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Perspectivas
Inclusión financiera
Más tecnología, menos sucursales
Para que la población de bajos recursos tenga acceso a la infraestructura financiera no es necesario construir sucursales bancarias en sus localidades. El uso de plataformas electrónicas puede mejorar las condiciones de vida de las personas, con mayor eficiencia y sin grandes costos.
Entrevista con Gustavo Méndez, Socio Líder de la Industria de Servicios Financieros en Deloitte México.
Ciudad de México, 14 de enero de 2020.
¿Cuándo fue la última vez que tuviste que acudir a una sucursal bancaria? Si vives en una ciudad, eres usuario de alguna institución bancaria y cuentas con banca digital, lo más probable es que haya pasado un largo rato desde que visitaste un establecimiento de este tipo.
Y la razón de ello, probablemente, no es que no tengas una sucursal cerca, sino que, realmente, no la necesitas. Sin embargo, existe otra gran parte de la población –alrededor de 21 millones de personas– que no tiene una sucursal cerca y se ve obligada a recorrer una distancia de al menos dos kilómetros cada vez que quiere acceder a la infraestructura financiera del territorio nacional, de acuerdo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
Esto significa que casi una quinta parte de la población adulta mexicana no tiene cerca de sus hogares sucursales o corresponsales bancarios, cajeros automáticos, ni terminales de puntos de venta, detalla el informe La Geografía de la Inclusión Financiera, elaborado por la CNBV.
Pese a los esfuerzos que se han hecho en materia de inclusión financiera en el país, que han permitido que, entre 2012 y 2018, la población adulta incluida financieramente creciera 37% [1], la infraestructura financiera sigue siendo un tema pendiente para millones de mexicanos.
Sí, es verdad que hace falta acercar los servicios financieros a estas regiones rezagadas, pero, ¿la mejor forma de hacerlo es través de la construcción de nuevas sucursales bancarias, como algunos plantean? Bajo nuestra óptica, esta no es la mejor opción.
¿Por qué? En primer lugar, porque la apertura de este tipo de establecimientos representa un gasto muy fuerte, debido a los altos costos de mantenimiento y al pago que se le tendría que hacer al personal que trabajaría en ellas.
Por otro lado, destaca el hecho de que una sucursal, en este tipo de ubicaciones, probablemente no represente un buen negocio para las instituciones financieras que decidieran establecerse ahí, pues las ganancias que obtendrían a cambio serían mínimas o incluso nulas.
Entonces, ¿qué camino habría que seguir para lograr impulsar la inclusión financiera, definida por el Banco Mundial como “al acceso a productos financieros útiles y asequibles, prestados de manera responsable y sostenible”, en estas localidades?
La respuesta, desde nuestra perspectiva, está en la tecnología. Utilizar y promover el uso de herramientas electrónicas que hoy están al alcance de millones de mexicanos –como la banca digital y el pago con código QR– puede favorecer el acercamiento de servicios financieros a estas regiones, a un menor costo y con una mayor eficiencia.
[1] Encuesta Nacional de Inclusión Financiera,INEGI-CNBV, 2018.
Es verdad
que hace
falta acercar
los servicios financieros a estas regiones rezagadas, pero, ¿la mejor forma de hacerlo es través de la construcción de nuevas sucursales bancarias, como algunos plantean? Bajo nuestra óptica, esta no es la mejor opción.
En México, todavía 95% de las transacciones son en efectivo, pero acercar las herramientas tecnológicas a la población de más bajos recursos modificaría esas cifras y, al mismo tiempo, ampliaría el acceso a diversos servicios y productos financieros, como puede ser, inicialmente, la disposición de efectivo, y, más tarde, la obtención de algún tipo de crédito.
En ese sentido, será fundamental aprovechar las herramientas con las que ya se cuentan para promover el uso de nuevas tecnologías financieras que permitan impulsar la inclusión financiera en esas zonas rezagadas, como puede ser el smartphone.
A través de este dispositivo, presente en la vida de 69.6 millones de mexicanos [2], es posible acercar productos y servicios financieros a quienes lo necesitan. Utilizando la plataforma de cobro digital (CoDi) del Banco de México, por ejemplo, se puede reducir el uso de efectivo y realizar operaciones de cobro y pago en segundos y de manera segura, solo con un código QR o tecnología de comunicación inalámbrica.
Sin duda, se trata de una herramienta que podría utilizarse para hacer pagos en las tiendas o negocios ubicados en aquellas comunidades que carecen de infraestructura financiera, e incluso para hacer llegar apoyos gubernamentales en esas zonas, sin necesidad de intermediarios.
Pero, para que esto pueda convertirse en una realidad, es necesario, por parte de la autoridad, poner en marcha un programa para fomentar el uso del mismo en todas las pequeñas tiendas o puntos de venta de las comunidades marginadas.
El enfoque para impulsar una verdadera inclusión financiera, en consecuencia, debe orientarse hacia las nuevas tecnologías, más que a la creación de nuevas sucursales financieras.
[2] Encuesta sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación en los Hogares, INEGI, 2018.
El enfoque
para impulsar
una verdadera inclusión financiera, en consecuencia, debe orientarse hacia las nuevas tecnologías, más que a la creación de nuevas sucursales financieras.
Educación financiera, el otro pendiente
La educación financiera es otro tema relevante en materia de inclusión, que deberá trabajarse con la población en general. Actualmente, a pesar de que a nivel nacional existen programas para fomentar la cultura del ahorro y el gasto responsable, en los que también participa el sector privado, los resultados son mínimos. Eso quiere decir, que la forma en la que se está haciendo el trabajo no es suficiente.
En la medida en que se fomente la cultura del ahorro, las personas podrían tener acceso a otros beneficios financieros como son los créditos, ya sean personales o hasta automotrices e hipotecarios, formando un círculo virtuoso para los clientes, la banca y el gobierno.
De lo contrario, es decir, si no contamos con una adecuada cultura financiera, los resultados de cualquier esquema o iniciativa que se implemente para mejorar la inclusión no tendrá los resultados esperados. No basta la tecnología para acercar los servicios financieros a la población, sino que las personas sepan utilizarlos de forma responsable y aprovechar los beneficios que estos les ofrecen.
Sin una adecuada cultura financiera, los resultados de cualquier esquema o iniciativa que se implemente para mejorar la inclusión no tendrá los resultados esperados.
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