura que soporta dicha transacción. Esa tarifa ―que generalmente se divide entre la marca de la tarjeta que operó, el operador de la terminal y el emisor de la tarjeta de crédito―, así como otras que establecen las instituciones bancarias en México, les han generado, en 2024, ingresos superiores a los 169,000 millones de pesos (ingresos por Comisiones y Tarifas), según datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV)[1]. Dicho monto representó un incremento de 11.84%, en comparación con lo registrado en el mismo periodo de 2023.
Aunque de manera general nos referimos a ambas cosas solo como comisiones, vale la pena hacer una distinción entre ambas. Las tarifas son aquellos cargos que se cobran por ciertos servicios que ofrecen los bancos, mientras que las comisiones son, en sentido estricto, lo que los bancos le deberían pagar a un tercero por hacer algo en favor de ellos.
Actualmente, existen diferentes tipos de tarifas y comisiones. Por ejemplo, la tarifa más común que establecen los bancos es la anualidad de la tarjeta de crédito. Otra tarifa es la que se aplica al cliente por pago tardío. Además, los bancos suelen cobrar por cada tarjeta adicional que los clientes soliciten, con los costos de anualidades e intereses que van implícitos en ellas. Finalmente, existen las tarifas por reposiciones: cada vez que un cliente pierde una tarjeta o solicita el cambio del plástico por algún daño, los bancos cobran por reponer el plástico.
En cuanto a las comisiones, la más importante para los bancos es la que aplican en cada compra que realizan los clientes en un establecimiento comercial. Se trata de un cobro que oscila en 1% y 3.5% del monto total de la operación. Por ejemplo, si la compra fue de 100 pesos, el comercio solo se queda con aproximadamente 97% del monto total, y 3% se reparte en 3 partes: entre la marca de la tarjeta que operó, el operador de la terminal, y el emisor de la tarjeta de crédito. Entonces, los bancos se quedan con 1% de cada transacción.
Todo esto se traduce, como lo hemos mencionado, en grandes ganancias para los bancos. Pero si esto representa uno de los mayores ingresos para el sector bancario, seguramente surge la pregunta de por qué los comercios estarían dispuestos a obtener menos dinero del que ganarían si la gente pagara en efectivo.
Un mecanismo para atraer a más clientes
Para los consumidores es importante contar con diferentes opciones de pago. Si un comercio ofrece este tipo de alternativas a sus clientes, sin duda, sus probabilidades de vender se incrementan. Es decir, tener mayores ventas resulta siempre un beneficio más grande para los comercios, a pesar de las comisiones que deben pagar.
Ahora bien, las comisiones no son cobros que los bancos apliquen a su discreción. El Banco de México (Banxico) es la autoridad encargada de regular y aprobar tales comisiones, en tanto que estén justificadas. Dicho órgano da a conocer la lista de tarifas que se aplican, según el giro comercial de que se trate, el tipo de tarjeta y el banco emisor. Esto, a través del Registro de Comisiones Relativas a Créditos y Servicios de Pago (RECO).
Por ejemplo, las comisiones son distintas para gasolineras, para restaurantes, colegios o para hospitales. Además, varían entre tarjetas de débito y tarjetas de crédito. Finalmente, cada banco maneja sus propias comisiones, pero siempre avaladas por el Banxico.
El hecho de que el Banco Central pulique las distintas tarifas, abona, sin duda, a la transparencia, haciendo visibles las tarifas vigentes para los usuarios. Además, todos los contratos de los bancos con sus clientes están registrados en la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), con la finalidad tener una mayor vigilancia de los mecanismos financieros y de brindar las garantías necesarias a todos los usuarios.
Sin embargo, además de la transparencia y del respaldo de las instituciones gubernamentales, es fundamental dar otro paso: fomentar la educación financiera. El objetivo es que cada cliente tenga la capacidad de decidir qué tarjeta representa, en verdad, la mejor opción para él(ella). Es decir, lo ideal es que los clientes sepan analizar el CAT (Costo Anual Total) de los productos bancarios y los beneficios que estos ofrecen.
En esta materia, al menos en México, al usuario le falta mucho para saber qué tarjeta usar. Como ejemplo de ello, menos de 30% de las personas con crédito o cuenta bancarios dijo haber comparado productos financieros antes de contratarlos[2]. La mayoría de las personas (70%) no hace esta comparación.
Eficiencia, la otra clave para obtener ingresos
La principal fuente de ingresos de los bancos ha sido y seguirá siendo la intermediación. “Un banco es un intermediario entre los depositantes (quienes le prestan dinero) y los prestatarios (a quienes les presta dinero). Lo que paga por los depósitos, y lo que cobra por los préstamos que otorga, son, en ambos casos, intereses”[3], y, generalmente, prestan a las personas, con un interés más alto del que pagan a los depositantes.
Sin embargo, esos intereses también dependen de la volatilidad de las tasas y de los volúmenes de colocación de créditos y/o servicios. Si bien la mayoría de los servicios, como son las tarjetas, está muy ligada al tema de la volatilidad de las tasas, lo que buscan los bancos es no depender por completo de los intereses, y, por lo tanto, de la intermediación.
Lo que tratan de hacer los bancos es dar mayores servicios, pues, entre más servicios den, no solo obtienen más ingresos, sino que dependen menos de la volatilidad de las tasas y de los volúmenes de colocación. Pero sin duda, otra cosa que resulta de vital importancia para obtener ingresos más altos es la eficiencia de costos que logren obtener los bancos.
Un banco rentable es aquel que usa bien su capital y que es muy eficiente en costos. Para ello debe procurar prestar donde estén los préstamos que a la larga sean rentables y que tengan pérdidas soportables dentro de su apetito de riesgo, pero también debe atraer a muchos clientes para que sus costos fijos, en la medida que el banco crece, se reduzcan. Esa medida de eficiencia ayuda a que los bancos puedan generar ingresos para seguir invirtiendo.
Actualmente, los bancos tienen suficiente solvencia para ir por más mercado, con más productos y líneas de crédito más amplias. Su Índice de Capitalización (19) está por arriba del nivel mínimo que piden los órganos reguladores para operar (10.5), además, sus índices de liquidez, tanto el Coeficiente de Cobertura de Liquidez (CCL), como el Coeficiente de Financiamiento Estable Neto (CFEN), superan el 100% requerido por la ley, con medias individuales de 333% y 143%, respectivamente[4]. Por tanto, lo que hace falta es que los bancos incrementen sus capacidades para distinguir el posible riesgo de los usuarios, y así, prestar más.
Para lograrlo, deben tener mayor claridad de los segmentos o mercados donde pueden seguir siendo rentables. Los bancos solo prestan donde es muy seguro que obtengan el retorno, pero, bajo este escenario, dejan de lado a potenciales clientes de préstamos que también podrían pagar, aunque no necesariamente cumplan con los requisitos que, hoy, piden los bancos.
El uso de datos y de tecnología puede ayudar a entender mejor la capacidad del cliente, en cuanto a su propensión al pago y a su nivel de riesgo. En años recientes, hemos observado la entrada de nuevos participantes ―de giros distintos al financiero― en el mercado de los créditos, que ya están conociendo mejor a sus clientes, a partir del análisis de datos.
En otras palabras, esos nuevos participantes también se han convertido en competidores importantes de los bancos. Por eso, aquellos que entiendan mejor al cliente y reconozcan sus necesidades, a través de sus datos, tendrán la ventaja de crecer y de otorgar más crédito.
Otro reto importante es aumentar la penetración bancaria, pues, en México, solo 68% de la población adulta cuenta con algún tipo de producto financiero, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2021[5]. Esta cifra está muy por debajo de países latinoamericanos, como Chile y Brasil, donde la penetración bancaria es de 97% y 96%, en cada uno[6].
Además, entre la población mexicana que tiene algún tipo de producto financiero, solo 33% tiene algún crédito formal, y, dentro de los productos de crédito formal, los más comunes son las tarjetas de crédito departamentales (20%), y, en segundo lugar, las tarjetas de crédito bancarias (11%)[7].
En suma, el sistema financiero tiene todavía un margen bastante amplio para expandirse, gracias no solo al potencial mercado que tiene en nuestro país, sino también a las características de solidez y rentabilidad que han tenido los bancos en fechas recientes. Las tarjetas de crédito serán, por tanto, una herramienta más para llegar a nuevos clientes y para seguir en el camino de las ganancias.
[1] Datos de enero a agosto de 2024 (Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Series históricas de la Banca Múltiple, “Comisiones y tarifas cobradas”, consultados el 31 de octubre de 2024).
[2] CNBV, Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021: Reporte de Resultados, 2022, pp. 63.
[3] Jeanne Gobat, “¿Qué es un banco?”, en: Fondo Monetario Internacional, Finanzas y Desarrollo, marzo de 2012.
[4] CNBV, “Coeficiente de Cobertura de Liquidez y Coeficiente de Financiamiento Estable Neto correspondientes al segundo trimestre de 2024”, Comunicado de prensa No. 16, 1 de agosto de 2024.
[5] CNBV, Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021: Reporte de Resultados, 2022, p. 15.
[6] Paula Guelfo, “Reducción de efectivo: mecanismo para hacer rentable la inclusión financiera”, en: Americas Market Intelligence, 26 de septiembre de 2022. Artículo consultado el 1 de noviembre de 2024.
[7] CNBV, Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021: Reporte de Resultados, 2022, pp. 18 y 25.
Las
tarjetas
de crédito representan una de las principales fuentes de ingresos de las instituciones bancarias.
Las
comisiones no son cobros que los bancos apliquen a
su discreción. El Banco de México es la autoridad encargada
de regular y aprobar tales comisiones,
en tanto
que estén justificadas.
Un banco rentable
es aquel que usa bien su capital y que
es muy eficiente en costos.
Recomendamos
Infraestructura eléctrica:
un pilar más de la movilidad del futuro
El ascenso del 'hard discount':
¿la transformación del 'retail' en México?