Análisis

Desmitificando las inversiones de impacto

Un nuevo estándar de inversión

Recientemente, se ha generado una enorme cantidad de literatura orientada al análisis de proyectos con enfoque en medio ambiente, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés). Dentro del segmento ESG, surgen las inversiones de impacto como una alternativa factible para combinar rendimiento financiero con desarrollo social y económico.

¿Qué son realmente las inversiones de impacto? ¿Cómo se ponen en práctica? ¿Son realmente una moda o una inversión de “nicho”? En este artículo buscamos definir claramente este tipo de inversiones y ejemplificar como van camino a convertirse en un nuevo estándar de inversión.

Las inversiones de impacto son una “filosofía” de inversión que, como un subgrupo de las inversiones ESG, también atiende a las problemáticas sociales y medioambientales. No deberían ser consideradas como un asset class diferente y separado del mundo de las inversiones “tradicionales”, sino como una metodología que, además, aplica un lente socio-ambiental – de hecho, el término inversiones “con” impacto podría tomarse como una taxonomía más apropiada.

Se pueden destacar 3 atributos fundamentales:

  • La Intención, que está íntimamente relacionada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) desarrollados por las Naciones Unidas en el año 2015, con el propósito de describir y cuantificar las necesidades sociales y medioambientales que deben ser resueltas en los próximos 15 años.
  • La Medición, dado que solamente tener la intención no asegura que el impacto sea realizado. De hecho, existe un concepto llamado ‘green washing’, mediante el cual se suele describir a las acciones de una empresa que genera una impresión falsa o proporciona información engañosa sobre sus prácticas e impacto positivo en el medio ambiente, en pos de un beneficio de su imagen corporativa.
  • El Rendimiento Financiero ya que, en ocasiones, se les cuestiona el hecho de tener una rentabilidad que compita con las inversiones tradicionales, dado que, por el hecho de tener una intención social se las asociaba originalmente con la filantropía. Esto se ha ido desmitificando con el paso del tiempo, ya que varios estudios han comprobado que las inversiones de impacto pueden tener igual o aún mayor rendimiento financiero que las inversiones tradicionales e incluso una mayor resiliencia en entornos negativos, como lo es actualmente la pandemia del COVID-19.


Las inversiones de impacto surgen como el resultado lógico de aplicar un lente social, ambiental y diverso, antes muchas veces ignorado, a proyectos financieramente rentables. Esta manera de hacer finanzas permite apoyar el crecimiento de la industria, los países y la economía global de la manera más sostenible y amplia posible, y a su vez, permite a los inversores profundizar su análisis y tesis de inversión mediante la búsqueda de rentabilidad, dado que estamos en un mundo en el que la rentabilidad financiera es cada vez más difícil de obtener. Es en este sentido que la metodología de inversión de alguna forma vuelve a la esencia de la economía: suplir una brecha entre oferta y demanda.

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