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Perspectivas
La ruta de la reactivación turística en México
Con niveles de ocupación de hasta 45%, la industria hotelera todavía enfrenta grandes desafíos que le han obligado a buscar alternativas innovadoras de servicios. Esa es una de las claves para aprovechar al máximo el restablecimiento de las actividades y salir fortalecida en el futuro.
En entrevista con Teresa Solís, Industry Expert de Turismo en Deloitte México.
Ciudad de México, 6 de noviembre de 2020.
Septiembre solía ser un mes de baja actividad para el turismo internacional en México –al menos hasta el año pasado–, compensada con una gran cantidad de congresos y convenciones en distintos destinos del país. Este año, el panorama fue diferente: debido a la crisis sanitaria desencadenada por el COVID-19, se cancelaron o pospusieron los eventos de este tipo, eliminando así esta especie de comodín que tenía el sector; sin embargo, la sorpresa fue que, en dicho mes, los viajes de placer de turistas internacionales crecieron 11.3%, comparados con agosto, de acuerdo con la Unidad de Política Migratoria del Instituto Nacional de Migración.
El anterior ejemplo es uno de los diversos cambios a los que se ha enfrentado el sector turístico nacional, a causa de la pandemia, y ante lo cual ha tenido que reenfocar sus esfuerzos y estrategias para ponerse en pie y aprovechar al máximo el proceso de reactivación en el que actualmente se encuentra.
Tanto el turismo doméstico (integrado por residentes de un país que se desplazan al interior del mismo), gracias a viajes en carretera, principalmente, como el internacional (viajeros de otros países), debido a la reapertura de fronteras en distintas naciones y al aumento de vuelos, presentan mejores niveles de actividad de los que se reportaron en el segundo semestre de 2020, cuando tuvo lugar el punto más álgido de la contingencia sanitaria.
Mientras que en abril (el mes de mayor afectación para el turismo) ingresaron al país poco más de 777 mil turistas internacionales, en julio, la cifra ascendió a casi el doble, con un millón 390 mil turistas procedentes de otras naciones, y, para agosto, se registró una entrada más o menos similar, con un millón 350 mil viajeros, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Los destinos preferidos de los visitantes que llegan a nuestro país son los de playa: Acapulco, Puerto Vallarta, la Riviera Nayarita o Cancún han registrado ya niveles de ocupación de entre 40% y 45%, y se prevé que en una siguiente etapa aumenten su capacidad hasta 60%.
Los destinos de Quintana Roo, por ejemplo, tienen confirmados ya 15 congresos y convenciones para el resto del año, que se reactivaron con el Congreso de Conservación de Carreteras, con 550 asistentes. En cambio, en ciudades como la de México, los reportes de ocupación, a principios de octubre, fueron apenas de 15%.
En cuanto a los principales destinos fronterizos, donde hay un importante desempeño del turismo médico, también se observa un notorio avance: en Baja California, por ejemplo, se tiene una recuperación de 75% de la actividad que se tenía antes de la contingencia, de acuerdo con el Clúster Médico de la entidad.
Todo lo anterior representa, sin duda, un avance importante para el turismo del país, sin embargo, todavía hace falta mucho camino por recorrer para que el sector se recupere por completo tras la contingencia epidemiológica.
Las restricciones para los viajeros en diferentes países, la falta de una vacuna y los rebrotes en regiones como Europa siguen siendo obstáculos para el restablecimiento de las actividades. ¿Cuáles son, entonces, las rutas que debe seguir el turismo nacional?
Los destinos preferidos de los visitantes que llegan a nuestro país son los de playa y se prevé que en una siguiente etapa aumenten su capacidad hasta 60%.
De la sanitización al teletrabajo en los hoteles
Los certificados de seguridad sanitaria de organismos internacionales como la Organización Mundial del Turismo y el Consejo Mundial del Viaje y el Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés), así como otras recomendaciones y protocolos emitidos tanto por éstos como por las autoridades nacionales, han servido para generar confianza, sobre todo en el segmento del turismo doméstico.
En los últimos meses, ha sido común el uso de tapetes desinfectantes, termómetros, nebulizadores electrostáticos para las habitaciones y kits de higiene personal, a fin de garantizar a los turistas seguridad y confort dentro de las instalaciones hoteleras.
Pero como el turismo no podrá reactivarse por completo mientras no exista una vacuna contra el COVID-19, mucha gente dentro del sector ha explorado el camino de la innovación, tratando de aprovechar las actuales condiciones del trabajo y la educación a distancia.
Ante la oportunidad que representa el no tener que acudir a los centros de trabajo, distintos grupos de familias y jóvenes se han trasladado a destinos turísticos para hacer trabajo remoto en hoteles, combinando el horario laboral con actividades vespertinas o de fin de semana, como visitar la playa, irse de campamento o practicar ciclismo de montaña.
En las ciudades, ya también existen cadenas de restaurantes que ofrecen paquetes para trabajar en sus instalaciones, con aforos reducidos y protocolos de seguridad.
Algunas de estas innovaciones seguramente van a permanecer en el corto plazo y algunas otras se mantendrán por más tiempo; sin embargo, para que esto último ocurra, será necesario contar con un liderazgo resiliente, que pueda anticiparse a las necesidades del futuro y sea muy ágil para poder adaptar su modelo de negocio a esas nuevas oportunidades.
Por otra parte, no resultará menos importante fortalecer las alianzas en el sector y alinear esfuerzos con los distintos niveles de gobierno para impulsar la reactivación turística.
De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), México tiene un índice de dependencia del Turismo de 12.3% y una contribución directa del turismo al PIB de 7.2%. En este contexto, sería importante que se analicen iniciativas como la propuesta de reforma legislativa que el Consejo Nacional Empresarial Turístico (CNET) hizo, en conjunto con varias asociaciones, para proporcionar apoyos fiscales, entre ellos, hacer deducibles ciertos servicios o productos del sector hotelero y del restaurantero, para superar la crisis.
Las proyecciones para la industria todavía no son muy alentadoras. De acuerdo con la Secretaría de Turismo federal, se prevé que este año solo lleguen al país 59 millones de turistas, cuando en 2019 se tuvo un flujo de 102 millones de viajeros. En lo que respecta a la derrama económica por turismo doméstico, la dependencia calcula que será de 112 mil millones de pesos, mientras que el año pasado ascendió a 211 mil 327 millones de pesos.
El camino que tiene por recorrer la industria turística nacional todavía es largo y sinuoso, pero la suma de todos los esfuerzos que hasta la fecha se han realizado y los que todavía se pueden hacer en la materia, sin duda, pueden contribuir a que, el próximo año, el turismo y la economía nacional lleguen a un mejor destino.
No resultará menos importante fortalecer las alianzas en el sector y alinear
esfuerzos con los distintos niveles de gobierno para impulsar la reactivación
turística.
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